Ángel Caído

Capítulo XIV – Medias verdades

Desde el punto de vista de Leon

Por alguna razón, el ver a Lyla sonreír y hablar tan animadamente con Ryan me resultaba… ¿Molesto? No sé si esa palabra lograba describir en este momento el sentimiento tan incomodo que se había instalado en mi pecho.

Bebí de mi vaso intentando ignorar todo aquello, pero sin poder apartar mis ojos de la escena, temeroso de perderme algún detalle crucial, completamente seguro de que si el chico se intentaba pasar de listo tardaría 10 segundos en interceptarlo si saltaba de la terraza.

-Va a estar bien – Támara me habló – Ryan está con ella – Acababa de colgar el teléfono, estaba hablando con Lyla – Chicos vayan adentro, yo me quedaré con Leon – extrañamente ante el extraño tono de voz de Támara, Samuel y Lena no dudaron mucho en entrar.

- ¿Qué? – Pregunté sin necesidad de mirarla.

- ¿Por qué pareces molesto? – Parece que se estaba divirtiendo.

-No me agrada mucho ese chico… - Sabía que no tenía muchas excusas para decir aquello, no recordaba quién era él, solo sabía que había borrado mis recuerdos… Y que era el ex de Lyla - ¿No habían terminado? Considero peligroso que tenga como amigo a un híbrido como él – Cuando alcé la vista pude notar que Támara se incomodó por mi último comentario.

-Es una buena persona – Intentó disimularlo, pero era muy tarde, lo había visto.

- ¿Por qué siento que me estas ocultando cosas? – Esta era una discusión que habíamos tenido en más de una ocasión desde que Lyla volvió.

-No vuelvas a hacer ningún comentario despectivo sobre híbridos – Me reprendió ignorando completamente mi pregunta – Recuerda que Lyla es una.

-Ella es diferente – Por algún motivo, era así, aunque mi mente no tuviera tan claro el por qué.

- ¿Qué sucede? – me estaba retando con su mirada - ¿Desde cuándo te desagradan los Guardianes híbridos?

-No me desagradan, solo considero que son un problema… - Y reafirmaba mis palabras cuando Lyla apoyaba su mano en el hombro de Ryan. Algo dentro de mi se removió.

Volvía a estar molesto, sin comprender el trasfondo, pero conociendo el génesis de todo ello: Lyla. Siempre me sacaba de mis casillas, por algún motivo mi paciencia salía de la habitación siempre que ella entraba en escena, y no tengo ningún tipo de explicación o justificación para mi comportamiento. Ni siquiera yo lo entendía.

- ¿Si te molesta tanto por qué no haces algo al respecto? – Támara me hablaba al borde, por algún motivo ella también parecía estar molesta. Esta noche era un sin sentido. 

- ¿Qué puedo hacer? – Respondí exasperado - ¿Prohibirle que lo vea? ¡Nunca me escucha y siempre la apoyas! ¡Todo lo que hace es peligroso! – Aunque no levanté la voz estaba claramente molesto, ya no intentaba disimularlo.

- ¿Te estás comportando así solo porque es peligroso? – Las palabras de Támara eran filosas - ¿O hay algo más?

No quise responder, solo alcancé a fulminar con la mirada a mi compañera, solo para terminar trasladando toda esa rabia a la espalda de aquel chico. ¿Es solo porque es peligroso? ¿Este sentimiento tan mezquino es solo porque es peligroso o hay algo más?

Todo sucedió demasiado deprisa, una llamarada de fuego brotó delante de mí, bajo el deseo de impactar con algo a aquél sujeto y se alejara de la chica que se encontraba a su lado. Miré desconcertado la creciente llama sin entender de dónde provenía, incapaz de hacer nada más que correr detrás de ella, sabiendo que con su tamaño no solo Ryan saldría lastimado.

Támara gritó sorprendida, dándose cuenta de las mismas consideraciones que acababan de pasar por mi cabeza. Saltando justo detrás de mi en mi carrera contra ese rojo incandescente que acechaba peligrosamente a la única persona que me había hecho sentir tal terror ante la idea de perderla. Esa chica.  

- ¡Lyla! – Mi voz resonó como un rugido que brotaba desde mi pecho, desesperado al ser incapaz de protegerla de las abrasadoras llamas, yendo a un paso por detrás de ellas.

En los ojos de Lyla solo había desconcierto, pero no parecía estar asustada. Sus ojos pasaron de la bola de fuego a mi rostro, para luego tomar de los hombros a Ryan (quien al igual que ella había girado al escuchar mi voz) y empujarlo hacia el suelo.

Acto seguido una barrera de liquido se interpuso como escudo entre ellos y las llamas. El liquido se evaporó cuando las llamaradas impactaron contra él, cegándome por un momento tras un irritante ruido. Sentí la humedad en el rostro y no me detuve, sin poder controlar la ansiedad que me provocaba el no poder verla, el no saber cómo estaba. Esos agonizantes segundos se extendieron como la peor de las torturas hasta que al fin el vapor se disipó, dejando a la vista dos figuras que se encontraban arrodilladas en el suelo protegiendo sus rostros.

Recorrí los pocos metros que aún nos separaban aliviado de no ver quemaduras sobre su piel, pero sin estar del todo seguro de que no tuviera algún tipo de herida. Necesitaba asegurarme de que estaba bien. La tomé en brazos sin siquiera reparar en Ryan, que había comenzado a preguntarle si ella estaba bien. Lyla me miró un tanto sorprendida, pero no se resistió ante mi agarre, simplemente me observó mientras que inspeccionaba a detalle sus brazos y rostro en busca de algo que me pudiera alertar.




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