Andrómeda-Los Seres Celestiales

Capítulo 16

—¿Daniele?—pregunta Elian con dirección a la rubia de alas negras.

—Elian, a los años—dice ella.

Maldición, era obvio que se conocían. Daniele analiza a Elian de pies a cabeza, y noto que se muerde ligeramente el labio. ¿Habrán sido novios? Si ese fue el caso, existe la posibilidad de que Elian aún le conserve un poco de cariño. Cientos de ideas dan vueltas en mi cabeza, aunque mi subconsciente me implora que aterrice y me concentre en lo que está pasando. Estamos acorralados por un sin número de ángeles caídos; y con sinceridad, no creo que tengamos oportunidad de salir en victoria.

—Me gustaría saber el motivo de tú visita, o, mejor dicho, el por qué quieren robar “Él Espíritu del Padre”. Y si no es mucha molestia, ¿Qué haces con un ángel y una humana?—voltea a verme con desprecio. Ya la estoy detestando y recién la acabo de conocer.

Elian aprieta los puños y sus músculos se tensan. ¿Acaso le tendrá miedo? Desde qué conocí a Elian, jamás imagine que podría sentir temor… hasta ahora. Al parecer, Daniele tiene más poder en este lugar de lo qué me imaginé. Me cuesta asimilarlo, puesto a que noto rápidamente varios cuerpos robustos, capaces de levantar cientos de kilos sin problema; por lo contrario, Daniele es bien sexy pero no musculosa, se le ve débil a comparación de su grupo, o al menos eso aparenta.

—Ok—prosigue Elian—. Antes de contestarte, me gustaría que tú primero me respondas. ¿Qué hacen ustedes con uno de los espíritus de Dios?

Daniele sonríe ligeramente y se coloca un mechón de pelo detrás de la oreja. Se le ve bien segura de sí misma. Con tan solo clavarle la mirada a Elian ya muestra la gran autoridad que tiene. La envidio un poco por eso. Abigael observa la escena con desprecio, parece que no soy la única que no le agrada Daniele. Su ejército de ángeles caídos comienza murmurar entre ellos. De pronto, Daniele alza la mano y todos se callan, luego baja la mano y procede a hablar sin dejar de sonreír.

—Me parece raro que lo preguntes. ¿Enserio creíste que eras el único ángel caído que estaba arrepentido?

—Por supuesto que no—exclama Elian—. Sé que la mayoría queríamos regresar al Paraíso y volver a ser servidores de Dios. Pero no entiendo de que sirve conservar uno de los espíritus.

Daniele se acaricia el pelo y parpadea con incredulidad. Maldición, es perfecta. Si fuera una humana y hubiera estado en mi aldea, habría sido la chica más cotizada. Aunque claro, yo también lo era y no le tomaba importancia. Sus brillosos ojos azules me distraen por unos segundos y me transmite la maldad que oculta en el fondo. No confío en ella, y espero que ni Elian ni Abigael tampoco. Me preocupa que puedan ser manipulados ante tremenda hermosura.

—Verás Elian—prosigue Daniele—. Cuando nos mudamos del Mundo de las Almas Pecadoras, fuimos capaces de encontrar uno de los espíritus de Dios. Para ser más específica, “Él Espíritu del Padre”. Decidimos protegerlo con el fin de que algún día, podamos unir las tres partes del “Espíritu de Dios” y volver a resucitarlo. Así Dios por fin nos perdonará y nos convertirá nuevamente en lo que somos; en ángeles.

Pongo los ojos en blanco. Entiendo su motivación, pero es absurda. No se puede resucitar a Dios uniendo las tres partes del espíritu, ellos deberían ser los primeros en saberlo. Elian ladea con la cabeza. Ahora ya soy capaz de entender mejor su situación. Al parecer, todos los ángeles caídos siempre han tenido la esperanza de volver a ser ángeles, pero cuando Dios fue destruido, esos sueños también se desvanecieron. Sin embargo, el anhelo de volver a ser servidores de Dios se mantiene dentro de ellos y cada vez aumenta: es como un tumor que va creciendo hasta causar la muerte; en el caso de los ángeles caídos, los hace volverse más psicóticos, provocando un deseo excesivo de querer cambiar lo que es imposible. Elian también quiere convertirse en ángel, pero al menos él sí reconoce que no hay forma de lograrlo.

—Daniele, perdona que te lo diga así, pero es un plan estúpido. No se puede resucitar a Dios uniendo los tres espíritus—dice Elian provocando un concierto de murmullos en todo el lugar—. Si lo que planeas tuviera sentido, hace tiempo habría sido el primero en buscar los tres espíritus y unirlos.

Daniele deja de sonreír y arruga la frente. Su respiración parece agitada, como si lo que le dijera Elian fuera la noticia que menos habría querido escuchar. Admiro a Elian por ser realista, pero no sé si intentar entrar en razón a Daniele y a su ejército sea la mejor idea, pues solo está provocando que se enfade.

—Para Dios no hay nada imposible Elian—dice Daniele—. Y si en realidad tuvieras la fe que tenemos nosotros, no perderías las esperanzas de poder recibir el perdón de Dios y volver al Paraíso con Él. Enserio me decepcionas. Trabajamos día y noche tratando de capturar al “Espíritu Santo” que rodea nuestra ciudad una y otra vez. Algún día, nuestro esfuerzo habrá valido la pena, y no voy a dejar que tus palabras nos desmotiven por tú falta de fe y esperanza. Mereces ser un ángel caído para siempre, Dios jamás te perdonaría a pesar de que estuviera vivo.




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