Narra Hera
Mi vida no es nada fácil, ya que a pesar de tener una discapacidad, tengo una madre y un padrastro que me tratan mal, e incluso, me dejan sin comer, debido al profundo odio que sienten hacia mí, cuyo odio es demostrado de varias maneras, físicas y verbales.
Constantemente me repiten que soy un gran error para ellos, que no debí haber nacido, lo cual me entristece, porque a pesar de su trato cruel, los quiero mucho, aunque sea difícil para mí intentar que me quieran.
Lo sé, sé que nunca me van a querer. Por eso pido cada noche tener una oportunidad de que una nueva familia me quiera.
He notado que mi madre y mi padrastro tienen una actitud muy extraña, ya que salen por las noches y regresan muy borrachos, por lo tanto, siempre me encierro en mi cuarto con mucho miedo de cómo me trataran, si ya me tratan mal sobrios, ahora imagínate ebrios.
Por las mañanas siempre me encuentro con la misma situación, mi madre y mi padrastro están echados en el sofá, muertos de la resaca, así que no tengo más remedio que preparar mi desayuno sin hacer ningún ruido.
De repente, mi padrastro se despierta y, por supuesto, al verme, comienza a decirme cosas hirientes que me hacen sentir triste. Sin voz, es como si estuviera en silencio, lo cual hace que no pueda expresar lo que quiero.
Sin embargo, entre tantas cosas malas, llegó un ángel a mi vida cuando conocí a Massimo: Un chico que vive un poco lejos de mi casa, es un poco mayor que yo y siempre me cuida como si fuera su hermana pequeña.
Cuando me vio con marcas de golpes en mis muslos me preguntó quién me las provocaba. No pude decirle nada y me quedé callada, simplemente me abrazó fuerte y me sentí protegida.
Todas las noches le agradezco al universo por haberme enviado un ángel de la guarda.
Él siempre me dice una frase que comienza así: Los ángeles de la guarda nos iluminan con su luz divina y nos llenan de paz y armonía.