Kratos, al enterarse de lo que había pasado con sus dos guardias personales habían sido asesinados por miembros de un pequeño y, según él, insignificante grupo de cazavampiros, ordeno a dos de sus sirvientes a que llamaran a su sobrina Sheyla, que para él era la indicada para acabar con esos principiantes en una sola noche, pero sabía que ella era muy difícil de convencer, entonces mando a sus sirvientes a buscar regalos para ella y le trajeron cosas y ropajes muy costosos. Cuando ella estuvo frente a su tío, él le pregunto amablemente:
-—Querrías colaborar con tu clan, aunque sea por esta única ocasión?
—¿De qué se trata todo esto? —pregunto ella, muy a la defensiva —. Sabes muy bien que yo no tengo afinidades por ninguno de los miembros de este clan, Kratos.
Ella siempre lo llamaba así, para que se diera cuenta de que ya no podría ganarse su confianza tan fácilmente, como el mismo sabía de antemano, pero Kratos aun guardaba una mínima esperanza de su joven y rebelde sobrina se daría cuenta de que lo que hacía estaba muy mal y que, al hacerlo, podría ser un miembro pleno del clan y algún día, asumir el liderato del mismo, ya que el no tenía herederos al trono y ella era la única persona que podía tomar ese lugar.
—Eres una niña malcriada —replico Jurkon, la mascota de Kratos.
—Y tú un murciélago orejón y feo —respondió ella, haciendo que el animal gruñera y dijera por lo bajo:
—Traidora, algún día recibirás tu castigo y yo estaré gustoso de ver cuando ocurra.
—En fin, ¿Qué es lo que quieres que haga, Kratos? —le pregunto a su tío, retomando la conversación abandonada hacia un momento, gracias a la mascota gruñona que este poseía.
—Hay un grupo de cazadores merodeando la zona y buscando información sobre nosotros —fue la respuesta que le dió él.
—¿Y qué tengo que ver en eso, Kratos? —pregunto ella, ligeramente sorprendida, pero a la vez, muy interesada, aunque debía ocultar su entusiasmo ante el líder de su clan.
—Muy sencillo, quiero que acabes con sus miserables vidas —explicó el mayor, muy sereno.
—¿Y que recibiré a cambio por llevar a cabo dicha tarea? —le insinuó la vampiresa, simulando ignorar el asunto para no despertar sospechas —. No creas que mis servicios serán gratis.
El tío de la joven mandó a sus sirvientes personales que trajeran un baúl, de buen tamaño, que éstos colocaron justo frente a Sheyla, pues era su “pago” por el encargo que le había dado. Un momento después, se dispusieron a abrir el mismo, por lo que ella pudo observar lo que contenía en su interior. Había varios vestidos, ricamente adornados, así como hermosas joyas, de oro y plata, con vistosas gemas y brillantes, además de otras cosas muy lindas, y después de habérselas mostrado, le hizo la siguiente oferta, usando un tono de voz muy sutil, mientras le señalaba a su sobrina el baúl:
—¿Ves todas éstas cosas hermosas que están aquí? Todo esto será tuyo si nos ayudas en esta sencilla tarea, Sheyla.
Realmente eran hermosas las cosas que Kratos le ofrecía, pero ella, al notar el tono de voz que usaba con ella y de la demanda pensó para sí: “esto es muy extraño, debo investigar a que se debe tanta insistencia en que acabe con ese grupo de cazadores”. Esto último fue lo que la impulso a decirle, a modo de respuesta:
—De acuerdo, lo haré.
—Sabia que aceptarías mi oferta, querida sobrina —celebró Kratos, muy sereno, al escuchar la respuesta de la chica, aunque en su pálido rostro se dibujo una pequeña sonrisa de victoria.
Pero el no alcanzó a darse cuenta de que los ojos de la joven, tan azules como el cielo, se llenaron de alegría, algo que para cualquier otro miembro del clan al que pertenecía sería incomprensible, ya que habían renunciado hacia mucho tiempo atrás a mostrar sus sentimientos, al ver que eran superiores a los simples e inútiles humanos, que para ellos eran solamente sus esclavos y su “comida”, al momento de morderlos, con el fin de beber su sangre. Sheyla había tratado de mantener una relación distante con el resto del clan, para que creyeran que no le había afectado la pérdida de su madre.
Eso se debía a que, después de haber perdido a Sofía y quedarse prácticamente sola en el mundo, y de todo el tiempo que había estado esperando, en el que por momentos se dejó llevar por la desesperación, finalmente ella podría vengar la muerte de su amada madre y de su mejor amigo, pues ignoraba que él en realidad estaba con vida y que el destino los estaba reuniendo sin que ninguno de ellos se diera cuenta realmente. Ella se marcho a su habitación, para pensar con claridad en lo que haría y después de un rato, se dijo a sí misma:
—Lo mejor que puedo hacer será ir a conocerlos en éste mismo instante. Así sabré qué tan buenos son esos sujetos.
Y sin más, tomo su espada y se marcho de allí lo más pronto que pudo, para que el destino cumpliese con su misión más importante con respecto a ella y a Ángel: reunirlos.
Continuará...