En el infierno Izbet estaba buscando a Piccolo, salió a hacer una ronda solo, pero se había demorado mucho, llegó a un sector donde escuchó sonidos inconfundibles, se rió para sí, otra pareja haciendo el amor, se iba a retirar cuando sintió en ese mismo lugar el ki débil del namek, buscó hasta que lo vio con otra mujer, ambos desnudos, ella saltando sobre él, gimiendo a todo pulmón.
— NO QUIERO VOLVER A VERTE — hizo aparece sus alas negras, y se fue volando.
Iba pensando dolida que durante meses el hombre de piel verde había estado raro, a veces volvía muy tarde de la vigilancia cuando iba solo, al preguntarle nunca sabía explicar porque se había demorado dos horas más de lo normal, y llegaba con un olor distinto. Era la misma mujer que vio cuando iban juntos a hacer las rondas, alta, piel muy clara, pelo café largo hasta los tobillos, ella los miraba de forma extraña, incluso se lo comentó al namek, quien no le dio mayor importancia. En ese momento por fin todo le cuadró, ÉL TENÍA UNA AMANTE.
La mujer bajó cerca de la laguna de sangre, atrás de ella llegó su pareja agitada, solo llevaba puestos los pantalones.
— No es lo que piensas... — dijo nervioso.
— No me salgas con esa, no soy idiota, sé perfectamente lo que vi — lo miró con odio.
— Debes creerme... no es...
— ¡¡¡¡ACASO NO TE VI HACIENDO EL AMOR CON OTRA MUJER...!!!! — sus alas se desplegaron agresivamente — nada nos ata, si te enamoraste de nuevo, con que me hubieras dicho... yo no me interpondré... ¿Por qué tuviste que engañarme de esa manera?
— No estoy enamorado de ella... ni siquiera la c...
— ¿Entonces es solo por calentura? ¿Cuánto tiempo llevan juntos? ¿Quién más lo sabe?
— Deja explicarte que pasó...
— No quiero que me hables de nuevo, no me busques — lo miró conteniendo las lágrimas — PREFERIRÍA NO HABER RECUPERADO LA VISTA, PARA NO HABERTE VISTO ASÍ — se movió tan rápido que desapareció de la vista del hombre verde, al mismo tiempo que escondió su presencia.
— ¡¡¡IZBET !!! — su ki explotó formando un gran cráter.
La buscó por todos lados, mientras ella caminaba sin rumbo fijo, iba tan distraída que no se daba cuenta de nada, trataba de no llorar, pero igual se le escapaban algunas lágrimas rebeldes, en ese estado chocó con un hombre tan alto como Piccolo, pelo blanco corto, ojos y piel oscura, de mediana edad.
— ¿Está bien? — le consultó el desconocido.
— Sí, disculpe, no me fije por donde iba.
— ¿Le pasa algo? — insistió el hombre.
— Nada importante.
— Si quiere hablar tengo tiempo.
— No es necesario, prefiero estar sola.
— Como quiera dama, si cambia de parecer estoy quedándome un tiempo en esa cueva, por si necesita conversar, o ayuda.
— Gracias.
Cuando por fin se sentó, luego de horas de caminar, frente a ella apareció la mujer del cabello largo.
— Hola — la saludó temerosa que la del mechón blanco pudiera atacarla.
— ¿Qué quieres? — la medio demonio se contuvo para no golpearla, ella no era quién la traicionó sino el namek, pero las ganas estaban.
— Soy Briseida... quería hablar contigo ¿Puedo?
— ¿Qué quieres?
— No te molestes con él, te quiere mucho, son muchos años juntos, pero los sentimientos cambian, a pesar de eso no quiere dejarte, aunque ya no te ama.
— Si es así, lo nuestro termino para siempre.
— Que bueno que entiendas, quiero estar con él sin tener que ocultarnos, por favor, no lo mantengas a tu lado por egoísmo, déjalo ser feliz conmigo.
— No tenías que decirme eso para conseguirlo, no pienso seguir con él — la miró sin emociones — no te preocupes, no les haré nada a ninguno de los dos.
— Gracias, nos amamos de verdad, te lo aseguro. Él tenía miedo a tu reacción.
— Pensé que me conocía mejor. Por favor, déjame sola, y no vuelvas a acercarte a mí.
La mujer se retiró rápidamente.
A los minutos el guerrero logró encontrarla, pero ella de nuevo estaba furiosa con todo lo que la dijo la otra.
— Necesitamos hablar — dijo él serio.
— Ya no, esa mujer acaba de conversar conmigo... tu amante.
— No es mi amante...
— Claro que ya no lo será, ahora tú y ella pueden formalizar su relación, lo nuestro terminó, por favor vete.
— Pero...
— Si tú no te vas me voy yo...
— Espera — la tomó del brazo.
— Si no me sueltas no respondo de mí — dijo con frialdad en la voz.
— ¿Me atacarías?
— No me provoques más — seguía conteniéndose para no llorar — no es necesario seguir conmigo por costumbre — se soltó de la mano del namek.
— ¿Qué te dijo esa mujer?
— Lo que tú no fuiste capaz.
— PERO DÉJAME HABLAR.
— Entiende que no quiero ni escuchar tu voz. Si me sigues te juro que usaré todo mi poder, tal vez no te haga un gran daño, pero te dolerá si te arrancó una pierna, un brazo... o... — miró su entrepierna — solo sigue con tu "nuevo amor", ME DAS ASCO — se alejó caminando lo más rápido que pudo de él para que no viera sus lágrimas.
— ESPERA — de nuevo ella se escondió, y desapareció su energía, está vez por más que la buscó no logró encontrarla, al tercer día decidió pedir ayuda a Shin, que estaba en la Tierra con Lilith, en casa de Yun y su familia.
— Qué lindo niño — la pelirroja le revolvió el cabello, el pequeño le devolvió una mirada seria.
— Tiene la misma expresión de su abuelo, desde bebé — explicó sonriendo la madre.
Mientras, el dios tenía acomodada a sus pies una perrita que Bet recogió de la calle, en ese tiempo estaba preñada, luego de nacer los cachorros y encontrarles un buen hogar a cada uno, no consiguió quien quisiera a la madre por ser adulta y de raza grande, así que se quedó con ella.
— Es una gran guardiana, y muy tierna con mi niño.
— ¿Cómo se llama?
— Fifi — dijo — jajaja — rió al ver la cara de sorpresa del dios.
Editado: 01.04.2020