Narra Enzo
Después de ver cómo Hera ha ido, me acerco a mi esposa para preguntarle qué ha pasado. Rápidamente, él me cuenta lo que ocurre después de que me ha dicho eso. A continuación, le digo claramente que seguiré pendiente de Hera porque tengo la sensación de que ella necesita protección. De pronto, mi esposa eleva un poco más la voz diciéndome que no es nuestro problema.
Le miro seriamente diciéndola:
—Aurora, sé que no es nuestro problema, pero esa niña necesita protección, la cual voy a brindar. —En ese momento, nuestro hijo se acerca hasta nosotros y nos pregunta qué ocurre. Inmediatamente, le digo 'Pregúntaselo a tu madre y me marcho dejándolos solos.
Al llegar al salón, me siento en el sofá y suelto algunos suspiros. Estoy bastante agotado y preocupado por Aurora .
Realmente no entiendo su comportamiento hacia Hera ,
admito que sus palabras me han afectado mucho, cuando yo solo intento ser amable ya que Hera me recuerda a mí en mi infancia. También pienso en lo mucho que tuve que insistir para que Hera se quedara aquí.
De repente, mi empleada me deja mi café en la mesa y antes de marcharse la paro para hacerle una pregunta.
Como sospechaba, mi esposa está celosa.
¡No me puedo creer! Nunca le he dado motivos para que se comporte de este modo.
Por lo tanto, decido hablar con ella para aclarar las cosas, pero justo recibo una llamada de uno de mis hombres. Maldigo antes de responder a uno de mis hombres donde me avisa que hay problemas con la mercancía. Claro que me pongo furioso
diciéndole que me esperen para resolver ese problema
Inmediatamente me voy de mi mansión. Al salir, me subo a la camioneta con mi guardaespaldas y comienzo a conducir hacia mi almacén. Cuando llego, bajo de la camioneta y entro al almacén. Veo a los compradores, quienes están armados, exigiéndome la mercancía, la cual debió haber sido entregada ., pero tengo la sensación de que no ha sido así. Por eso decido buscar pistas para averiguar quién me ha traicionado y estoy deseando atraparlo para darle un buen golpe. Justo ahora voy a intentar convencer a esos compradores de que volveré a tener la mercancía.
Al final logro convencerlos y se van, sin embargo, de repente aparece mi hombre de confianza con una expresión muy seria acercándose a mí y me entrega una carpeta, diciéndome que es muy importante y debo verla. Así que abro la carpeta y veo la información sobre el padrastro de Hera. Luego, él me informa que ese mismo hombre es el nuevo repartidor y ha robado toda la mercancía.
Apretó mi mandíbula de rabia después les digo a mis hombres que nos vamos a buscar a ese maldito luego nos marchamos del almacén y nos montamos en nuestros coches dirigiéndonos hasta la casa de Hera.
Cuando llegamos a casa de Hera, nos bajamos rápidamente. Al acercarnos, nos dimos cuenta de que la puerta estaba abierta. Ahí es cuando escuchamos unos llantos, y algo dentro de mí me dio la alerta de que era Hera quien lloraba.
Mi instinto me guió hacia el lugar de donde provenían los llantos, hasta llegar a una habitación donde veo a ese maldito sobre Hera rompiendo su camisa.
Mientras ella protegía de los intentos de ese maldito, sin pensarlo dos veces, le quito de encima. Les grito a mis hombres que vengan, y rápidamente vienen. Les digo que lo lleven al coche, mientras yo me encargo de ella. Por supuesto, uno de mis hombres me aconseja llevar a Hera también para que se sienta segura. Le digo que voy a llevar a un departamento que compré para Massimo, así aprovechamos.
Enseguida agarro la manta para taparla, luego la puse en mis brazos cargándola en volandas y nos marchamos de su casa. Al salir les digo que lleven a ese maldito al almacén e interrogarlo. Pero, si es necesario, háganlo con tortura ,lo que quieran
Después de habérselo dicho, mi hombre de confianza abre la puerta de mi camioneta y, a continuación, acomodo a Hera en el asiento. Acto seguido, me subo junto a ella y pongo su cabeza sobre mi regazo. Mi hombre de confianza cierra la puerta y se sube a la camioneta, comenzando a conducir hacia el departamento de mi hijo.
Cuando mi hombre estaciona frente al departamento, bajo de la camioneta y la cargo en mis brazos para llevarla adentro. Al entrar, la coloco en la cama y luego intento irme para hablar con mi hombre, pero no me deja. Entonces le digo a mi hombre que me quedaré aquí con ella y que mañana lo avisaré para que venga a buscarme y se vaya. Así lo hace.
Después de haber ido, me coloco cerca de ella atrayéndola hacia mí, haciéndola sentir protegida entre mis abrazos .
Hasta que me doy cuenta de que está temblando, así que decido levantarme de la cama para coger otra manta,
pero ella agarra mi mano, diciéndome en lenguaje de signos.
—Señor Enzo, por favor, no me deje sola. _Sus ojos están llenos de lágrimas, así que con cuidado le limpio las lágrimas y le digo que solo voy a tomar otra manta.
Por lo tanto, me levanto de la cama y camino hacia un armario. Al abrirlo, tomo una manta grande. Menos mal que compraron todo lo necesario.
Nada más cerrar el armario, vuelvo con Hera y le pongo encima la manta. Espero a que deje de temblar y a continuación le pregunto si desea algo de comer. De inmediato me dice que no, que no tiene mucha hambre. Ante su mirada apagada, me meto en la cama de nuevo con ella, me siento en la cabecera de la cama y la atraigo hacia mí para acariciarle el pelo hasta que se duerme.
Al día siguiente, cuando abro los ojos lentamente, me quedo mirando a Hera, que todavía está dormida y parece una muñeca frágil y delicada. Ayer noté en su mirada que necesita que la cuide, no se merece esta vida cruel