Añeja Fantasía: Evocación del orbe

Capítulo 8. Memoria del tiempo

Parecia que todo empezó hace unos meses, mucho antes de la fiesta. Estaban jugando y todo se puso negro. Le era inexplicable aquella sensación, pues no sabia otra cosa que no era el hecho de que había dejado de respirar. Escucho llamarle pero no podía mover sus músculos. El profesor levantó su cabeza y la miró a los ojos. No podía responder. La miraba y con angustia le preguntó: “¿estás ahí?”, pero no podía responder. Luego Nicole se inclino a mirarle y la tomo recostándola en sus piernas, diciendo una y otra vez “Aquí estoy” al sentir finalmente su presencia, le recordó que la tenía cubierta y que no pasaba nada, cuando todo empezó a girar y de repente su pulmones se llenaron de aire y pudo ver de nuevo sintió como algo había cambiado, y sin embargo todos lo hacían ver tan normal... Lo único que sabia y tenía por seguro era que algunas veces se sentía bien y otras no tanto.

Ella nunca había sido muy apegada a ninguna religión, ni siquiera a la que desde nacimiento le habían inculcado, claro que creía que había algo por ahí, que nos provocaba problemas y nos molestaba cuanto quería, pero que igualmente le dejaba mirar cada aspecto que él había creado, solo para enamorar a sus ojos. Pero esa realidad, era una realidad que solo podía verla ella, verla todos como humanos. La idea que parecía tan compleja y comprensible sobre lo que existía no era tan exacta como realmente ella lo creía, pues en realidad, parecía que cada dia se encontraba en un mundo diferente, enseñándole otra estúpida lección y haciéndole perder la cabeza entre la magnificencia de su belleza. Lo prejuicios a los que siempre se había basado se deshacían cada día, pues según sus simples puntos había una manera muy fluida de explicar la vida, y estos la habían engañado, porque en realidad una persona no se enfermaba así porque si de cáncer, una persona no es atacada sin razón solo por el hecho de existir, una persona debería tener un felices por siempre y no ver como su familia se deshacía en pedacitos frente a sus ojos, a una persona no se le olvida por estar ausente, se le olvida por no ser importante.

Su cuerpo sedado, se encontraba inconsciente sobre una cama y aunque parecía estar mejor que nunca, aun faltaba la última prueba: Saber de que lado estaba
-Si acepta el gen, reconocerá su magia, despertara como si nunca hubiera estado enferma pero olvidara aquel sueño, por lo que es primordial ver cada reacción que tenga mientras duerme o será imposible ayudarla. 
- ¿Quien es su guardián? 
- Tanatos- dijo en un susurro Jenell. 
Dios de la muerte, pensó enseguida, ¿Por qué un hombre con tales dones se encargaría de mantener vivo a alguien? No lo sabían, sin embargo aquella persona frente a ambas no dudó en tal persona. Buscaban el reinicio de todo, aceptar a dicha persona podía ser un buen inicio.
- Llámalo, ha llegado la hora.
El silencio se mostró amenazante cuando él se vio molesto por tal acción. Entonces ambas mujeres caminaron una detrás de otra fuera del lugar.

Horas después, sin la mera aparición del llamado Dios, las tres personas anteriores no hacían otra cosa más que mirar a Edelina, su conducta era extraña y había pasado suficiente tiempo como para que su recuperación hubiera sido completada, ni siquiera parecía haber una intención por la cual debería levantarse. Ella se había rendido antes de lo esperado, o al menos eso es lo que creían ellos.
- Cual es su nombre?- Pregunto la mujer mientras miraba a Edelina.
- Edelina Bradley, ciudad de Dresden, Europa. Actualmente tiene 19 años, estudiante de Technische Universität Dresden. Tuvo varios problemas en el cambio, según los registros más de una vez despertó escandalizada por “sueños” 
- ¿Los oniros?
- No, Telquines. Se la han pasado jugando con estos chicos como víctimas de una guerra. Incluso un chico Botan Dai de Manila, Asia. Se suicidó luego de una extraña conducta afirmando que lo perseguían todo el tiempo. 
- ¿Quién es tu informante? 
- Hermes, los Olímpicos le han cambiado el papel de mensajero a niñero. 
- Esto es un desastre. – Afirmó la chica pero finalmente ignorando todo conflicto continuo con su análisis 
-¿Quienes son sus antecedentes? - Interrumpió Jenell mirándola.

Mnemósine afirmando cerró sus ojos, inspeccionando su misma memoria, sus párpados se abrieron pero sus pupilas se habían ido y en un golpe salió con furia de su lugar, chocando con la pared que se encontraba frente a ella, su concentración se esfumó e inmediatamente le miró a Némesis, Diosa del castigo divino, que sin comprender que había pasado se apuro desde su asentamiento en la puerta a mirarle las heridas que aquel golpe le había provocado junto a Jenell. 
- Teia - susurro ella, hablando por primera vez. 
Si existía una palabra inombrable o prohibida, Teia era una de ellas. Siendo el nombre de la persona que se guío al camino de sus pensamientos, por producto de una falla que le llevó a la locura por poder y terminando por dar descendencia a los aprendices más voraces que existían en ese mundo. Que existían en la tierra planeta de destrucción. Jugando con su propia existencia solo por comprender la complejidad que una hechicera tenía que someterse. Dónde incluso Hécate había terminado bajo el rango de aquella persona, así como muchos otros…




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