Sofía se las arregló como pudo para criar, no solamente al niño humano que encontró en la iglesia hacía algunos años atrás y que le había traído como consecuencia que los otros miembros del clan la despreciaran, sino también a su única hija, llamada Sheyla, que siempre estaba con ella y a veces quería jugar con él, pero su madre se lo prohibía porque aún no podía controlar sus impulsos hacia la sangre de un humano.
Ángel vivía en una pequeña habitación cercana a la de su madre adoptiva, ella a diario le llevaba comida y agua, para que no se enfermara. A comparación de los otros humanos que vivían en la mansión, él vivía muy bien, porque los otros eran tratados como esclavos, los ataban con gruesas cadenas de hierro y también los obligaban a fábricar armas para matar a los Hombres Lobo, a las mujeres las convertían para que fueran sirvientas de sus esposas o de sus hijas, pero cuando fallaban en sus tareas, los dejaban en manos de uno de ellos para que los mataran, succionando su sangre o con un arma, para después tomar su sangre y guardarla.
Los miembros del clan veían a Ángel como una mascota, propiedad de la hermana menor del líder. Era una buena porción de comida para ellos, pero nada más, hasta llegar al punto de querer matarlo a escondidas de Sofía sólo para tomar su sangre, cosa que ella impidió por todos los medios, porque había llegado a quererlo como a un hijo y, por ese motivo, todos lo odiaban.
Cuando él tenía trece años y Sheyla once, ella aprendió a controlar su deseo por la sangre, lo que para ella significó que comenzó a tratar al humano protegido por su madre y al poco tiempo se hicieron amigos, lo que para su madre fue lo mejor que pudo pasar, pero para el resto del clan eso no era posible.
Acusaron a Sofía de traición a su clan, la condenaron a muerte y la asesinaron frente a todos, pero antes de morir, les dijo:
—Si he de morir por algo que no fue mi culpa, que así sea. Pero cuando descubran la verdad que yo sé, será el fin de este clan.
Sheyla grabó esa frase en su cabeza como la tinta sobre el papel, se fue a su habitación y durmió toda la noche. Al otro día, se levantó buscando a Ángel por toda la mansión y cuando encontró a su nana, le preguntó:
—¿Dónde está la mascota?
—Niña, él ya no volverá —dijo ella.
—¿Por qué?
—Los señores lo mataron ayer por la noche, mientras dormías y se llevaron su cuerpo —fue la respuesta que recibió de parte de su nana.
Entonces la niña comenzó a llorar amargamente, pues en una sola noche había perdido a su madre y a su amigo por la misma razón.
Continuará...
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Editado: 04.04.2025