Todavía es difícil para mis cuñados y para Eleanor asimilar no solo la muerte de su padre sino que también la de su abuelo. Todos sabíamos que no viviría durante mucho más tiempo, después de la muerte de Ernesto a ese hombre le drenaron a vida, ni siquiera era capaz de mirar a los ojos a sus nietos mayores sin sentir la mayor culpa del mundo. Porque la decisión de casar a Eliza y a Ernesto había sido de él, y sus nietos más mayores por esa decisión no tenían a ninguno de sus dos padres.
- Papá.- miro a mi pequeña.- ¿Mamá está bien?
- Mamá estará bien.
- ¿Y los titos?
- También.- le sonrío y ella me devuelve la sonrisa, feliz.
- ¿Po' qué etan tistes?- todavía me da risa que no sepa pronunciar bien algunas palabras, me recuerda a Sophia cuando era pequeña.
- Porque tu abuelo Ernesto se convirtió en un estrella antes de tiempo.
- Pero él cuida de ellos, ahoa.- asiento, es una niña bastante inteligente.- ¿Cuándo vene mami?
- Pronto cielo, pronto.
Brandon, Lukas y Eleanor han decidido ir hoy a una terapia en grupo, por lo que me dijo Eleanor es una forma de que Lukas vaya a un psicólogo, porque él al igual que los otros dos lo necesita pero no lo dice, solo se queda al margen, callado. Lukas es una de las personas que más admiro, perdió a su madre, vivió separado de sus hermanos para que todos estuviesen a salvo, salió de la mafia y ahora ha perdido a su padre. No debe ser fácil vivir con todo eso. Aún así no quiere, por alguna razón, recibir ayuda. No es que él se sienta débil recibiéndola, es como que no cree merecerla.
- Hola, ya volví.- Eleanor le da un beso en lo alto de la cabeza a Andrómeda y un beso en los labios a mi.- ¿Cómo se portó papi?- le dice a nuestra hija.
- Muy bien.- le sonrío.
- ¿Cómo se portó nuestra hija?- me pregunta esta vez a mi.
- Sabes que ella se porta siempre genial.
- ¿Entonces por qué no lleva el pijama? Es la hora de dormir.
Andrómeda y yo nos miramos por unos segundos, ella no quiere irse a la cama y a mi se me había pasado por completo que mi pequeña hija tiene horarios, lo que ya nos dijo el pediatra que era magnífico.
- Vamos princesa.- le tienda la mano que pronto ella agarra.- Tú y yo hablaremos ahora.
- Si mandona.- ella enrojece, no entiendo bien el por qué.
Mientras que Eleanor cambia de ropa a Andrómeda y le cuenta un cuento para dormir yo termino de recoger todos los peluches que nuestra ha sacado para jugar conmigo y los guardias, sino veo que Eleanor tendrá otra cosa para reírse de mi. Estoy controlado y bajo las ordenes de una niña de menos de cinco años y menos de metro treinta y cinco, así como por mi hermosa esposa.
- Mañana Andrómeda tiene cita con el psicólogo, ¿la llevas tú?- me sobresalto al escuchar su voz.- ¿Te asusté?- asiento.- Lo siento, no era mi intención.
- Lo sé, ¿no puedes tú?- ella niega.
- También tengo psicólogo.
- Entonces claro que la llevo yo, mañana el jefe no irá a trabajar
- Gracias cielo.
- Te ves cansada
- Todo esto a veces me sobrepasa, es decir, no tengo familia.- llora.- Una loca mató a mis padres, debo mantener una distancia prudencial con mis abuelos porque son mafiosos y mis hermanos están destrozados.- solloza.- No tengo familia.
- Ey, ven aquí.- la abrazo.- No sé bien que hacer para que no te sientas así, porque no es verdad, tienes una familia. Una construida por ti, por mi y nuestra niña, y aunque tú y tus hermanos estén pasando por tan triste duelo, todavía los tienes a ellos.
- Se siente tan mal no tenerlos.
- No sé como se siente Eleanor, pero con ayuda todo se supera.
- No se supera cielo, se aprende a vivir con ello.
- Entonces aprenderemos juntos.
Permanecemos en silencio no por minutos sino por más de una hora. Si ella necesita silencio, necesita llorar en mi hombro o que la abrace por horas, yo lo haré. Lo haré porque ella merece todo lo bueno del mundo. Cometió errores, basados en egoísmo, inocencia y miedo a que le sucediese lo mismo que a su madre. Pero nada de eso le impidió amar y formar una familia sana como estoy seguro que ella quería.
Decido romper el silencio con algo, es bueno romperlo de vez en cuanto. Por alguna razón siento que hacerlo ahora no conllevará a nada malo.
- ¿Por qué te sonrojaste cuando te llamé mandona?
- ¿No te acuerdas?- parece enojada.
- No, por eso pregunto.
- Pues no pienso decírtelo.
Ella se levanta y se va al piso de arriba. Como un arrastrado la sigo, no quiero que mi esposa esté molesta conmigo, no sé si sea realmente importante haber olvidado porque debe de sonrojarse cuando le digo mandona pero cuando he preguntado ha vuelto hacerlo. Y ahora que se ha molestado quiero saberlo con más interés.
- Eleanor.- ella se gira a verme.-¿Estás enfadada?- ella asiente.- ¿Por qué?
- Me haces sentir pervertida.
- ¿Pervertida?
- Si.- se cruza de brazos.
- No lo entiendo cielo, estoy muy confuso.
- A eso me refiero, yo me acuerdo y tú no.- vuelve a enfadarse.- ¿Quieres que te enseñe porque me sonrojo cuando me llamas mandona?