Andrómeda

Capitulo 33 ✔️

Veo luces y luego nuevamente oscuridad, sé que estoy en el hospital porque he visto a un médico que me ha pedido mantener los ojos abiertos pero no puedo, quiero volver a la oscuridad y quedarme allí eternamente, se siente bien no tener responsabilidades de ningún tipo.

No quiero volver a Eliza, ni a Philip, quiero dejar de sufrir y ser por fin feliz, quiero paz en mi vida, estoy harta de tantos altibajos en ella, lo odio.

Vuelvo a abrir los ojos pero ya no hay luces, ni una típica habitación de hospital, no reconozco el lugar en el que me encuentro hasta que veo su cabello rubio y sus ojos azules, sonrío inconscientemente y me acerco hasta ella, doy pasos pequeños temiendo que no sea verdad lo que veo, ella me sonríe y me espera al lado de un enorme árbol que proyecta una sombra en el prado en el que nos encontramos, si esto es estar muerta, no quiero despertar.

- Mi niña, es muy pronto para verte aquí.- dice mi madre con una sonrisa.

- Estoy aquí por salvar a mi hija.- le respondo en el mismo tono dulce.

- Oh, si, la pequeña Andrómeda, ella es hermosa.- me siento a su lado y me recuesto en el tronco del árbol.- No estás muerta, solo en el limbo.- la miro.

- No quiero irme.- ella me sonríe con tristeza.- Aquí se respira paz, no hay problemas.- siento las lágrimas picar en mis ojos.

- Cielo, debes luchar, tienes una hija por la que vivir y una oportunidad para verla crecer.- ella acaricia mi brazo.- De haber tenido la oportunidad yo me hubiera quedado, los hubiera enfrentado a todos para poder criarte.- no puedo guardar más las lágrimas.

- Mamá, estoy harta de la vida.- la abrazo, la quiero conmigo, la necesito a mi lado para no ser torpe, necesito sus consejos.- Quiero volver por ellos, por mi Andrómeda y mi Jackson pero temo no ser suficiente.

- Yo temí no serlo toda mi vida Eleanor, temí ser insuficiente y luego tu me miraste llena de amor y supe que era imposible ser insuficiente, y tu mi querida hija, eres una súper héroe para tu hija.- mamá acaricia mi mejilla.- No odies a mi padre, él dio su vida por mi y la dará por ti.- lo sé pero ella está muerta por su culpa, no se lo digo porque no quiero teñir este momento.- Ahora debes ver las cosas y decidir si te quedas o te vas, tienes una oportunidad cielo.

Mi madre desaparece después de darme un beso en la mejilla y yo me quedo en el enorme prado hasta que unas imágenes aparecen en el cielo de este lugar.

Miro las imágenes, estoy yo, sobre una camilla y siendo operada, parece que están en la zona de mi abdomen pero no puedo ver lo que están haciendo, mi cabeza ya ha dejado de sangrar pero hay otras partes de las que yo no era consciente que siguen abiertas y con sangre, supongo que sea lo que sea lo que haya en mi estómago es mucho más importante que la herida de mi pierna en la que se puede ver incluso el hueso. Por suerte el yeso de mi mano izquierda ha hecho que esta no empeore más de lo que ya estaba, algo es algo.

Las imágenes se acercan un poco más y puedo ver que tengo el labio cortado, tengo trozos pequeños de cristales en algunas partes de mi cuerpo, y una enfermera se está encargando de quitarlos uno por uno. También veo los golpes de semanas de encierro, algunos curados mientras que otros son recientes.

Veo las máquinas, hay una que me proporciona oxígeno y otra que controla mis leves pulsaciones, mi presión arterial es baja por lo que una enfermera está completamente enfocada en ella, para saber si sube, baja o se queda estable.

Mi presión comienza a bajar y traen el carro de parada pero por suerte vuelve a subir, yo quería morir y ahora lo dudo supongo que por eso no he entrado en parada.

No recuerdo que nada de esto pasara cuando morí después de la cesárea para dar a luz a Andrómeda, es frustrante porque quiero vivir, mierda claro que quiero, deseo ver crecer a mi hija pero estoy tan harta de todo que también deseo quedarme en este lugar lleno de paz y armonía.

- ¿Cómo va?- le pregunta el médico a la enfermera.

- Estable doctor pero no sé si pueda aguantar, necesitamos sangre, ha perdido mucha.

- Pídala con urgencia, sino te le dan diles que es nieta de Hans Hoffman, nadie le dice que no a ese hombre.- le ordena el médico y ella sale corriendo.

Sigo viendo mi cuerpo y la imagen se acerca mucho más a él para que yo pueda verlo mejor. Me quedo paralizada al ver porque yo estoy tan gravemente herida, tengo una enorme rama en mi estómago, bueno algo más arriba, muy cerca de los pulmones, quizás por eso llevo una máscara con oxígeno.

Un enfermero se acerca y le da algo al médico, él asiente y luego el mismo enfermero se agacha hasta estar cerca de mi oído.

- Sé que puedes escucharme.- me susurra.- Cielo, ahí fuera hay personas muy preocupadas y en Los Ángeles hay una hermosa niña que quiere verte, debes vivir.- se separa de mí y sale de la sala de operaciones.

El médico hace la primera incisión de mi cuerpo para intentar sacarme la rama que tengo en medio del cuerpo e intentar salvarme la vida pues como ha dicho nadie quiere hacerle la contraria a mi abuelo, odio su trabajo más no odio a mi abuelo, sé que él amaba a mi madre y desde la lejanía me demostró que a mi también me amaba.

Mi presión arterial comienza a bajar a mucha velocidad y entonces el monitor comienza a pitar, la enfermera llega con la sangre que pronto me ponen por vía intravenosa y luego me dan una descarga con el desfribilador, mi corazón no responde como ellos quieren y vuelven a darme una descarga, esta vez mi corazón les hace caso y vuelve a latir con cierta normalidad, todavía débil pero lo suficiente a lo mejor para soportar una operación con riesgos como debe de ser al tener que quitarme una rama del cuerpo.

- ¿En los escáneres se ha visto si la rama está en algún órgano importante a parte de en la parte baja del pulmón derecho?- me estremezco.

- Ningún otro órgano importante aparece dañado, solo debemos llevar cuidado con sus pulmones y con la excesiva perdida de sangre que ya ha sufrido.- le informa lo que creo es un interno.




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