Ángel

Capítulo XXVI: Una Revelación Inesperada

Kratos sostenía en sus manos el puñal con el que pensaba darle muerte a su sobrina Sheyla, por haber traicionado a su clan; al mantener en secreto el paradero del último descendiente de la estirpe de Nathan, cuya sangre significaba la cura de su condición sobrenatural de ser vampiros. A diferencia de otros líderes, que habían buscado tener a ésas personas bajo su completo control y supervisión, además de tratar de investigar cómo podría afectar su sangre en los de su raza, tanto Konzer, su padre, como él, querían borrar totalmente su existencia de la faz de la Tierra, ya que creían que ser vampiros no era ninguna maldición, si no un gran privilegio, al cual no pensaban renunciar bajo ninguna circunstancia.

—Sheyla, te daré una última oportunidad —le dijo él, buscando tratar de convencerla de que le contara lo que sabía—. Dime quién es el último descendiente de Nathan, te aseguro que si lo haces, te dejaré escapar de aquí.

El exilio, eso era lo único a lo que podía aspirar la joven vampiresa después de todo lo que había sucedido ésa noche en la mansión; en otras circunstancias, ella no lo habría pensado dos veces antes de acceder a ello: Su madre había muerto y no tenía a nadie más que quisiera cerca de sí, pues su relación con el líder del clan no era muy cercana, tanto así que el hecho de que los sabios del mismo llegaran a la conclusión de que ellos dos debían unirse en matrimonio, le parecía una verdadera locura. Pero ya ella estaba resuelta a callar -al igual que su madre lo hiciera en el pasado-, para salvarle la vida a su amigo Ángel, por lo que le dijo, muy serena:

—No tienes derecho a quitarle la vida a un inocente, prefiero callar antes de que tú acabes con la única esperanza que nos queda para ser normales, Kratos.

—¿Ser una humana común y corriente, ése es tu deseo, querida sobrina? —le preguntó el mayor, muy intrigado.

—Así es, quiero tener una vida normal, lejos de todo esto. Ser una vampiresa no me ha traído nada más que no sea dolor y soledad. No quiero eso para mi.

—No puedes ser más patética, me das vergüenza —replicó el otro, muy molesto al conocer su respuesta—. ¡Eres una criatura superior, prácticamente inmortal! ¡No puedes escapar de tu destino, Sheyla!

—Tienes razón, Kratos, no puedo hacerlo. Pero al menos, voy a tratar de preservar la cura de nuestra maldición, así sea con mi muerte.

—Bien, tú lo quisiste así —concluyó él, para entonces acercar el puñal al pecho de la chica, poco a poco.

Ángel, que estaba escondido tras una de las paredes del salón principal, esperando a ver qué sucedía entre ellos dos, no pudo contenerse más, al ver que la vampiresa se hallaba en peligro, por lo que salió de su escondite, para decirle al vampiro, con tono cortante:

—¡Kratos, sigues siendo el mismo vampiro ruin y despiadado de siempre!

—¿Quién demonios te crees para hablarme de ésa manera, basura? —le preguntó el líder de los vampiros, furioso por su intromisión—. Ni siquiera te conozco, niño insolente.

—¿Ya no me recuerdas? ¡Qué mala memoria tienes, Kratos!

—¿Debería hacerlo acaso? —volvió a preguntar el otro, un poco desorientado por lo que le acababa de decir ése muchacho.

Mientras tanto, Esteban, que seguía oculto en otra área del salón, apenas escuchó las palabras de Kratos, pensó para sí mismo: “Espero que a Ángel no se le ocurra por nada del mundo revelar que era el niño que vivía en ésta mansión, con la madre de Sheyla”. Él sabía muy bien que eso sería contraproducente en un escenario como ése, ya que él y la chica se encontraban en una clara desventaja contra el líder del clan de los vampiros en ése instante.

—No le digas nada, Ángel, por favor —rogó, en voz baja, expectante ante lo que pudiera suscitarse luego.

Pero sus ruegos no sirvieron de nada, ya que lo siguiente que escuchó de boca del menor fue que le preguntara a Kratos, con tono sarcástico y burlón:

—¿Qué te dice la palabra “mascota”?

“¿Acaso éste idiota no sabe lo que significa la palabra 'discreción'? Kratos lo va a matar y si eso pasa, todo por lo que estamos peleando se irá por un caño.fue lo que se le vino a la mente al cazador después de eso, y comenzó a lanzar maldiciones a diestra y siniestra, al ver que, tal y como él lo temía, su compañero no había hecho nada más que delatar su identidad con su oponente, que era precisamente lo que menos quería que sucediera, ya que el chico era el último descendiente de Nathan y ésa información no debía llegar a oídos de los vampiros por ningún medio, pues significaría su sentencia de muerte.

—¡Eso es imposible! —espetó el vampiro, completamente descolocado por aquella respuesta—. La “mascota” de mi hermana Sofía murió, al igual que ella.

—Y le ordenaste a Minkur y Rakur, tus guardias personales de aquel entonces que se hicieran cargo de deshacerse de mí... —fueron las palabras que usó el joven para describir el resto de su plan, en aquella noche fatídica—. Me golpearon hasta el cansancio en un descampado, pero creyeron que había muerto y me abandonaron allí. Pese a todo, pude sobrevivir.

Aquella revelación fue un poco sorpresiva para Kratos, pues había dado por sentado que la odiosa “mascota” de Sofía había muerto, cuando sus guardias personales se lo hicieron saber; y nunca se le llegó a cruzar por la cabeza la sola duda de que Minkur y Rakur no hubieran cumplido con la tarea que él les había dado. Pero era verdad: ése simple niño humano estaba vivo y lo tenía frente a sí en ése mismo momento, seguramente con la intención de proteger a Sheyla, al ser su amigo.

—¿Acaso los miembros del “Equipo Nova” te rescataron? —le preguntó, con cierta curiosidad—. Porque si fuera así, sería una ironía de la vida... Pues mi hermana te crío aquí, en una mansión hogar de un clan de vampiros, y acabaste siendo un cazador de vampiros, en enemigo de nuestra raza.




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