Ángel Ciego 1. El comienzo

Parte 9

El resto del viaje fue muy monótono, lo único entretenido de contar fue la distribución de las camas la primera noche.

 

— Izbet puedes dormir en una cama, yo en otra, Gohan y el Sr. Piccolo se pueden acomodar en el suelo o no cariño — dispuso la novia.

— Prefiero que hagamos como cuando eras niña — le respondió la mujer ciega — yo dormiré contigo, tu novio en la otra, sé que al grandote le gusta acomodarse sentado en el piso o no.

— Así es, pero soy Piccolo, no grandote, recuérdalo — le rectificó por enésima vez el hombre verde.

— No es necesario que pasen esa incomodidad, yo...

 

Y así siguieron los tórtolos sugiriendo quien debía o no dormir en las camas, hasta que Izbet zanjó el asunto a su modo.

 

— Es mi nave, yo pongo las reglas, se hará como dije y se acabó.

 

Luego de la boda, Izbet preparó todo en su empresa para su año de aprendizaje.

 

— ¿Estarás bien? Si quieres dejó todo arreglado y te acompañó a ese lugar — le dijo su asistente.

— No te preocupes, estaré bien, es un Templo muy apartado de todo, no podrás comunicarte seguido con tu familia, tus niños están pequeños, te necesitan más que yo, además a nadie más le dejaría la administración de mis empresas.

— Bueno jefa — respondió en tono festivo la mujer.

 

Al final todo quedó arreglado, a la siguiente mañana Piccolo pasó a buscarla y juntos fueron al Templo Sagrado.

 

— Hola Izbet, un gusto conocerla, Kaio Sama nos contó todo, tenemos una habitación lista para usted — la saludó el joven dios.

— Es un placer y un gran honor conocer al dios de la Tierra, le doy infinitas gracias por aceptar que pueda entrenar en su Templo — se inclinó respetuosamente la mujer.

— No tienes que ser tan formal — dijo avergonzado el ser sagrado — dime sólo Dende.

— A mi dime Iz — le dio la mano, sonriendo.

 

Desde el primer día, la mujer se levantaba de noche, y se sentaba al borde a pensar, al principio no le dieron importancia, pero Piccolo se dio cuenta que además ya no tenía esa alegría ni la ironía que le había conocido.

 

— Estoy seguro que algo le pasa — dijo en voz baja el guerrero a Kami Sama mientras la veía quieta al borde de la plataforma — no está actuando como antes, no logra concentrarse en los entrenamientos.

— He notado que se distrae con facilidad, siempre está pensativa, algo le preocupa ¿Habrá dejado a alguien y eso la tiene así?

— Que yo sepa no tiene familia, fuera de Videl. Sobre amigos creo que tampoco.

— ¿Desde cuándo la nota así?

— Desde el viaje de vuelta del Planeta Celestial.

— ¿Por qué no le pregunta?

— Lo he hecho varias veces, y siempre me dice que nada, que está bien.

— Intentaré conversar con ella mañana temprano.

— No ha dormido mucho estos últimos días — dijo preocupado el namek mayor.

 

Al otro día, de madrugada, el joven dios la vio sentada abrazando sus rodillas, sus ojos acuosos, estaba en un sector alejado de los edificios principales.

 

— Hola — saludó Dende y se acomodó a su lado.

— Hola — ella miró para otro lado, no quería que se diera cuenta que estaba llorando — no quise despertarte tan temprano.

— Tranquila, en mi raza dormimos poco.

 

Luego de un momento de silencio.

 

— ¿Hechas de menos estar en tu vida normal? — le preguntó el joven.

— No, me gusta entrenar, sé que no lo he hecho bien, pero es que... lo haré mejor, lo prometo, no me obligues a irme.

— No te preocupes por eso, te he notado preocupada desde que llegaste, algo o alguien te incomoda acá.



#512 en Fanfic

En el texto hay: aventuras, conocerse

Editado: 25.09.2019

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