Ángel

Capítulo XXIV: El Ataque a la Mansión de los Vampiros

Apenas los miembros del Equipo Nova se reunieron de nuevo en el área de los calabozos de la mansión en donde se hallaba el clan de Sheyla, salieron de allí y comenzaron a buscar a la joven vampiresa en el interior de aquel sitio, porque querían ayudarla en sus planes de acabar con Kratos y el resto de los miembros de éste, pero no lograban dar con su paradero. Por eso mismo, Esteban protestó, expresando su molestia al respecto:

—A éste paso, cuando la encontremos, ya estará muerta.

—Hacemos lo que podemos, ella lo sabe —comentó Kassandra, con voz serena—. Si llega a morir, no será por nuestra culpa.

Ángel hizo un claro gesto de desagrado al escuchar el comentario que hiciera su compañera de equipo, pues él no estaba dispuesto a dejar que el líder del clan al que la joven pertenecía acabara con su vida, y así, se repitiera lo que le ocurrió a su madre, unos años atrás. Sin embargo, fue Nick el que la reprendió por su inmadurez:

—Por si no lo sabías, ella se metió en esto porqué quiso ayudarnos a salvarlos a Peige, al jefe y a ti. Lo menos que podemos hacer por ella es ayudarla, Kaz.

—Yo no le pedí que lo hiciera —le respondió, un poco extrañada por sus palabras—. Le pedí que te rescatara de los Hombres Lobo, nada más.

—Nick tiene razón —concordó Gary, muy serio—. Sheyla es nuestra clienta y tenemos que ayudarla con lo que se propone. Éste es el momento que esperábamos, chicos.

—¿Tienes un plan? —le preguntó Peige.

—Debemos separarnos, así la buscaremos en varios puntos de la mansión al mismo tiempo y no tardaremos tanto en dar con ella; además, tenemos armas suficientes para liquidar a todos los vampiros que nos impidan avanzar —explicó el líder del Equipo Nova al resto—. Formaremos parejas: Nick, tú y Kaz vayan por el ala este; Peige y yo nos encargaremos del ala oeste, y eso nos deja a Esteban y a Ángel, y irán al área central. Por cierto... ¿Dónde está Ángel?

Como acababa de notar Gary, Ángel no se encontraba con ellos en ésa zona de la mansión, pues aprovechó que los demás estaban distraídos, prestándole atención al plan de su jefe, para ir a buscar por su cuenta a Sheyla. Nick y Esteban, al darse cuenta de eso, se miraron el uno al otro por un momento, porque ellos eran los únicos que sabían acerca del posible ataque de parte de los Hombres Lobo; y el cazador de licántropos se quedó muy pensativo, ya que era el único -además de Sheyla-, que conocía de la condición que hacía que él fuera inmune a la conversión vampírica, en el caso de que llegara a ser mordido por algún vampiro. Eso era algo que le daba cierta ventaja sobre sus enemigos.

Ésa actitud de parte de ambos jóvenes se le hizo un tanto sospecha al mayor, que comentó, muy intrigado:

—Siento que ustedes dos me están ocultando algo, chicos.

—Nada de lo que debas preocuparte, Gary —le dijo Esteban, tratando de evitar que se interesara en ése asunto—. ¡Busquemos a Sheyla y matemos vampiros, muchachos!

—¡Así se habla! —celebró Gary, para después agregar—. El plan sigue siendo el mismo, pero cada uno, mientras recorra su zona, vea si encuentra a Ángel. ¿Bien?

—De acuerdo —dijeron todos al unísono, después de eso, Gary se fue con Peige y Kassandra hizo lo mismo con Nick, a las áreas que les correspondían, según el plan.

Esteban al quedarse sólo, se dijo a sí mismo, muy preocupado:

—Sólo espero que se le ocurra enfrentar a Kratos, porque si lo hace, él podría descubrir toda la verdad, eso no le conviene a nadie. Además, ése vampiro podría vencerlo con suma facilidad.

Siguió andando por la mansión, buscando a su joven compañero de equipo, lo cual se le estaba haciendo muy difícil, pues él no conocía ése lugar, a diferencia del menor, que desde que era muy pequeño, solía pasar mucho tiempo recorriendo todos los alrededores, al estar con Sofía, o jugando con Sheyla. Se sentía como si se hallara en medio de un gran laberinto, del cual, por más que lo intentara, no podía encontrar la salida, y no tenía ni la menor idea de qué hacer. En medio de su andar por ése sitio, asesinaba a los vampiros que se cruzaban con él mientras recorría dichas instalaciones, para que no llegaran a descubrir lo que planeaba hacer.

Fue en medio de todo aquello, que sacó un arma de fuego de su contó, para luego disparar dos veces al techo con la misma. Tales disparos le servirían como aviso a Milnor y al resto de los Hombres Lobo, de que era el momento para dar inicio a la toma de la mansión, porque Ángel estaba en un grave peligro, y las cosas se estaban complicando cada vez más para ellos en su interior. Nada más escuchar el estruendo de los mismos, su líder dió la orden que la mayoría de ellos esperaban oír de su boca, desde hacía mucho tiempo atrás:

—¡Camaradas, ha llegado la hora de recuperar del todo la libertad que por derecho nos corresponde! Los vampiros se han aprovechado de nosotros por siglos, pero ahora es el momento de demostrarles que nosotros tenemos dignidad y que no nos dejaremos doblegar por ellos nuevamente.

En los primeros tiempos, los vampiros y los Hombres Lobo vivían en armonía, mezclados entre los humanos, escondiendo su condición especial. Sin embargo, los vampiros consideraban que sus habilidades eran un regalo de la naturaleza y no una maldición -como lo veían los licántropos, por ser algo antinatural-, por lo que se propusieron buscar a todos y cada uno de los descendientes del primer Hombre Lobo, con la finalidad de hacerlos sus esclavos. Bajo el liderazgo de Konzer, quien era el padre de Kratos y Sofía, y valiéndose de todo tipo de engaños y artimañas, los llevaron hasta su mansión, donde los confinaban a los calabozos, teniéndolos como sus esclavos, vivían en condiciones paupérrimas, los maltrataban con saña, los forzaban a realizar las faenas más duras, no les permitían mantener relaciones íntimas con las mujeres de su raza, si no que buscaban a hombres de buena condición física, y los obligaban a convertirlos con la finalidad de tener más esclavos, y cuando uno de ellos moría, su cuerpo era incinerado casi de inmediato, para no dejar ni rastro de ellos.




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