Ángel

Capítulo IX: Una Venganza Inconsciente

Minkur y Rakur, los guardias por excelencia de Kratos, fueron, en cierta forma los responsables de que la guerra entre el clan de los vampiros y el Equipo Nova iniciaran la guerra, ya que una noche, mientras custodiaban al líder en el Hogar Secundario, fueron interceptados por dos miembros del Equipo Nova.

Ellos eran Kassandra y Nick, que por ordenes de Gary, tenían la tarea de investigar todo lo que hiciera Kratos por las noches, cuando tenía la necesidad de salir del Hogar Principal, es decir, de espiarlo para conocer todos sus movimientos y, así saber cuál era el momento indicado para atacarlo a él y al clan.

—¿Ustedes que hacen en este lugar? —les pregunto Rakur —. Este lugar es propiedad privada, así que es mejor que se marchen, mocosos.

—¿Y qué pasa si no nos queremos ir? —les pregunto Kassandra, con un tono ligeramente pícaro.

—Entonces sabrán las consecuencias —les dijo Minkur, mientras sacaba su arma, una espada hecha totalmente de plata, que conservaba, aun después de que la guerra con los Hombres Lobo había terminado algunos años atrás.

—Y se puede saber cuáles son esas consecuencias? —pregunto Nick, con tono burlón.

—Van a morir —les dijo Rakur, quien ya tenía en sus manos un par de pistolas, listo para asesinarlos.

—¡Ja! —se rió Kassandra —. No me hagan reír, son patéticos.

—¡Ya veras, mocosa! —le dijo Minkur, completamente iracundo ante ese comentario.

A causa de ello, el ataco a Kassandra, esperando a que no resistiera los ataques de un Garkos, pero, para su sorpresa, ella salto hacia el aire y saco una ballesta del bolso que llevaba con ella. Entonces le disparo una flecha, que le dio en una pierna, haciendo que lo que contenía en su interior, que era agua bendita, hiciera su efecto, pero no fue nada grave para su rival, pues se recupero unos segundos después.

Nick, que también usaba pistolas, se encontraba en un pequeño dilema, ya que había olvidado las Balas Ultravioleta y solamente llevaba Balas de Plata, que si bien, no le hacían daño a su rival, podían retrasarlo por algunos momentos, mientras encontraba algo de madera para acabar con él.

Kassandra volvió a atacar a Minkur con su ballesta, saltando de nuevo, pero antes de ello, su rival la alcanzo a la misma altura. En el aire, ella le dijo:

—¡Has caído en mi trampa!

Después de eso, ella disparo al pecho de su contrincante, logrando así que el mismo sufriera una muerte lenta y muy dolorosa, volviéndose cenizas un momento después. Nick le pidió que le disparara una flecha a su rival, pero ella le respondió:

—No tengo más flechas, ¿Qué ocurrió?

—¡Que olvide mis balas especiales! ¡Eso pasa! —le explicó él, furioso, pero no con ella, sino con el mismo, por la estupidez que había cometido.

—¡Están perdidos! —les dijo Rakur, que después se convirtió en su forma vampírica y se abalanzo sobre ellos, dispuesto a devorarlos sin piedad.

Pero en ese preciso momento, una estaca atravesó a su enemigo desde la espalda, atravesándole el corazón, atascándose en su esternón, y matándolo en un momento. Entonces Nick y Kassandra vieron que la persona que los había salvado era Ángel, que aun tenía su pistola para estacas en la mano y también vieron que les decía:

—Mensaje de Gary: ¡La próxima vez que salgan a cazar vampiros sin las armas necesarias, no enviaré a nadie para que los ayude en su tarea!

—¡Tu cállate! —espetó Nick, molesto, aunque sabía que el muchacho sólo era el emisario de Gary.

—¡Gracias por salvarnos! —le dijo Kassandra, que se veía muy emocionada al ver que estaba ahí.

—No fue nada, Kaz —dijo él, sin darle mucha importancia al asunto —. Mejor vámonos de aquí, que no estamos en ventaja para acabar con más vampiros, al menos por ésta noche.

—Un momento —dijo Nick, entonces tomo la espada de Minkur —. Faltaba el trofeo de estos dos idiotas. Ésta espada se verá hermosa en mi “muro de trofeos”.

Entonces se marcharon de allí, aunque Ángel miraba esa espada con mucha atención, como si la conociera o la hubiese visto antes, pero él nunca se imagino que esos dos vampiros, de los que ahora quedaban solamente cenizas, habían sido los mismos que, por ordenes de Kratos, le habían golpeado y que casi lo asesinaron la noche en que Sofía murió.

Continuará...




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