Andrómeda

Capítulo 37 ✔️

No quería que mi corazón volviera a pararse, de verdad quiero despertar pero no es tan fácil como pensar que te quieres quedar y ya, al principio pensaba que era así de fácil, al menos así me lo había pintado mi madre pero luego me di cuenta de que el estado de mi cuerpo también afectaba a mi despertar por lo que pensaba en despertar mientras sentada en la sombra del árbol, veía a mi familia ir y venir, solo vi a Brad una vez y se disculpó por no poder venir a verme hasta que yo estuviera despierta, él es incapaz de verme en este estado y lo entiendo, no lo culpo en absoluto porque a mi me afecta ver mi cuerpo de esta manera y estoy en este enorme prado, así que ellos que pueden tocarme y verme de más cerca deben de estar pasándolo peor.

El sol del lugar comienza a calentar mucho más e incluso abrasa, mis pulmones duelen y claman por oxigeno, mi cabeza retumba y mis oídos pitan, mi cuerpo duele y se estremece en el pasto, me quedo completamente quieta intentado parar el dolor que cala mis huesos pero de nada sirve y comienzo a agobiarme, ¿no ha servido desear quedarme? ¿oficialmente estoy muerta? Lloro en posición fetal, pensando en que nunca volveré a ver a mi hija o a Jackson, jamás podré tocarlos o hablar con ellos, no podré reír con Brad, extrañar a Lukas, pelear con papá, hablar con Anastasia, Paulette, Bia y Cameron, no podré escuchar las historias de mi abuelo Francis, ni intentar que mi abuelo Hans abandone el negocio de las armas y las drogas.

Lágrimas caen de mis mejillas mientras mentalmente me despido de todos ellos, los voy a extrañar demasiado, no estoy preparada.

Abro los ojos y comienzo a toser con fuerza. Una ráfaga de aire artificial se mete directamente a mis pulmones y me molestan los tubos que bajan por mi garganta. Mi brazo pica por la aguja que me mete el suero al cuerpo y los oídos me molestan con el incesante ruido de las máquinas que indican que estoy viva y que mi corazón comienza a funcionar con normalidad.

Mierda, estoy viva y ha dolido como la mierda volver a vivir, duele pero me gusta, la sensación de vivir me gusta, me da igual el dolor si estoy viva.

Veo los ojos llenos de lágrimas de Jackson y siento la mano de mi hermano Lukas sostener mi mano y siento que mi mundo vuelve poco a poco, lágrimas de felicidad bajan por mis mejillas pero necesito que me quiten los tubos de la garganta, seriamente me están ahogando.

- Todos fuera.- pide el doctor.- Llamen a las enfermeras.

La puerta de mi cuarto se abre y se cierra para luego repetir las mismas acciones, intento mantenerme tranquila en todo momento mientras que sacan el dichoso tubo de mi cuerpo y me colocan unas cosas extrañas en la nariz ya que mi pulmón derecho sigue débil, mantienen la máquina que controla mis pulsaciones porque yo sigo en peligro, he despertado pero no saben en que estado me encuentro.

Soy consciente de que tuve una gran contusión en la cabeza y que ellos pueden creer que he perdido la memoria pero no, sé perfectamente lo ocurrido las semanas antes de hoy y sé perfectamente como llegue a este estado y que apellido grité antes de hacer una de las mayores locuras que se me han ocurrido en mi corta vida, pero de la que no me arrepiento ni un solo minuto.

- ¿Puedes hablar?- me pregunta el amable doctor.

- Creo que si.- digo con voz rasposa, en verdad es incómodo hablar y me pica la garganta por alguna razón que seguro tiene explicación pero que yo no sé.

- ¿Quieres agua?- me pregunta con amabilidad.

- Por favor.- hago una mueca que quiere ser una sonrisa de agradecimiento aunque no sale muy bien que digamos.

Una enfermera me tiende un vaso de agua con algo de molestia y luego sale, que antipática que es, no sé como hasta dormida puede hacer de una mujer bonita una enemiga, es que no lo entiendo, tengo que tener un don para que las mujeres me odien sino es algo incomprensible, seriamente desisto de caerle bien a más mujeres aparte de mis amigas y mi cuñada, si es que sigo cayéndole bien.

- Voy a presentarme, si crees que voy muy rápido me paras.- asiento poco convencida porque ya me ha costado entenderle.- Soy Rodrigo Hoffman, el doctor que intentó salvar a tu madre y que te operó a ti.- analizo un poco sus palabras, yo ya sabía todo esto pero es que ahora me cuesta entender un poco a las personas.- ¿Me entendiste?

 -Si.- hago una pausa.- Si no hablas muy rápido puedo entenderte sin mucha dificultad.- le digo y él sonríe.

- Estas un poco lenta debido al golpe de la cabeza y al aturdimiento de haber despertado después de dos semanas, pero se pasará pronto.- me da una sonrisa cálida.

- Parece que quiera decirme algo pero que temas hacerlo.- él me mira sorprendido y yo tomo agua viendo por primera vez mi brazo sin yeso y todas las marcas a lo largo de mis brazos, desde las imágenes no se veían y me dan ganas de llorar porque no van a desaparecer.

- Yo, no sé como te tomes esto.- se rasca la nuca ligeramente nervioso.- Estoy casado con tu abuelo Hans.- me dice con una sonrisa muy nervioso a la que yo intento responder, sin poder.

- Me alegra que lo hagas feliz.- él me mira con un brillo especial en sus ojos que me hacen querer guardar este recuerdo en mi memoria.- ¿Las marcas de la piel se van a quedar?- pregunto con incertidumbre.

- Lamento decirte que si.- intento retener las lágrimas sin mucho éxito.- Y la cicatriz del estómago también es permanente, lo siento.- estallo en lágrimas sin poder evitarlo.

- No debe lamentarlo, me ha salvado la vida y con eso es más que suficiente.

- Tengo que hacerte unas pruebas para verificar que todo está correctamente.

Dos enfermeros en los que no había caído en cuenta suben unas barras de la camilla, le quitan el seguro y me llevan en ella, cierro los ojos, todavía no estoy preparada para hablar con Jackson así que prefiero hacerme la dormida de nuevo.

Creo que el doctor sabe de mis intenciones por lo que tranquiliza a Jackson y a Lukas diciéndoles que solo estoy durmiendo, que no deben preocuparse y que me van a hacer unas pruebas de rutina para ver mi estado actual.




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