Ángel Ciego 12. Aventuras en el inframundo

Luchar hasta el final

— RECUERDAS TODO — Hades se volvió a Adelphos furioso — me desobedeciste — le lanzó un rayo, pero su hermana que estaba a su lado lo protegió con su cuerpo, ambos cerraron los ojos, más nada ocurrió, cuando los abrieron estaban cubiertos con un campo de fuerza que proyectaba Izbet — ¿Proteges a la amante de tu pareja? — le reclamó el dios.

— No sé qué pasa, pero no dejaré que le hagas daño, está protegiendo a un niño.

— Qué fastidio, quería que fueras mi esposa, pero en vista de esto tendré que destruirte.

— ¿Tú qué...? ¿Quién te crees que eres? Galán de telenovela barata — desplegó sus alas y le tiró un rayo.

Uno de sus sirvientes lo protegió, mientras varios más la atacaban de distintos ángulos, al principio los detuvo, pero pronto le dieron directo, haciéndola cae como un ave herida, todavía estaba débil por haber evitado que le borrarán la memoria, al tocar tierra sus alas desaparecieron.

— Ahora en vez de una boda serán varios funerales los que habrán — apuntó a la mujer inconsciente — que sea la primera en desaparecer.

Pero antes que alguien pudiera hacer algo se escuchó un rugido que hizo estremecer el lugar, todos miraron a los caídos, Piccolo, con la ropa destrozada se levantó, atrás de él estaba Yun, el último en erguirse fue Kaio Shin, todos con una mirada de furia.

— YA BASTA – gritó con todas sus fuerzas el namek, en el cuerpos de los tres aparecieron armaduras doradas, sus heridas desaparecieron, sus fuerzas fueron renovadas, Kaio Shin se hincó, el padre y el hijo se pararon a cada lado del joven dios, y lanzaron sus ataques combinados, pero ahora tenían un brillo como el sol que destruyó a los servidores del dios del averno, y dejó a muy mal traer a Hades. Cuando iban a volver a atacar, aparecieron Lilith y su amiga.

— Tomen a la mujer y vámonos — ordenó la rubia.

— Rápido, esto se pondrá muy feo, dejemos que arreglen las cosas en familia — explicó escuetamente la pelirroja.

El namek tomó a su mujer todavía inconsciente para irse con el grupo, Briseida venía corriendo con su hermano de la mano.

— Por favor, llévenselo, protéjanlo — les rogó la mujer del pelo largo.

— No me iré sin ti — reclamó el niño.

— Harás lo que yo diga — los miró implorando — por favor.

— Vengan los dos — ordenó Piccolo

Antes de que el grupo se teletransportará, alcanzaron a ver a un hombre que llegaba en un carro dorado, de dos metros y medio, con pelo y barba blanca, el rey de los dioses, a quien el dios del inframundo miró con terror.

— Que... que... querido suegro...

En casa del dios del amor.

— ¿Qué nos pasó? — preguntó Yun al ver sus vestimentas doradas.

— Cuando se fueron Psique me pidió que le contará porque iban al inframundo, no quería porque no sabía cómo reaccionaría, pero cuando le dije, me llevó a pedir audiencia con Zeus. Luego de mucho esperar pude decirle todo, como suponen no me creyó así que usó sus poderes para ver qué pasaba con Hades, vimos cuando hablaba con ustedes, y quiso desaparecer a Izbet, así que mando esas armaduras para protegerlos — explicó Lilith.

— Quienes las usan se vuelve invulnerables a cualquier ataque y tienen energía ilimitada — puntualizó la rubia.

— ¿Por qué Hades le dijo suegro a Zeus?

— Él está casado con Perséfone, su hija — señaló la dueña de casa.

— ¿Entonces... mamá? ¿Pueden tener varias? — preguntó confundido el joven.

— Los dioses tienen permitido, además de su esposa principal, tener una secundaria, para eso quería a la mujer alada, pero ella debería haber aceptado por su voluntad. Además la madre de Perséfone, que es muy apegada con su hija, para permitirle casarse exigió que su futuro marido le permitiera pasar seis meses en Olimpo con ella, y no tomaría una esposa secundaria, Hades lo prometió, pero decidió romper su palabra, busco en varios mundos, hasta que la eligió por ser mitad ángel, mitad demonio — Briseida apuntó a Izbet que seguía desmayada.

— Ahora él debe explicarle a Zeus porque fue a su universo, lo que él prohibió, además de que rompió su palabra, y pretendía obligar a su amiga a estar con él — sentenció Psique.

— ¿Qué haría con Izbet cuando estuviera Perséfone en el Palacio? — preguntó Piccolo.

— Yo tenía que dormirla ese tiempo — contestó la mujer del pelo largo.

— Gracias por su ayuda Psique, nos vamos — se despidió el namek.

— Tenemos que aguardar un rato, Zeus quiere conversar con nosotros — les dijo la pelirroja.

Mientras esperaban al Rey de los dioses y las mujeres cuidaban a Izbet mientras despertaba, Piccolo se acercó a Kaio Shin que estaba en un rincón alejado pensando.

— Quería preguntarte qué quiso decir Zeus con eso de "un sentimiento tan inocente, tan puro, ni una caricia ni un beso" — lo miró serio.

— Recuerda cuando conversé con usted que estaba confundido con mis sentimientos — el dios tomó valor — la primera persona de la que le comenté que estuve enamorado, era Izbet... cuando ella estuvo con amnesia yo... le di... un beso — cerró los ojos temiendo la reacción del namek, como no pasaba nada los abrió, el otro lo miraba fijamente.

— Cuéntamelo todo, con lujo de detalles.

El del mohicano blanco no le ocultó nada, incluso que le dijeron que se la llevará al Planeta Sagrado, pero por el bien de ella decidió olvidar los sentimientos que le inspiraba, al terminar ambos quedaron silenciosos.

— Agradezco que no aprovechaste de llevártela como te sugirieron, sino su memoria nunca hubiera regresado — lo miró inquisitivamente — ¿No hay nada más que deba saber?

— Nada más, lo juro.

— Solo te daré un consejo — se acercó al joven dios y le tomó el hombro — es mejor que Lilith también sepa todo esto.

— Se lo conté todo apenas empezamos nuestra relación — sonrojado — y ahora también lo de Aracne... no dejaré que ningún malentendido nos vuelva a separar.



#6690 en Fanfic

En el texto hay: engano, amor, luchas

Editado: 01.04.2020

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