Iban pasando los días y a pesar de no poder alejar mi mente de Paulo, Eric me llamo para quedar.
No podía decirle que si íbamos a quedar solos, o me iba a traer al guapo y adorable Paulo, así que fui allí esperando que viniera Paulo después de todo, pero no fue así.
Pase una tarde maravillosa con Eric, un paseo bajo los árboles del parque, tumbarnos en la hierba sin preocupaciones mirando hacia el cielo, y hasta me invitó a un helado, un amor vamos, el Eric que había conocido antes de este periodo de pausa injustificada.
Me gustaría haberle preguntado por esa pausa, pero si él no decía nada prefería no estropearlo, y así fue como Eric y yo volvimos a las viejas andadas de ese medio tonteo inocente.
No tenia esa sensación como con Paulo, pero estar con Eric me era tan familiar, tan cómodo, nunca había rencores, todo era siempre tan apacible junto a él. Me gustaba Eric, pero como le había rechazado alguna vez, aunque nunca lo habíamos dicho claramente ninguno de los dos, pero, son esos matices que algunas personas no pillan, pero que para Eric y para mi eran ya demasiado familiares.
Pero, pasaron los días, y me toco mudarme a otra provincia, ya que no estudiaba a mis padres les dio igual que me dejaran sin amigos, como si en una nueva provincia, sin estudiar ni nada fuera a estar mejor, no miraron nada por mi y simplemente nos marchamos.
Me despedí de Eric, a pesar de que deseaba despedirme de Paulo no quería decirle nada a Eric para estropearlo.
Y así me encontré yo de un día para otro, en una nueva ciudad, solo manteniendo una breve correspondencia con Eric que sabía que se esfumara a medida que pasara el tiempo.
Así transcurrieron los primeros días en mi nueva ciudad, Madrid, con lo feliz que era yo en mi ciudad natal Alicante, es verdad que no era mucho de playa, pero bueno, por lo menos sabía que la tenía ahí si quería ir.
Mis dos padres ya tenían trabajo en Madrid, mi padre se vino a Madrid con empleo, y mi madre encontró de limpieza gracias a unos contactos del nuevo jefe de mi padre, así que yo era la única en la familia que no hacía nada allí, era el lastre al que tenían que pagar todo.
Así pues, decidí buscar trabajo incansablemente, pero aunque echaba infinitos curriculums había algo contradictorio en todo aquello, yo echaba un curriculum, y pedían experiencia, y yo no tenía porque no había trabajado nunca, y así continuamente.
Un día decidí que me había cansado de recorrerme todos los comercios que estaban alrededor de mi casa y me senté en un pequeño parque donde jugaban unos niños despreocupados después del colegio, y a mi lado había un chico, rubio, alto, y que demonios, era bastante guapo, algo más mayor que yo, nunca se me ha dado bien acertar con la edad de la gente. Estaba leyendo un periódico nacional cuando se le iba a cercar una niña hacia donde estábamos, pero no llega a acercarse porque se tropieza con un juguete de plástico que había en el suelo, al instante se pone a berrear, no llorar, porque los niños no lloran, berrean para que les hagas caso, me levanto, la limpio un poco las rodillas con la mano cuando el chico que había al lado se levanta.
-Mari, te he dicho mil veces que no vengas corriendo.- Dijo el.
-Lo siento.- Dijo la niña, que tenía todavía sujeta.
-No pasa nada, son cosas de niños.-No me veía soltando el típico cliche de madre, pero hay estaba.
-Ven, que te invito a un batido.- Dijo.
No sabía si me decía a mi, suponía que era a la niña así que me quede muy quieta mientras la niña se acercaba más a él.
-A ti también.- Dijo tendiéndome la mano, yo seguía de cuclillas de haber ayudado a la niña.
Nos tomamos un batido y me estuvo contando que era su hermanastra, su madre se había vuelto a casar y que hoy le tocaba cuidarla.
Yo le dije lo de mi incesante búsqueda de empleo, y que me había mudado recientemente al barrio.
Al parecer éramos casi vecinos, y me dijo que si necesitaba trabajo que el me podía ayudar a encontrar uno, por suerte para mi su padrastro creía estar obligado a tenerle en un buen puesto en el periódico donde trabajaba y podía mover algunos hilos para meterme en alguna sección pequeña para empezar, a mi me pareció perfecto, quien me iba a decir que por cansarme de buscar trabajo lo encontraría en el parque donde iba a descansar.
Me dio su teléfono y su correo, al irnos hacia casa como vivíamos más o menos cerca yo le señale por donde vivía, y me dijo que sí me parece bien mañana por la mañana iría a recogerme en coche para ir al trabajo, por mi perfecto ya que no me había sacado todavía nada para viajar por la ciudad.
Decidí no contárselo por ahora mis padres, de hecho, ni se enteran de cuando salgo o entro de casa, además cuando ya tuviera dinero y esas cosas ya se lo diría con calma.