Narra Hera
Aún recuerdo aquel día cuando con algo que me sucedió una vez, cuando mi madre y yo fuimos a casa de un amigo suyo para pasar un rato.
Estaba muy cansada y tenía mucho sueño, así que su amigo me ofreció su cama. Pensé que era amable por prestármela, así que fui a su habitación.
Después de unos minutos, sentí como si alguien entrara en la habitación. Pensé que era mi madre, para avisarme que nos íbamos a casa, pero no fue así. Mientras miraba de reojo, vi que allí estaba el mejor amigo de mi madre. Ya que fingí estar dormida para saber qué estaba haciendo, de repente empezó a tocarme el trasero con aceite, metiendo su dedo dentro de mi trasero. Tenía ganas de vomitar, pero aguanté. Cuando terminó de tocarme, se marchó de la habitación y yo me quedé confundida con lo que había pasado, pensando si contarle o no a mi madre. Al final, decidí no contarle nada y ahí fue cuando empecé a guardar mis secretos.
Nunca le he contado ningún otro secreto a mi madre porque sabía que no haría nada al respecto. Acuerdo claramente aquel día en el que salía de clase y me dirigía al comedor. Justo cuando iba a entrar, unos niños me amenazaron de muerte por ser negra. Me decían cosas que una niña no debería escuchar. Fue duro para mí, porque desde ese día empecé a esconderme de esos niños. Siempre procuraba ser la primera en salir cuando sonaba el timbre o de ir detrás de un profesor para que no me vieran así para evitar que me vieran y así evitar sufrir más ataques racistas y comentarios desagradables.
Hay otros secretos que mi madre no sabe: que el novio de ella comenzó a tocarme cuando tenía 13 años. Acuerdo muy bien que estaba en mi habitación vistiéndome, cuando de pronto él entró y se quedó mirándome. De inmediato, mi instinto me dijo que me tapara con una toalla, y rápidamente le dije con muchos gestos que se fuera, o si no, iría a hablar con una trabajadora social o la policía. Afortunadamente, él salió de mi habitación y cerró la puerta. Respiré aliviada.
Maldije el día en que él ha venido a vivir con nosotras. Estaba muy tranquila y feliz, pero mi tranquilidad se fue cuando conocí a ese personaje que es novio de mi madre.
Hay una frase que dice así Después de la tormenta viene la calma.