Después de que entraran a la guarida de los Hombres Lobo, Esteban, quien se notaba un poco desorientado por todo lo que estaba ocurriendo allí, le preguntó a la vampiresa, dejando ver su desconfianza ante todo aquello:
—¿Qué es lo que está pasando aquí, Sheyla? Creo que tienes muchas cosas que explicar y si tú amigo te ayuda, será mejor.
—¡Muchacho insolente! —le reclamó Milnor, muy molesto—. Ya vas a aprender a respetar nuestra alianza con Sofía y que ahora pensamos mantener con Sheyla.
—Espera, Milnor —lo detuvo la joven, muy seria—. Él tiene razón en algo, y es en que lo mejor es que esté enterado de lo que ha ocurrido. Y para eso, deberías contarme la razón por la cual Ángel se encuentra aquí en su escondite.
Un momento después, uno de los subordinados del líder de los Hombres Lobo se acercó a éste, con suma cautela, para luego decirle algo al oído, y regresar a donde se encontraba anteriormente. Fue entonces que el hombre le hizo saber a sus acompañantes la siguiente noticia:
—Parece ser que nuestro huésped finalmente ha despertado, los llevaré a la habitación en donde lo tenemos, para que lo vean.
—¿Lo convirtieron? —preguntó, Esteban, un poco preocupado.
—Muchos de mis subordinados quieren convertirlo, tal vez para divertirse, sin embrago, no lo he permitido.
Milnor, Esteban y Sheyla se dispusieron a ir hasta el lugar del que el mayor había hablado antes, por lo que avanzaron un poco hacia el interior de ésa antigua mina, con la intención de ver a Ángel, y ver si no le habían causado algún daño. El hombre se detuvo justo frente a una puerta bastante antigua, hecha de madera, y le aconsejó a los dos jóvenes:
—Aquí se encuentra el chico. Es un poco agresivo, tengan cuidado.
—¿Agresivo? —le preguntó Sheyla, incrédula.
—Si se refiere a cómo se enfrentó a los que fueron a raptarlo en nuestra guarida, puede ser —argumentó Esteban, que estaba más tranquilo—. Él no es agresivo, lo que le puedo asegurar es que sabe cómo hacer las cosas.
—¿Quién va a entrar de ustedes dos?
—Yo lo haré —respondió la vampiresa, decidida.
Al escuchar lo que dijo Sheyla, el joven cazador de Hombres Lobo se quedó aún más sorprendido, porque él creía que lo mejor era que él entrara, al ser un conocido suyo. Pero prefirió no decir nada al respecto, pues no sabía realmente lo que iba a suceder en ése lugar, ni mucho menos la razón por la que ésa chica quería hablar con su compañero del Equipo Nova. Un instante después, Milnor abrió la puerta de aquel cuarto, y la vampiresa entró en ella, dejando sólos a los dos hombres.
Ya en el interior de aquel lugar, Sheyla vió que Ángel estaba acostado en una pequeña cama, que tenía un colchón, el cual se notaba bastante dañado y sucio a simple vista, además de una vieja sábana, que tenía varias partes deshilachadas; el chico se quejaba de dolor, a consecuencia de los golpes que había recibido de parte de los Hombres Lobo que lo secuestraran en la casa donde vivía, mientras miraba el techo rocoso de dicha habitación, esperando la oportunidad justa para intentar escapar de sus captores y volver con Gary y los demás miembros del Equipo Nova, que era lo único que le importaba.
—¿Te encuentras bien?
El muchacho, apenas escuchó aquella pregunta, comenzó a mirar hacia todas partes, buscando a la persona que le había hablado, pues estaba tan concentrado en planear su fuga, que no se había percatado de la presencia de alguien más allí, y quería ver de quién se trataba. Al ver a Sheyla, abrió mucho los ojos, en señal de sorpresa, y fue entonces que le preguntó:
—¿Qué está haciendo aquí, señorita Sheyla? Éste es el escondite de los Hombres Lobo, podrían hacerle daño.
—¡Me recuerdas! —exclamó ella, dejando ver su alegría por lo que acababa de enterarse, para luego abrazar al chico con fuerza—. Pensé que nunca lo harías, amigo.
—Perdón, es que no recordaba nada de mi pasado desde que los guardias de Kratos me atacaron, pero... ¿Sabía usted que en éste tiempo he estado viviendo con cazadores de vampiros?
—Sí, de hecho Esteban vino conmigo a buscarte —respondió ella, muy serena.
—¿Y qué ha pasado con Sofía? Ella también debería haber venido.
El momento de responder aquella inquietud había llegado finalmente. Sheyla se sentía muy mal, porque, aunque sabía muy bien que tenía que darle la terrible noticia a su amigo, decirle que su madre había muerto, y que su muerte había sido ordenada por su tío Kratos, no tenía idea de cómo iba a reaccionar él al saberlo, y por eso mismo, no decía nada, pero Ángel, que estaba un poco preocupado ante su silencio, se atrevió a preguntarle, temiendo lo peor:
—¿Le hicieron algo malo?
Sheyla no dijo ni una palabra.
—¿Está muerta?
La vampiresa se limitó a asentir.
—¿Quién es el responsable de su muerte?
—Kratos —respondió ella, en voz baja, pero se notaba su enojo al hablar—. La llevó a juicio, junto con el resto de los miembros del clan, acusándola de traición, y ellos la condenaron a muerte. Yo misma la ví morir.
Ángel se quedó sin palabras al escuchar la respuesta que le dió Sheyla acerca de lo que le había ocurrido a su madre, que había muerto de una forma tan reprobable, la misma noche en la que se habían querido deshacer de él, y también alcanzó a comprender el por qué de eso. Su primera reacción ante eso fue abrazar a su vieja amiga, lo más fuerte que le permitían sus brazos, para entonces dejar salir sus lágrimas, buscando desahogarse, por la inmensa ira y la impotencia que lo embargaban en ése momento; el enterarse de la muerte de Sofía fue un golpe muy duro para él, ya que, aunque ella no era una mujer común, si no una vampiresa, había hecho todo lo posible para criarlo, a pesar del desprecio que sentían el resto de los miembros de su clan hacia él, por ser un humano, tanto así que la consideraba como si se tratara de su propia madre.
—Es un llorón —se quejó Esteban, al escuchar el llanto de su compañero del Equipo Nova.
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Editado: 04.04.2025