Ángel Caído

Capítulo X - Corazón roto

Luego de llorar más de lo que me gustaría admitir fui obligada a levantarme de mi cama. Una molesta Karen llegó tras el llamado de Támara. Seguía llorando mientras que me obligaba a vestir, intentando contenerme mientras que intentaba cubrir mis ojeras y luego de nuevo de camino por el pasillo hasta su auto.

Nos seguían de cerca Samuel, Lena y Támara, dejando expresamente a Leon fuera de todo el plan. Ni siquiera lo miré a la cara mientras que le decía que no quería que él me acompañara esa noche. Me miró sin entender qué sucedía, haciendo que lo odiara más bajo esa inocente y a la vez maliciosa ignorancia que me estaba lastimando.

Mis mejillas ardían avergonzadas de verme tan vulnerable delante de Lena y Samuel, pero no sabía cómo disimularlo, así que no quedaba más que ignorar el hecho de que en su primer día como mis Guardianes tendrían que atender una crisis existencial.

Las luces bajas del antro fueron un gran alivio, ya nadie le estaba prestando atención a mi expresión, o al menos eso creía yo. Nos sentamos en una mesa dentro de un apartado, pidiendo la primera ronda de tragos. Lena y Samuel me sugirieron que ellos podrían sentarse en otra mesa si me sentía incomoda… Pero si íbamos a hacer esto debíamos acostumbrarnos unos a otros. No estoy de acuerdo con la idea de verlos solo como Guardaespaldas.

-Es un imbécil – Mi mejor amiga hablaba molesta – No puedo creer que solo tuvieron que borrarle la memoria para que comenzara de pica flor otra vez…

-Sí – Asentí con mi cabeza – y conoció a una linda chica con una increíble personalidad, inteligente y de aura pura – Iba a sollozar de nuevo, pero decidí darle otro trago a la cerveza para bajar el nudo en mi garganta.

-Sigo creyendo que solo necesita pasar más tiempo contigo… - Támara comenzó a hablar, pero al ver mi expresión perdió su determinación.

-Conozco a Leon – Intervino Lena – Nunca mira para los lados cuando empieza a salir con una chica hasta que termina… Creo que es mejor que le digan la verdad.

-No puedo – Admití – No puedo obligarlo a amarme, no me recuerda.

-Puedes obligarlo – Razonó Samuel – Eres su Rahea, estamos hechos para pasar la vida junto a ustedes…

-Si amas a alguien – Lo interrumpí - ¿No quisieras que fuera feliz? Amarrarlo a mi tobillo bajo la excusa de que soy su Rahea solo lo haría infeliz, lo conozco… No funcionaria para ninguno de los dos – Bebí de nuevo de mi botella – Además no quiero estar con alguien que ve el estar conmigo como una obligación.

-Eso suena complicado – Fue lo único que respondió Samuel, que claramente no lograba comprenderlo.

-No lo es – Susurré – De hecho, debería ser de lo más natural… - De nuevo me empezaron a escocer los ojos. Karen me miró preocupada, creo que no me había visto tan al borde del colapso desde hace un buen tiempo – Voy a decir lo que nadie más se atreve a decir – El labio inferior me empezó a temblar – Leon no me recuerda, no me ama, no tiene idea si quiera de que tiene novia… Y solo empezó a salir con una chica increíble y que estoy muy segura de que vale la pena. Además, no perdió la memoria porque quiso, lo hizo para salvarme la vida… Y yo estoy aquí llorando como una tonta, sin poder evitar reprocharle todo, pero sabiendo en el fondo de que sacrificó por mi mucho más de lo que yo he llegado a sacrificar por él.

 

Desde el punto de vista de Leon

Giré intranquilo sobre mi espalda nuevamente, no podía dormir. Sabía que algo iba mal, Lyla se comportó muy extraño esta tarde en el gimnasio, su expresión cuando salió del baño era de… ¿Dolor? Cubrí mi rostro con mis manos sin entender exactamente a dónde quería llegar mi mente.

No entendía por qué, no me había sucedido antes, Lili es una chica preciosa e interesante, por un momento sentí que realmente me gustaba… Aun lo siento. Pero desde que encontramos a Lyla, cada vez que la miro no puedo evitar sentir una especie de rara tensión y química entre nosotros (lo que hace que me comporte con incomodidad).

Estuve muchas veces tentado en preguntarle si había algo más, la forma tan nostálgica en que me mira es muy evidente, pero, puede que esté malinterpretando la situación, quizás siente lastima y se siente culpable por mi perdida de memoria. Si hubiéramos tenido una relación Támara me lo habría informado, ella me lo habría dicho. No tiene caso.

No podía hacerle esto a Lili, no porque me parezca atractiva otra persona la traicionaría. No está en mi naturaleza… Y sospecho que ese tipo de relaciones no van muy a la par con la personalidad de Lyla. Aunque tengo algo muy claro: si Lyla lo decidiese no podría seguir mi relación con Lili, al fin y al cabo, es mi Rahea.

Me levanté de un tirón cansado de no poder dejar de pensar las cosas. Me acerqué a la habitación de Lyla y seguía vacía. Era lo suficientemente tarde como para que la casa completa estuviera a oscuras. Caminé hasta la entrada de la casa, sin poder hacer más que mirar por la ventana, a la espera de que llegaran.

Quería convencerme de que mi preocupación estaba justificada: era mi Rahea. Luego no pude evitar reírme de mi mismo, yo que siempre vociferé contra esa doctrina super ortodoxa que creía que el Rahea sin hacer nada para merecerlo se volvía el centro de nuestros mundos… ¿Ella no se lo merecía? Támara me dijo que éramos cercanos…




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