Anécdotas del viento

Kilómetros

En definitiva, no sé cómo iniciar esta historia, cuando pensé en contarla parecía fácil, pero me equivoqué. Este relato no puede iniciar con un “Érase una vez” porque en esta historia no hay una princesa, ni mucho menos un príncipe; en cambio, en este relato hay un demonio o mejor dicho una persona que cree serlo, ¿Cómo inicias la historia de un demonio?

Sentada, con la cabeza llena de estas dudas, en la vieja mecedora de mi bisabuela, miro la oscura calle a través del vidrio de la ventana, un gran laberinto de asfalto se   adentra en los territorios salvajes del mundo humano. Cierro mi libro dejándolo en mi regazo, llevaba casi media hora intentando leer bajo la luz de la luna, debo admitir que, por más romántico y melancólico que esto parezca, la hermosa y tonta luna no tiene luz suficiente para iluminar las páginas.

La pequeña taza de café aún espera en la pequeña mesa, el contenido está frío y a medio beber; a su lado, la oscura pantalla de mi celular me devuelve un tenue reflejo mío convertido en un esqueleto de sombras. Sumida en la oscuridad producida por la falta de energía eléctrica, miro el vacío oscuro que intenta imitar al abismo del averno, mis pensamientos son un limbo de frases, recuerdos y palabras. Me pregunto si en algún lado, en medio de la oscuridad, alguien al igual que yo, espera encontrar las respuestas a sus dudas mirando la pared en sombras.

Es increíble como el hombre mira al pasado, presente y futuro, considerando al pasado como aquello que sucedió hace meses o días, diciendo futuro a los años que vienen, sin fijarse que el pasado y el futuro, son separados por un segundo que dura el presente.  Hace solo unos meses, esa pantalla se iluminaba constantemente, una luz mágica que acompañaba mis noches tristes y mis días sombríos. En momentos como este, era inevitable preguntarme ¿Qué sería de él? No me sentía culpable por ese pensamiento, y lejos de lo esperado, no le guardaba rencor, no podría guardar rencor a la persona que por una breve eternidad, me hizo sonreír.

Hoy hay luna llena 4,255 kilómetros vuelven a separarnos. No sé cómo llegué a este punto, ahora intento contar una historia que aún no logro entender del todo. Mi cabeza da giros mientras veo el último mensaje, ya no duele es obvio, pero en ese momento, vaya que dolió.

En los últimos nueve meses comprendí muchas cosas que nos enseñan erróneamente, amor, dichosa palabrita deseada por todos y entendida por nadie, si buscas en internet la palabra amor, te saldrá desde tontos test de saber si estas enamorada, hasta las características que tiene una persona que gusta de ti, como si eso fuera universal, como si todos sintiéramos las cosas de la misma manera. Estúpido, en definitiva, pero bueno para perder el tiempo un día caluroso de verano.  Como decía, muchos intentan enseñarnos del amor, desde tu madre que te habla del amor de pareja, hasta tu prima cinco años menor que tú que ya va por su tercer novio del año, pero ¿Qué saben ellos del amor? ¿Cómo sabes que amas a alguien? Sé muy bien que no hay ninguna alerta dentro de nuestro cerebro que se active y un día una voz nos diga “eh venga que te has enamorado” ¡No! Eso no pasa, tampoco somos unas máquinas que podemos expedir un papelito que diga “enhorabuena te has enamorado, ganaste un vale para curaciones de corazones rotos a mitad de precio” aunque suena como una buena oferta, y muchos empresarios deberían considerar un negocio así, eso no sucede y no sucederá. Entonces sigo preguntando, cómo sabes que estás enamorado si uno de los principales requisitos es tener cerca a la persona. El amor, según mis coetáneos, nace de a poco, aquí les presento un resumen de lo que sería el más famoso, reciente y nunca emitido documental de “Discovery que eres un tonto – amor de siglo” de acuerdo a los grandes esfuerzos de científicos renombrados (tu vecina de la esquina) que se dedicaron a estudiar las fases del romance en jóvenes, llegaron a la conclusión de que existen cinco grandes pasos que son muy importantes. Punto número uno, atracción: se traduce en encontrar a la chica, chico, fruta o verdura que te genere un mínimo interés; punto número dos, acercamiento: dícese de la etapa en la cual los dos especímenes de estudio interactúan buscando cosas en común; punto número tres, primera cita: momento crucial en el que se decide si aquella relación puede tener un futuro o no; punto número cuatro, declaración: a este punto ya debe haber pasado un mínimo de tres semanas desde que inició el proceso de cortejo, si el caballero en cuestión no formaliza la relación ¡HUYE! Pero, sutilmente; Y punto número cinco, Rompimiento: en caso de haber declaración, la relación estará durante unos meses, y si cuentas con mucha paciencia unos años, luego de ello se distancian y el círculo vuelve a comenzar.  Esto que acabo de presentarles, es lo que hoy en día llamamos amor, obviamente no puedo generalizar con el punto cinco puesto que hay muchos que duran más años, pero por lo general es así. Regresando al tema del amor y de estas curiosas reglas o estatutos tallados en la piedra mental de la sociedad, planteo mi duda ¿te puedes enamorar sin ver a la otra persona? (No hablo de ciegos) Si yo siguiera siendo la misma de hace unos meses, en efecto te diría “claro que no” pero ahora, no te puedo afirmar ello, si lo hiciera iría contra toda esta montaña rusa de la cual acabo de bajarme hace unos meses.

Es increíble como uno, inconsciente, toma estos estatutos supuestamente románticos como una ley marcial, pero cuando llega alguien que tira abajo todo ello, quedas flotando en un limbo, y eso fue lo que me pasó, nadie me preparo para ello, nadie me advirtió que era posible enamorarse sin ver a la otra persona. Lo peor de todo es que no tengo la menor idea como pasó, para cuando me fije, el ya invadía mis pensamientos. Llegó de la nada, con su rara forma de entenderme, y su original forma de seguirme el ritmo cuando tengo café en las venas y la melancolía de la noche encima. Llegó como llegan las buenas historias, tarde en la noche balbuceando tonterías; para alguien acostumbrada a no ser entendida era grandioso congeniar. Entre risas y libros, frases y poemas, se fueron escondiendo deseos, preguntas y propuestas, directas en ocasiones, subliminales en otras, dejaban un sabor agridulce en el pecho que se repartía por mi sistema alterando todos los circuitos, causándome escalofríos que me dejaban días enteros sin ganas de comer, mi estómago era un revoltijo a causa de él, y mi inspiración una fuente interminable de historias y poemas. Que bien que inspira el amor, el café y las noches. Pero, en medio de todo ello, de aquella relación implícita, de aquel noviazgo no confirmado había mucho de por medio, para ser exactos, 4,255 kilómetros de distancia. Así es, solo alguien lo suficientemente loco sería capaz de enamorarse de alguien al cual posiblemente jamás podrá tocar, tonta dirán unos, pero hoy les presentare mis propias reglas del amor que pude aprender en este tiempo. Uno, no es necesario ver a la persona, las palabras y los pensamientos pueden seducir igual que una mirada; dos, no necesitas tomar su mano, los versos y canciones dan mejores caricias, porque estas van al alma; Tres, no necesitas tener dinero para regalos, un poema salido del corazón o tu alma, son regalos muy preciados; cuarto,  no necesitas panqueques, cartelitos o letreros gigantes para declararte, en ocasiones basta un cuento bien contado que diga lo que deseas; Quinto, no necesitas repetir que la quieres, basta demostrarlo con pequeños detalles, la distancia no es excusa para no darlos.




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