Andrómeda

Capítulo 38 ✔️

Oírla, ver sus hermosos ojos, ver sus sonrisas y recibir sus besos, verla sacar su lado infantil y caprichoso, observarla hablar con su familia, verla interactuar nuevamente con Andrómeda y oírla decir que me ama es todo lo que desee durante dos semanas y ahora que puedo verlo, ahora que no es un sueño ni un deseo sino que es una realidad, puedo asegurar que es la mejor de sensación del mundo, no puedo imaginarme que ella de verdad hubiera muerto, que se hubiera rendido y nos hubiera dejado a todos solos porque puedo ver como eso no solo me afectaría a mi y a mi hija sino a todos.

Eddi me sonríe y me da un café, el bueno humor se respira en todos lados y mi hermana está emocionada hablando con Eleanor.

En estos momentos en la habitación estamos solo Ross, Eddi, mi hermana, Andrómeda, Eleanor y yo, sus amigos se han ido a descansar, Lukas y Hans se han ido a sus respectivos trabajos y Ernesto y Brad siguen buscando a Eliza, ya las autoridades han determinado que ella tenía algo que ver con el secuestro porque se han encontrado registros telefónicos que prueban largas llamadas entre ella y Philip, siempre supe que teníamos que llevar cuidado con ella pero no que estuviera tan loca como para hacer algo como esto.

- ¿Tu que piensas?- me pregunta mi hermana.- No nos estaba escuchando.- se queja y se cruza de brazos, acción que mi hija y Eleanor copian y que hace reír a Ross y Eddi.

- Disculpen chicas.- hago un poco de teatro al igual que ellas.- ¿Qué me estaban diciendo?

- Que Andrómeda y Eleanor deberían llevar coronas el día que os caséis.- dice mi hermana con determinación.

- Y yo creo que es una locura, me parece perfecto que Andrómeda lleve una pero yo ya estoy mayor para eso.- se queja mi chica.

- Yo creo que te quedaría genial.- ella abre y cierra la boca con indignación mientras mi hermana y Andrómeda celebran la victoria que acabo de darles.

- Traidor.- me señala con el dedo y entrecierra los ojos.- Si yo llevo corona tu debes llevar una corbata con coronas y unos gemelos con la misma forma.- me reta.

- Todo vale la pena si puedo verte con una corona como la reina que eres.- Eleanor se sonroja con fuerza y desvía la mirada para que no la vea.

- Sois monísimos.

- ¿Monos?- pregunta Andrómeda.- ¿Dónde?- ninguno puede evitar la carcajada.

- En el zoo, cuando mamá salga, papá y yo te llevaremos a verlos, ¿a qué si?- me mira y asiento, Andrómeda salta entusiasta aunque no tiene ni idea de lo que es un zoo.

Mi hermana se va un rato después y nos deja solos a nosotros tres, Andrómeda no deja de hacerle preguntas a Eleanor y ella todavía despacio le contesta, la contusión fue fuerte y ella aunque está más fuerte y estable, sigue débil y su pulmón se recupera algo despacio pero no es algo que preocupa a Rodrigo y eso me calma considerablemente y a mi prometida también la calma aunque se niegue a admitirlo.

- Quiero volver a casa.- lloriquea y Andrómeda la imita por lo que ambos sonreímos.

- Pronto, solo aguanta un poco más.

- No es justo, tu puedes dormir en una cama enorme y yo estoy en este camilla, no puedo casi moverme.- se queja.

- Mami se mueve mucho al dormir.- se burla Andrómeda y Eleanor le hace cosquillas hasta que le pide parar y yo siento a mi corazón acelerado.

- ¿Por qué nos miras así?- inquiere con una ceja levantada.

- Eso.- la apoya Andrómeda, mis dos chicas.

- Porque jamás imaginé tener una familia tan bonita, nunca creí que fuera a ser padre o buen prometido y ahora soy ambas cosas y no puedo imaginar mi vida sin vosotras, sois mis chicas.- ellas me sonríen, dudo que Andrómeda haya entendido algo pero igual sonríe.

- Y tu nuestro chico, que no se te olvide.- me mira fijamente.- Andrómeda y yo somos chicas celosas.- me reta con la mirada.

Me acerco hasta ellas y me siento en la parte que me deja cuando levanto a Andrómeda y la siento en mis piernas, ella me mira divertida y luego me da un beso en la mejilla, Eleanor nos mira con una enorme sonrisa que yo le correspondo antes de darle un pequeño beso en los labios, ella se sonroja nuevamente pero no aparta la mirada.

- Me da igual lo celosas que seáis porque yo soy igual.- le guiño un ojo a Eleanor.

- Papá.- adoro cuando me llama así, no puedo imaginar un día sin que lo diga.- ¿Nos quieres?- pregunta con inocencia.

- Mucho princesa.- me sonríe y vuelve a darme un beso en la mejilla.

- Mamá.- la llama.- caballero Kevin no quiere ponerse los anillos.- se queja con los brazos cruzados.

- Cuando vuelva a casa le obligaré a ponérselos.- le pellizca levemente la nariz y Andrómeda ríe feliz.- Pobre Kevin.- se lamenta en susurro.

- La verdad es que si, a mi no me obliga.- le devuelvo el susurro y ella sonríe.- Quiero verte jugar al té, todavía no he tenido ocasión.

- Cuando vuelva, que espero y sea pronto, todavía tengo que buscar un vestido de novia, tenemos que ver restaurantes y probar tartas.- resopla con fuerza.

- Puedo hacerlo yo si te sientes cansada.- ella arruga la frente y niega.

- Yo también quiero hacerlo y quiero ir a ese restaurante con perros, odio estar en el hospital.

Ella me mira fijamente con un brillo especial en los ojos, con ese brillo que me hace desear tantas cosas con ella, que me vuelve loco y que me hace estar a sus pies, Eleanor puede patearme y yo como un idiota le daría las gracias, solo por ser ella, soy su esclavo, su mayor admirador y su futuro esposo y no puede sentar tan bien.




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