Andrómeda

Capitulo 32 ✔️

No siento la pierna, sé que está ahí, sé que alguien me la curó hace ya días, pero no la siento, siento el dolor, eso si que lo siento. No sé cuento llevo aquí, posiblemente semanas, hace tanto que no veo la luz del día que no podría decirlo con claridad. Solo peleo con Philip, él acaba dándome una paliza y devolviendo me al sueño. Creo que solo he comido cinco veces, tampoco las he contado pero si estoy considerablemente más delgada.

La puerta del lugar donde me tiene encerrada se abre con un sonido sordo, hace poco descubrí que no es de madera sino de hierro igual que toda la habitación. Creo, y si mi intuición no me falla, que esta es una habitación del pánico, no tiene ventanas ni nada, y solo se puede abrir desde fuera.

- ¿Estás despierta?- su voz irradia ira, y yo con solo oírla ya estoy cabreada.

- No, solo tengo los ojos abiertos.- me quejo con ironía.

- ¿Puedes andar o te tengo que cargar?

- Puedo andar, pero no quiero hacerlo.- su figura se hace presente entre el mar de oscuridad.

- ¿Por qué no haces las cosas un poco más sencillas?

- ¿Dónde estaría lo divertido de eso Philip? Ya que me tienes secuestrada tengo que pasarla bien, no puedo estar golpeada y deprimida todos los día, todo el día, ¿no crees?

- Dios, que impertinente eres.

- Soy atea.- me burlo de él.- Es un pequeño dato, para que no llames a Dios, no creo que vaya a ayudarte, no porque yo crea que no existe sino porque creo que él no ayuda a los que son como tú, tengo entendido que los castiga.

- Eleanor, callate.

- Eres muy aburrido Philip.

- Levantate.

- A sus ordenes caballero.

Me levanto con ayuda de las paredes, bueno, parece que mi pierna izquierda si funciona, solo estaba dormida, de verdad creí que la perdería y que por consecuencia al intentar levantarme sola acabaría cayéndome pero pues no, soy más fuerte de lo que creía, de seguro son los genes Hoffman, no puede ser de otra.

- Camina.

- Camino.

- Deja de hablar.

- No dejo de hablar.

- Calla y anda Eleanor.

- Ando y no callo Philip.

Salgo del cuarto con él detrás, la luz del día me ciega por varios segundos, aunque él me empuja y me ayuda a subir las escaleras. Ni embarazada de Andrómeda, que tenía una súper panza me costaba subir tanto unas escaleras como lo que me ha costado subir las escaleras toda golpeada. Algo más para odiar a Philip, hacerme difícil hasta lo sencillo.

Intento tomarme todo esto con algo de humor sino voy a acabar loca, y al final desarrollaré síndrome de Estocolmo y de verdad me enamoraré de Philip y eso si que no va a ocurrir, antes muerta que sentir algo más que odio y repulsión por Philip.

- ¿Por qué me sacas de mi cueva?

- Nos mudamos.- dice con una sonrisa ladina.

- Ay, ya le había cogido cariño a la granja.- me quejo.- ¿Quién se encargará ahora de los animales? ¿Y de las cosechas?

- Me da igual quien se encargue de esa mierda.

- Pues muy mal, tú te alimentas de esas mierdas, por si no sabías.

- Callate ya Eleanor, ni toda golpeada sabes cerrar la boca.- me encojo de hombros.

- Tú te obsesionaste de mi, no sé de que te quejas.- él me mira furioso.- Ahora te aguantas, tu me querías, y ya me tienes.- le sonrío.

- Entra en el coche.

- ¿Cuándo llegamos hasta aquí?- él resopla, ya cansado de escuchar mi voz mientras yo disfruto de molestarlo, ya estoy bastante acostumbrada a que me golpee por estas cosas, así que me da bastante igual. Por eso mismo sigo.

Philip me abre la puerta y me lanza al interior del coche, me ha hecho daño porque llevo toda la espalda llena de moratones, producto de las múltiples palizas que me da, así que hago una pequeña mueca de molestia, pero ni me quejo ni lloro, eso sería darle mucho poder.

Él entra al lado del conductor, azotando la puerta , algo lo tiene molesto y estoy muy segura de que no soy yo, todavía no lo he picado lo suficiente para que esté tan furioso. Ahora mi vena curiosa quiere saber que lo tiene de esa forma, digo, para molestarlo.

- ¿A dónde vamos? ¿Me llevas a una casa de campo? ¿ Qué será está vez?

- Cierra la puta boca Eleanor.

- Es para hacer el viaje más ameno, la última vez estuvimos seis horas en la carretera y me aburrí mucho.

- Callate, no quiero escucharte.

- Con lo bonita que es mi voz.

- ¿Por qué eres tan estúpida? A los Hoffman os dan un curso de como actuar irritando a vuestros secuestradores.

- Si dan ese curso voy a molestarme mucho porque a mi nadie me incluyó.

- ELEANOR.- grita.

- MI PERSONA.- le respondo en el mismo tono.- Anda, dime.

- Nos vamos a la otra punta del país.

- ¿Me llevas a Alaska? No me gusta el frío.- me quejo.- ¿Por qué no vamos a un sitio más calentito?

- Porque no me sale de los huevos, y a mi si me gusta el frío.

- Que desagradable eres.

Veo varios coches pasar por nuestro lado, que pena que nadie me vea por los cristales tintados del coche, solo hay que verme la cara para ver el maltrato que he sufrido.

- ¿Cuánto tiempo llevaba en el sótano?

- Dos semanas.

- ¿Y por qué nos mudamos?

- Para que no nos encuentren, ya las cosas sobre tu búsqueda están más calmadas.- dice con maldad.- Ya no sales en todos los noticieros.

No sé de donde saco la valentía, prefiero, de verdad que prefiero morir a que me lleve a la otra punta del país, me niego a vivir esta vida, porque esto no es vivir, es morir mientras respiro.

- Lo siento.- le digo y él me mira confundido.- Si yo no puedo vivir como quiero, tu tampoco, regalo de los Hoffman.- vamos a jugar como Hans.- Te amo mamá.

Sin darle tiempo a reaccionar cambio las marchas del coche y con mis largas piernas le doy al volante que gira sin control. Lo he pensado bien, he esperado a que haya pocos coches, quiero morir para que él muera pero no quiero llevarme vidas inocentes por medio.




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