En el momento en que Ángel cumplió quince años, finalmente pudo ser parte del Equipo Nova, de forma activa, lo que significaba que podría ayudar a Gary ya al resto del grupo en lo que más había deseado llevar a cabo desde que comenzó a entrenar, un tiempo atrás: participar en las salidas nocturnas que ellos realizaban, de forma regular, para cazar vampiros. Kassandra fue prácticamente quien se hizo cargo de dicho entrenamiento, durante el cual, pudo aprender a manejar varios tipos de armas, a la espera de, cuando llegase el momento indicado, serles de utilidad en su tarea de acabar con esas criaturas.
Odiaba a esos monstruos con toda su alma, ya que, con el pasar del tiempo, solía tener pesadillas recurrentes, en las que se pudo dar cuenta de que -desde su punto de vista- él había sido esclavo de un clan de vampiros, debido a que aún no recordaba nada concreto sobre su pasado. Él estaba totalmente convencido de que la esclavitud era el peor crimen del que un ser humano podía ser víctima en la vida, y por eso mismo, quería acabar con toda su maldita civilización, sin que quedara el menor rastro de su existencia sobre la faz de la Tierra.
Ángel era bastante ágil en combate, y su mayor ventaja era su velocidad de reacción en medio de algún enfrentamiento, que le permitía buscar alternativas de defensa o contraataque ante sus enemigos en muy poco tiempo, lo que lo hacía un muy buen elemento para el Equipo Nova. No obstante, su mayor cualidad era su excelente puntería, que le servía de mucho al momento de realizar un ataque a largo alcance, e incluso en sus peleas, en las cuales, para poder acabar con varios vampiros rápidamente, usaba una especie de revólver, el cual era muy raro, pues tenía una cámara para balas muy grande y un cañón muy grueso, lo que se debía a que lo que disparaba no eran balas, sino que eran estacas de madera, con las que podía derrotar sin esfuerzo a sus enemigos.
Pero Ángel tenía un problema: le gustaba trabajar solo. Eso creó muchos conflictos y problemas entre todos los miembros del equipo, sobre todo entre él y Esteban, porque sus personalidades siempre chocaban entre sí y llevaban una pésima relación. Una noche, después de una cacería, al volver al lugar en donde vivían, de momento, tuvieron una discusión:
—¡Todo esto es culpa tuya, mocoso tonto! —le reclamaba Esteban, que se veía muy enojado.
—¿Mía? —le pregunto Ángel, un poco sorprendido por eso —. ¿Acaso yo hice que casi te cayeras de ése edificio por querer hacerte el héroe matando a ese vampiro?
—Ésa era mi decisión —se justificó el otro, muy serio —. No tenías por qué entrometerte en eso.
—¡Al menos deberías reconocer que yo te salve de una muerte segura! —refutó el menor, fastidiado por la actitud de su compañero —. ¡Deja de comportarte como si fueras un bebé!
—¡Si no hubieses hecho eso, al menos moriría con el poco honor que me quedaba!- le increpo Esteban, furioso por su comentario.
—¡Ya dejen de pelearse entre ustedes, chicos! Recuerden que somos un equipo y que debemos estar unidos —intervino Kassandra, con voz calmada, tratando de apaciguar los ánimos entre sus compañeros, aunque sabía de antemano que eso era prácticamente imposible.
—Kaz tiene razón, debemos tratarnos con respeto —argumentó Peige, para apoyar a la joven cazadora.
—En fin... Esteban, eres un completo idiota —fue lo que dijo Nick, quien se había limitado a observar la pelea, además de agregar lo siguiente —. Meterte con el “niñito mimado” de Gary es un error garrafal, pero parece que, por más que te lo diga, nunca me harás caso.
—¡Tú cállate, que nadie te dio velas en este entierro! —le ordenó Esteban, dando gritos, pues estaba mucho más furioso que antes.
—No he terminado, tranquilo —continuo Nick, ignorando lo que el otro le dijera —. Ángel, dime la verdad, ¿A ti te gusta ser el centro de atracción de todos nosotros? ¿O me equivoco?
—¿A qué te refieres con eso, Nick? —le interrogó Ángel, que se notaba un poco descolocado por sus palabras —. ¡Por supuesto que no es cierto! Ustedes son lo más cercano que he tenido a una familia, me ayudaron cuando estaba al borde de la muerte, sin recordar nada de mí, a excepción de mi nombre, me recibieron en su hogar, me dieron una vida... ¡Debo retribuirles eso de alguna manera!, ¿O no piensan que yo debería hacerlo? Pues yo daría hasta la vida por ustedes, de ser necesario.
—Tú no harás eso nunca —dijo Gary, que acababa de entrar al lugar en donde se llevaba a cabo la discusión, muy molesto —. Tú eres uno de nosotros y prefiero que esa suerte llegue a mí mismo, antes que a ti o a Kaz.
Ángel escuchaba en silencio cada una de las palabras de Gary, con la cabeza agachada, mirando el piso, formado por viejas baldosas de cerámica, que alguna vez fueron de color maderado y, por el paso del tiempo, se habían vuelto de color beige claro. No tenía el valor suficiente para reclamarle nada, no sería algo justo para él y lo respetaba en demasía, tanto como a un padre. Solo una cosa le hizo volver de sus pensamientos, pues Gary le dijo:
—Ángel, mírame cuando te hablo.
El no hizo ni dijo nada.
—Ángel, obedece. ¡Te estoy hablando!
Ni siquiera le dirigió la mirada, pues estaba delante de él.
—¡Ángel, no hagas que pierda la paciencia!
—No lo haré —respondió el muchacho finalmente, pero suavizando el tono —. Yo no voy a cambiar de opinión, ni aunque me lo pidas de rodillas, Gary.
Después de eso, se fue corriendo a su habitación, pues las lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos, nunca se iba a permitir a si mismo que lo vieran llorar, no lo habían hecho en todo el tiempo que llevaba viviendo con ellos y nunca lo harían, mucho menos en una situación tan simple como la que acababa de ocurrir en ése lugar.
Continuará...
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Editado: 04.04.2025