Condujo por sitios bastante oscuros a todavelocidad, tras algunos momentos de pánico por mi parte, reconocí la entrada a nuestro barrio y me tranquilice.
Pero, entonces me dí cuenta, no podía ir a casa en ese estado de medio embriaguez.
Me dejo en la puerta de casa y espero en el coche.
-¿Por qué no entras?.- Me pregunto desde el coche.
-Es que..- Ahora estaba mucho más tranquila. - ...no puedo entrar en este estado a casa.- Dije.
Mis preocupaciones ya no eran él, era más importante que mis padres que me mantenían en casa, vamos techo, comida, y esas cosas, no me vieran en este estado.
-Puedes quedarte en mi casa si quieres.- Dijo Daniel.
Tenía que pensar rápido, después de lo que había pasado, era realmente seguro estar con él, pero en su casa había gente, no pasaría nada, además canaria allí, conocería a su familia y vería a su hermanita, de repente me encontré que hasta me apetecía ir, cambiar de aires, siempre viene bien, aunque sea algo tan sencillo como ir a cenar a casa de alguien.
-Esta bien, vamos a tu casa.- Conteste.
Subí al coche, solo pensaba que si me sentía incómoda podría irme a mi casa más tarde, no pasaría nada.
Llegamos enseguida, al fin y al cabo vivimos bastante cerca, como a un par de calles y un cruce.
Al llegar allí se nos hizo bastante tarde, entre venir desde donde quiera que me hubiera llevado, el ver si iba a mi casa o no, al final cuando entramos estaban todos durmiendo, me hizo un gesto con la mano de que no hiciera ruido y subimos a su cuarto, yo pensaba que íbamos a cenar, pero no parecía la situación más óptima.
Me quedé sentada allí en su cama y el bajo a por algo, era una casa de dos plantas bastante grande con un jardín enorme, la verdad es que no se parecía nada a las casas de por allí.
El cuarto de Daniel era muy grande, casi tan grande como mi salón, tenía una cama de matrimonio , una televisión enorme y al lado el ordenador. Una estantería llena de libros y trofeos donde se podía ver también un portátil, un armario empotrado y una terraza.
Alguien abrió la puerta, me daba algo de miedo que alguien de su familia me viera allí, ¡que iban a pensar! Así que me acurruque en una esquina, pero por suerte para mí abrió Daniel con un bollo de chocolate en la mano y una botella de agua.
-No es una gran cena, pero no tendrás hambre y podrás dormir.- Me dijo, creo que a modo de disculpa.
-Gracias.- Dije, cogí el bollo y casi lo engullí, me moría de hambre.
Daniel se empezó a quitar la ropa se quedó en calzoncillos, yo intente hacerme la sueca, pero se estaba despelotando en mi cara.
-Oye oye... para ¿qu haces? Quiero decir, sé que estás en tu casa, pero...- Dije intentando no sonar muy escandalizada.
-Puedes quedaré tú también en ropa interior si estas mas cómoda, yo no voy a dormir incomodo solo porque estés tú aquí.- Me contestó, y se tumbó en la cama.
Me puse rojisima del corte de tener a un chico casi desnudo a mi lado, Daniel se empezó a reír;
-Esas como un tomate, ¿de verdad te da tanta vergüenza?- Dijo entre risas.
En ese momento me recordó muchísimo a Paulo, hacia tiempo que se me había ido de la cabeza, que había olvidado a ese chico del que apenas conocía nada, en cierto modo, Daniel se parecía a el.
En ese instante me sentí mucho más cómoda, todo me parecía más familiar.
Me tumbe, aunque con el vestido, a su lado y me acurruque un poco junto a él.
Note como pasaba su mano por encima de mi cintura agarrándome, acercándome un poco a él, como si fuera un peluche, ya no tenía miedo, hasta podía dejar pasar ese comportamiento algo dudoso bajo las estrellas, puede que fuera el alcohol, no es que deba dejar pasar todo comportamiento rarito porque fuera el alcohol, pero esta vez ese momento ya había desaparecido, me sentía tan a gusto que ni siquiera podía darle vueltas a ello.