Anécdotas de... ¿amor?

¡HASTA PRONTO DON MOY!

¿Sabes?

La vida es tal y como me lo contaste. Aún recuerdo los relatos de tus vivencias allá en Michoacán, cierro los ojos y te imagino entre mariposas monarca, caballos, árboles y arroyos.

Todo está bien  no te preocupes, es solo que te quise contar algunas cosas que me gustaría que supieras.

¿Recuerdas a kaliffa? Ese perro doberman del que tanto me hablaste, pues bien, debes saber que hace unos años tuve uno igual, de hecho le puse el mismo nombre. Y sí, tenías razón, ¡es una raza maravillosa!. Por desgracia también debo contarte que murió víctima de envenenamiento  en brazos de mi padre. ¿Quién lo hizo?,  una vecina, y sí, fue doña Maricela. El luto nos duró mucho tiempo. Quise vengar su muerte pero tú no lo hubieras permitido, así es que deje todo por la paz.

Tiempo después me compre una camioneta doble cabina, caja larga. Si, era GMC de 8 cilindros tal como a ti te gustaban. La use para ir al campo como siempre aunque no en plan de trabajo. La vendí, aun no sé por qué pero lo hice.

Actualmente yo soy quien cuenta tus historias, aun las recuerdo bien. El me mira atento con sus ojos abiertos y brillantes, a veces me pide hacer pausas para preguntar sobre ti y también se queda maravillado al escuchar quien fuiste.

 Si, ¡adivinaste!,¡Tengo un hijo!. Un niño maravilloso, se llama Kaleb y es muy noble y muy llorón así como lo fui yo a su edad.  Le gusta correr en el campo como a ti, y contempla las noches de luna como lo hacías tú. Estoy seguro que estarías orgulloso de él.

Antes de despedirme debo decirte que últimamente me dio por la carpintería, ya sabes solo para relajarme un rato, me hubiera gustado que me enseñaras algunos trucos para facilitarme el trabajo pero cuando yo tuve edad para aprender tú ya estabas muy agotado, peleando con esa maldita enfermedad que termino cambiando tu carácter dulce y te amargó terriblemente.

Ahora si me despido, y te mando un abrazo hasta lo más profundo de mis recuerdos. Ya sabes, nunca hemos creído en un cielo ni en un infierno, así es que ya no existes.  Y,  ¿Por qué te escribo si ya no existes? , pues nada, me acorde de ti y te extrañe un poco.

¡HASTA PRONTO DON MOY!




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