Intento prestar atención en clase sin llegar a conseguirlo, no me encuentro nada bien. Me siento débil, con ganas de vomitar y esta mañana tenía fiebre, pero si falto no me entero de nada, así que no es una opción.
Mi compañero de mesa me mira por tercera ve, creo que se ha dado cuenta de que no estoy especialmente bien, pero yo me hago la loca, como si no lo viese como si estuviese bien. Es fácil fingir que estás bien cuando llevas tanto tiempo haciéndolo. Fingir una parte muy importante de mi vida, sin ello mi madre me hubiese matado hace años.
- ¿Te encuentras bien?
- Si.- intento sonar convincente.
- ¿Qué están hablando?- ambos miramos a la profesora.
Mi compañero me mira a mi y a la profesora con arrepentimiento, yo solo soy capaz de pensar en no vomitar, sino lo hago muy posiblemente acabe haciéndolo y no sería agradable para nadie. La profesora nos mira para que le digamos de que estamos hablando pero yo soy incapaz de decir una sola palabra.
- Sigo esperando.- asiento antes de cerrar un poco los ojos.- ¿Tiene sueño señorita O' Connor?
- No profesora, perdone que hayamos hablado solo que no había entendido algo de lo que había dicho.- digo de corrida, si me paro no voy a retener el poco desayuno que tomé esta mañana.
- Normal, no sé como la aceptaron en esta Universidad.
- Por dos razones, mi padre tiene dinero y paga, y porque me saqué las mejor nota del país es el examen de acceso a la universidad.- respiro con profundidad.
- No estaba pidiendo que me diera esa explicaión señorita O' Connor.- me muerdo la lengua para no contestar mal a la profesora aunque no me faltan ganas para hacerlo.- Si no entiende mi clase, lárguese.
Me levanto llamando la atención de los pocos que no estaban prestando atención. Mi compañero me más arrepentido si es que se puede mirar con más pena y disculpas en una mirada. Miro desafiante a la profesora antes de dar el primer paso, ella parece retarme todavía más con la mirada. Siento como el suelo se va moviendo, cada vez más rápido. Me es más difícil mantener la calma cuando casi ni veo por donde voy, todo está demasiado distorsionado como para que yo sepa bien donde debo y donde no debo pisar.
- Señorita O' Connor, ¿se encuentra bien?- ahora ella parece preocupada.- Señorita.- es lo último que oigo.
Todo queda en negro, ya no siento ganas de vomitar, ya no me da vueltas todo porque ya no hay nada delante de mi que pueda dar vueltas. Sería raro que siguiese mareada después de haberme desmayado, seria raro más no imposible.
Me despierto con dolor de cabeza, todo sigue dándome vueltas pero ya no se siente tan mal como antes, se siente extraño pero no mal. Ya no tengo ganas de vomitar, solo sigo ligeramente mareada, quizás tenia sueño y desmayarme era lo que necesitaba o yo que sé.
- Señorita.- abro los ojos para mirar a una bonita enfermera.- Oh, está ya despierta, voy a buscar al médico.
- ¿Dónde...?
- Está en el hospital, espere un momento.
- ¿Vino alguien?
- Un señor mayor.- sino se ha identificado debe de ser el padre de mi madre.
- Dígale que no quiero verlo, que se vaya por donde mismo ha venido.
- Señorita, pero él....
- Me da igual, no quiero verlo.- digo en tono más duro.
- Claro señorita, yo se lo diré.- me sonríe.- Iré también en busca del médico.
- Gracias.
Cuando se va intento incorporarme y lo consigo, torpemente pero lo hago. Sé que me desmayé en la universidad y no tengo ninguna duda de que fue mi abuelo quien me trajo aquí. Él tiene gente en todos lados así que no me extraña en absoluto que haya sabido incluso antes que mi padre o mi hermano donde me encuentro.
Resoplo cansada, quiero días de paz, no pido cosas muy difíciles. Pido una semana sin gritos y golpes, una semana en la que no piense en él. Me encantaría apagar mi cerebro, amaría no pensar tanto como lo hago, sería tan fácil. Sería, simplemente sería maravilloso olvidar algunas cosas y hacer desaparecer otras tantas.
- ¿Señorita O' Connor?- un hombre con bata blanca, mediana edad, y pelo blanco entra en el cuarto en el que me encuentro.- ¿Cómo se encuentra?
- Ligeramente mareada y confusa.
- Es algo normal en su estado, no debe preocuparse.- me sonríe con tranquilidad.
- ¿Mi estado?
- ¿No lo sabe?- niego con la cabeza.- Está usted embarazada.
- ¿Embara... qué?- digo de golpe, incrementando el mareo.
- No le recomiendo que haga.
- No sé preocupe que no lo voy a volver a hacer.- digo apoyándome de nuevo en la cama.
- ¿De cuánto estoy?- la pregunta es bastante absurda puesto que mi última relación fue hace cinco meses, así que sé de cuanto estoy pero necesito confirmación.
- Cinco meses señorita.- resoplo y cierro los ojos con fuerza, esperando que esto sea un absurdo sueño, no puedo estar embaraza, tengo a penas veinte años.- Sé que esto sonará raro, pero a pesar de su avanzado estado de embarazo, usted califica para un aborto de emergencia.
- ¿Un aborto?- no tengo nada en contra pero por qué necesitaría yo uno.
- Si señorita, usted tiene un embarazo que pone en riesgo su vida, ya que padece de une enfermedad cardíaca y sus caderas son demasiado estrechas para dar a luz de forma natural a la bebé.
- ¿Es niña?- asiente.- No quiero abortar.
- Pero señorita.
- Nada de señorita, correré los riesgos que hagan falta pero no pienso abortar.
- En ese caso debe de venir todas las semanas a revisiones periódicas.- asiento.- Y tomar las pastillas que voy a mandarle, todos los días, ¿entendió?- asiento.
- Lo haré.
- Está loca, cualquiera hubiese abortado.- suspira.- Se quedaré todo el día en observación, mañana le daremos el alta.
- Gracias.
El médico me deja sola, con mis pensamientos, se siente muy raro. Hace poco no sabía que estaba embarazada y ahora no puedo imaginar no estarlo. Solo espero que lo que he estado comiendo no le haya afectado de ninguna forma a la bebé, me odiaría por ello. Y ahora me odio porque no sé de que forma contactar a Jackson, y no solo es que no tenga forma sino que no quiero, no quiero que él me rechace a mi o a mi niña, o peor que me la quite. Sé que mis padres no me apoyarían de ninguna forma en caso de que él me la quisiese quitar.