Andrómeda

Capítulo 42 ✔️

Dejo de mirar los archivos y los planos para la construcción de una nueva empresa en Cuba y recuesto mi cabeza en la silla, estoy muy cansado, aunque ya llevo tres días, los tres que Eleanor está durmiendo en mi cama, que duermo bien, ocho horas normales y hacía semanas que ira incapaz por el dolor de no tenerla a mi lado.

Tocan a la puerta y resoplando dejo que quien sea pase, al hacerlo veo la cabellera rubia de mi guardaespaldas personal, este me mira con una sonrisa ladeada que solo puede significar que mi hermosa prometida se encuentra en el edificio y eso consigue que todo mi cansancio desaparezca y que mi mueca de disgusto se convierta en una sonrisa, siempre por ella.

- Hay una señorita muy impertinente que me está obligando a dejarla pasar sin tener cita previa.- dice con una sonrisa para que le siga el juego.

- ¿Si? Entonces no la dejes pasar, nadie puede obligarte.- él sonríe.

Veo aparecer el cabello negro de Eleanor por detrás de Ross, es algo complicado no verla porque ciertamente ella no es bajita y ante mis ojos es única por lo que siempre la veo, podrían haber doscientas personas en una misma sala junto a ella y yo seré capaz de identificarla, aunque tendría que ver muchos culos para ello, pero la encontraría sin fallar.

- Sois molestos, los dos.- dice con los ojos entre cerrados.

Hoy ha salido antes de casa para ir a por Brandon, al parecer una profesora de la universidad estaba acosando a mi cuñado, yo realmente no quisiera enfrentarme a la furia de Eleanor, tiene un aspecto frágil pero eso es solo en apariencia porque cuando dice de sacar las garras, hasta el más valiente se esconde de ella, puede ser muy cruel con las palabras, ya lo he visto en varias ocasiones.

- Y tu eres infantil, y nadie se queja.- le responde en tono burlón Ross.

- Claro que no lo hacéis, os encanta discutir como niños pequeños conmigo.- punto para ella porque es cierto, Ross, Eddi y Kevin adoran discutir con ella, pero Eleanor no se queda atrás también le encanta entrar en esos juegos de discusión.

- Vale, tu ganas.- se rinde Ross y ella le saca la lengua cual cría pequeña.

Eleanor me guiña un ojo y anda hasta sentarse en mis piernas, he llegado a la conclusión de que las prefiere antes que una silla, y creo, solo es una suposición sin confirmar, que no es por comodidad, sino por seguridad, desde que salimos del hospital ella se sobresalta por cualquier ruido y yo soy como su sitio seguro, de lo que por cierto me alegro.

- ¿Has hablado con la profesora de tu hermano?

- En un principio se ha negado, así que siendo cruel la he expuesto ante toda la clase y ante el director de la institución, así que está despedida y mi hermano menor ya no tiene que soportarla.- dice encogiéndose de hombros.

- No quisiera tenerte de enemiga.

Eleanor me ignora viendo los planos de la nueva empresa, ella arruga la frente y se acerca un poco más a la imagen del ordenador, se queda unos minutos observándolo y luego se aleja.

- Hay un error de cálculo.- dice al final.- Ese techo está demasiado inclinado y no podrá abarcar las dimensiones que quieres, sería mejor hacerlo menos pronunciado o recto.

- ¿Cómo sabes eso?- si que ahora diciéndolo me doy cuenta pero cómo ella se ha dado cuenta antes.

- Mi abuelo Francis es arquitecto, antes de caer en la enfermedad que sufre hacía muchos planos y aunque nunca me interesó nada de esto, él solía explicarme algunas cosas.- se encoge de hombros.- ¿Puedo redactar el correo para que cambien eso?

- Claro.

Ella se inclina y de inmediato noto lo mala idea que eso ha sido, ella lo nota porque da un pequeño salto pero igualmente lo ignora y continua redactando uno de los correos más formales que algunas vez he leído, ella domina las palabras, le gustan y disfruta de ellas.

- Creo que voy a levantarme.- dice cuando ha mandado el correo.

- Yo no lo creo.- la agarro de las caderas y ella suelta un pequeño jadeo.

- Me voy.- dice Ross, ni me acordaba que estaba aquí.

Eleanor se da la vuelta y esconde su rostro en mi pecho, yo solo puedo reír, a mi me da igual quien me vea desear a mi mujer, está claro que lo hago y la quiero mía, quiero hacerla mía como lo hice en aquel hotel de Alemania, pero debo esperar a que ella se recupere, estoy seguro que para el día de nuestra boda ella ya habrá sido mía muchas veces, y sino tampoco pasa nada, no voy a intentar ir rápido, con ella quiero hacer todas las cosas bien.

- Eleanor.- la llamo.

- Eres estúpido.- me da un golpe en el pecho y yo me río, ni siquiera ha utilizado algo de fuerza.

- Tu estúpido para ser exactos.- ella ríe todavía escondida.

Me separo un poco y agarro su cara con una de mis manos, sus ojos están dilatados y es por eso la vergüenza, no porque estuviera Ross viendo la escena sino porque me desea con la misma fuerza que yo la deseo a ella.

- ¿Vas a besarme?- pregunta en un susurro.

- ¿Por qué no vienes tu a por el beso?

Ella nunca toma la iniciativa, es demasiado tímida aunque en los besos que nos hemos dado ella no ha sido muy tímida, ha mordido, succionado y lamido lo que ha querido, lo que me hace pensar en la primera noche y en la paja que ella me hizo, eso no ayuda para nada a mi incipiente erección.

- ¿Lo quieres?- la reto.

Ella se muerde el labio inferior y asiente lentamente con la cabeza, estoy haciendo de todo mi auto control para no lanzarme contra sus labios, quiero probarlos, quiero destruir su maravilloso pintalabios rojo, quiero esos labios moviéndose contra los míos.




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