Harta de llorar por mi suspenso y porque me siento mal en general, decido que lo mejor es salir de mi residencia estudiantil e ir a beber, ¿puedo hacer? Si, en Alemania es legal beber desde los dieciocho y sino fuese legal tampoco me importaría mucho.
Plancho mi pelo azabache,maquillo mis ojos para resaltar su color y me pongo un poco de colorete, nada exagerado. Busco entre los miles de vestido de fiesta que mi madre me ha obligado a comprarme hasta dar con uno lo suficiente indecente como para desagradarle a mi madre.
Voy a salir de fiesta, a un bar muy posiblemente y eso es algo que mi señora madre odia, así que si voy a decepcionarla más de lo que ya la decepciona mi sola presencia, debo de decepcionarla bien, nada de a medias y llevando ropa recatada. Nunca he llevado ese tipo de ropa, ni cuando vivía con ella que era pocas veces.
Tomo los tacones más altos de mi colección y me coloco un abrigo, por estas fechas, mediados de Diciembre, el invierno ya está entrando y se siente mucho, hacen temperatura extremadamente frías y ya comenzó a nevar.
- ¿Ela?- me giro para ver a dos chicas de la residencia.- Pensé que no saldrías, oí que suspendiste un examen.
- Bueno, no siempre puedo estar en mi habitación.- intento ser amable aunque ella jamás lo ha sido.- Y bueno, ya recuperaré el examen.
- Tus padres deben de estar algo decepcionados.- me encojo de hombros, fingiendo que eso no me interesa.
- No más que los tuyos querida, ¿has aprobado alguna?- ella me mira indignada mientras yo lo hago con una sonrisa.
- Eres...
- ¿Una zorra? Utiliza un insulto más original.- le sonrío dejándola con las palabras en la boca antes de irme.
Bajo a recepción, donde veo a más chicas con sus novios y amigos. Algunos me miran y otros me ignoran, no es algo nuevo para mi. Siempre he recibido atención, ya sea de la buena o de la mala pero atención jamás me ha faltado.
- ¿Vendrás tarde?- veo al chico de seguridad de la residencia.
- No lo sé.
- Tengo que notificarlo.
- Pues diles que a lo mejor ni vuelvo.- él asiente, no tendría que permitir la entrada más tarde de las dos de la mañana pero es una norma que muchos, incluidos yo, se salta.
Salgo a la fría calle de Alemania, y corro todo lo que me dejan los tacones hasta mi coche. Agradezco que mi abuelo me lo regalase y aprobar el examen a la primera, creí que tardaría mucho más porque al principio le tenía miedo a conducir, a los coches en general.
Al entrar al coche y encender la calefacción enciendo también teléfono y le mando un mensaje a mi hermano, lo último que quiero es que me llamé y yo no atender y como consecuencia preocuparlo.
“Voy a salir un rato, no te preocupes”
Su respuesta no tarda mucho en llegar, a penas unos segundos después de que yo mandase el mensaje.
“Vale, lleva cuidado.”
Comienzo a conducir, pensando donde puedo o donde no puedo ir, siempre acabo yendo al mismo lugar, así que por comodidad y familiaridad acabo por ir allí. Es el bar de un hotel, el ambiente es agradable y no me siento tan acosada como en otros bares.
Al entrar saludo a un par de camareros, están bastante acostumbrados a mi presencia, parece que no pero soy una chica que sale bastante de fiesta.
- ¿Te sirvo lo de siempre?- me pregunta Sean al sentarme.
- Sabes que si.- intento sonreír pero vuelvo a sentirme mal por el puto examen.
Todavía no sé donde me he equivocado, donde he errado tanto para suspender un examen que llevaba preparándome semanas, pero la cosa es que lo hice y ahora me toca prepararme una recuperación.
- Te notas triste.
- Suspendí un examen.
- ¿Tan complicado era?
- Eso es lo que más me fastidia, que no lo era.- resoplo antes de acabarme de un trago la bebida.
- ¿Comiste algo?- niego.- Entonces come algo antes de beberte las copas con esa rapidez.
- Traeme algo y otra copa, por favor.- él asiente antes de irse.
A los quince minutos me ha traído un bocadillo, de los que seguramente se preparan para sus descansos y mi bebida. Mi idea de hoy es acabar lo más borracha que pueda, hasta tener que pedir una habitación del hotel y mañana tener la peor resaca de mi vida.
Me he bebido ya cinco copas, no sé ni que hora es pero siento muchas miradas que no me agradan para nada, y he llorado, menos mal que mi maquillaje es aprueba de agua o se hubiese ido todo a la mierda.
- Ey.- me giro para ver a alguien famoso, alguien que muchos en mi universidad conocen, Jackson Emerson, modelo y empresario.- ¿Qué te ocurre para llorar mientras bebes?
- Suspendí un examen de la universidad.- no sé ni porque le respondo, culparemos al alcohol en mi sistema y no a su atractivo.- ¿Y a ti qué te ocurre?- sé ve que algo le pasa.
- Encontré a mi prometida con otro hombre en nuestro apartamento.
- ¡Vaya mierda!- digo antes de darle otro trago a mi bebida.- Así que viniste a embriagarte como yo.
- Si, y a divertirme.- se ríe, está algo borracho pero no creo que tanto, un par de copas de más seguramente.- ¿Quieres divertirte?
- No quiero seguir llorando, eso seguro.- intento bromear.
- Pues vamos.- me tiende su mano y yo la acepto.
Nos adentramos en la pista de baile y comenzamos a movernos al compás de la música, no soy la mejor bailarina pero sé moverme lo suficientemente bien como para que no me miren mal o extraño, para que incluso algunos me miren con lascivia, lujuria y deseo aunque no es lo que me gusta provocar.
Nos movemos pegados, como si no existiésemos más en la discoteca, me gusta esto. Se siente bien, libre, no sé como expresarlo. La borrachera se nos debe de haber pasado a ambos porque ninguno ha bebido nada y debemos de llevar bailando sin descanso por lo menos dos horas.
Me giro para encararlo, es guapo y con mis tacones somos de la misma altura por lo que puedo ver perfectamente sus ojos de color miel con algunas motas de color verde, ojos de color pardo. Él se me queda mirando antes de agarrarme de la cintura y volver a pegar nuestros cuerpos. La fricción entre ambos se siente bien, placentera de una forma que no es normal, me siento en sintonia con él y lo acabo de conocer si es que se le puede llamar conocer a la conversación de antes.