Kassandra, apenas escuchó el llamado de sus compañeros de equipo, se apresuró en llegar al lugar en donde se encontraban, para ayudarlos a enfrentar a los vampiros que estaban cazando, en otra parte de la ciudad. Pero al llegar allá, se dió cuenta de que sus sospechas no eran ciertas, pues lo que ella pensaba que eran unos vampiros, habían resultado ser dos bestias enormes, que andaban en posición erguida; además de ver que dichas criaturas se disponían a matar a Esteban y a Nick, entonces les disparó algunas de sus flechas, las cuales no le sirvieron de nada, porque no les hicieron ningún daño.
Fue entonces que llegó a la conclusión de que se trataba de unos Hombres Lobo, por lo que buscó entre sus cosas una ballesta que llevaba consigo -que Gary le había dado en una ocasión, para que pudiera actuar en casos como ése-, la cual tenía dardos de plata en su interior. Comenzó a dispararles con ella a sus oponentes, buscando que los dardos se clavaran en sus piernas, para que perdieran el equilibrio y cayeran al suelo, mientras lanzaban aullidos de dolor, por estar en contacto con la plata, que era su mayor debilidad.
Por otra parte, Nick comenzó a revisar su cinturón, de donde sacó un arma un momento después, ya que había recordado que la misma tenía balas de plata, para luego dispararles a esos Hombres Lobo con ella, y cuando ya estaban muertos, les lanzó un encendedor, con la llama prendida, y ver así como se convertían en un montón de cenizas.
—Nick... ¿Tenías una pistola con balas de plata y no fuiste capaz de usarla hasta ahora? —le preguntó Esteban, que estaba un poco molesto—. ¡Eres un idiota!
—Perdón, olvidé que la traía —se disculpó el otro, bastante apenado por su descuido—. Pero, a pesar de todo, logramos acabar con ellos.
—¡Siempre se te olvida algo! —le reclamó Esteban, fastidiado—. De no ser porque Kaz usó su ballesta para atacarlos, no lo hubieses recordado.
—Bueno, ya basta de discutir muchachos —fue lo que dijo la chica, con tono sereno, para calmar un poco a los chicos—. Volvamos a casa, ya nuestro trabajo está hecho.
Después de eso, ellos tres se dispusieron a regresar a su guarida, con la intención de hacerle conocer a su líder los detalles del enfrentamiento que habían tenido ésa noche. Esteban, por primera vez en mucho tiempo, se sentía cómodo en su trabajo, lo cual se debía a que él era realmente un cazador de Hombres Lobo, mas, en ésa ocasión, no llevaba armas que le fueran útiles para enfrentarlos; Nick estaba preocupado por la aparición de aquellas criaturas en la ciudad, porque a comparación de los vampiros, eran mucho más difíciles de vencer, a pesar de que cuando se convertían a su forma bestia, eran un poco lentos, pues tenían fuerza sobrehumana.
Entretanto, Kassandra no dejaba de pensar en lo que acababa de descubrir sobre Ángel, al haber escuchado la conversación que Gary había tenido con Sheyla, durante su reunión en el restaurante, además de que le inquietaba la reacción que tendría el chico al enterarse de la verdad, pues sabía muy bien que él odiaba a los vampiros, y tenía miedo de que llegara a cometer alguna tontería, a causa de ello.
En otra parte de la ciudad, Gary y Sheyla iban en camino hacia la guarida del Equipo Nova, desde donde la vampiresa pensaba regresar a la mansión de su clan; conversaban sobre sus vidas, lo que querían hacer en el futuro y en el caso de la chica, en cómo le iba a contar la verdad de su pasado a Ángel, y el cómo enfrentaría el hecho de que llegara a rechazarla, porque no tenía idea de cómo iba a reaccionar el chico ante eso.
—Déjalo en manos del destino, Sheyla —le aconsejó Gary, con voz serena—. Éste siempre se encarga de devolver las aguas a su cauce.
—¿Pero cómo pasará eso? —le preguntó ella, un poco preocupada.
—Eso nadie lo sabe —se limitó a decir el hombre.
Todo parecía ir bien, hasta que, al llegar al lugar en el que vivían los cazadores, el hombre se dió cuenta de que alguien había entrado al mismo por la fuerza. Entró rápidamente allí, para ver qué había pasado y saber si todo estaba bien; se encontró a Peige, acurrucada en un rincón de la casa, quien se veía muy asustada, por lo que le pidió a Sheyla que tratara de calmarla, mientras él revisaba el resto de la vivienda, que era un completo desastre, en busca de Ángel, ya que no estaba con Peige, y se preocupó aún más al ver que no se encontraba allí.
Volvió a donde se hallaban su novia y la vampiresa, con la intención de preguntarle qué había sucedido en el lugar durante su ausencia, sin embargo, Sheyla se le adelantó:
—¿Quiénes se lo llevaron?
—Eran varios sujetos, se transformaron en bestias horribles, muy grandes y fuertes —les contó la joven, que todavía estaba en shock por lo ocurrido—. Lo golpearon y se lo llevaron.
—Hombres Lobo.
—¡Maldición! —gritó Gary, furioso al escuchar la sentencia de la vampiresa.
—¿Qué fue lo que pasó aquí? —fue la pregunta que hizo Nick, que estaba un poco extrañado al ver el pequeño revuelo que había allí, sin contar los destrozos en la guarida.
—Los Hombres Lobo vinieron aquí y raptaron a Ángel —les informó el líder del Equipo Nova al resto.
—¿A Ángel? —le preguntó Kaz, aterrada ante lo que acababa de escuchar—¿Pero por qué?
—Tal vez ése era su objetivo —concluyó Esteban, muy serio—. Enviaron a unos de ellos a donde estábamos nosotros, a la vez que vinieron aquí por él, pero... ¿Qué tiene que ver él con todo esto?
Sheyla se mantenía en silencio, mientras escuchaba el razonamiento de Esteban con respecto a lo sucedido con Ángel y vió además que tenía sentido: El ataque de los Hombres Lobo en donde habían estado ellos tres, no había sido más que una distracción para llegar al chico, que era lo que en verdad querían, y por eso también fueron a la casa, lo que no le quedaba claro en el momento era la razón de su proceder, no obstante, estaba dispuesta a averiguarlo, por lo que dijo finalmente, muy decidida:
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Editado: 04.04.2025