Ángel Ciego 12. Aventuras en el inframundo

Una doble celebración

— Piccolo, no sé cómo... o si encontrarás en tu corazón el perdón para mí... si no hubiera creído lo que pensé que vi, esto no hubiera pasado. Briseida me contó que solo simuló estar contigo, ella y tú nunca... — lo abrazó — de solo acordarme me duele el corazón.

— Debes recordar que nunca podría estar con otra mujer — le levantó la cabeza para que lo mirará a los ojos — tú eres y serás por siempre el único amor de mi vida. Aunque pasen siglos mis sentimientos siempre serán los mismos hacía ti... para demostrártelo... ya una vez te lo pedí y me dijiste que no... ¿Quieres casarte conmigo?

— SI, QUIERO — respondió gritando alegre, mientras se abrazaban.

— ¿Podrías ser quien oficie el matrimonio? — le pidió el namek a Kaio Shin.

— Mmmm... todo depende de lo que me diga Lilith — respondió misterioso.

— ¿Yo? ¿Sobre qué?

— ¿Quieres concederme el honor de unir tu vida a la mía? — le preguntó el joven dios a su pareja, incluso se hincó frente a ella y le tomó una mano.

Cuando vieron la mirada de confusión de la pelirroja todos le gritaron: QUIERE QUE TE CASES CON ÉL.

— Acepto — respondió contenta y nerviosa, él se levantó para besarla, ella se tuvo que agachar un poco.

— ¿Quién oficiará la ceremonia ahora? — se preocupó Izbet.

— Creo que tengo la solución — dijo feliz Shin.

— Lilith ¿Le avisarás a tu padre para que te entregue? — preguntó la medio demonio.

— No, ni a él ni a mi madre, ellos nunca se preocuparon por mí, en ese sentido ustedes han sido más familia que ellos. Iré sola al altar.

— ¿Y si le pido a papá que nos entregue a las dos?

— No creo que sea apropiado, recuerda que fue mi novio.

— Se lo pediré a mi Honorable Antepasado, o a Kibito ¿Te parece?

En ese momento llegó el Rey de los dioses, irradiaba seriedad, y su  solo presencia imponía silencio.

— Quiero darles mis disculpas por el proceder de mi yerno... cuando se casó con mi niña prometió que nunca la haría sufrir, y aunque es... retorcido... es el hombre que ama mi hija.

— ¿Qué pasará con él ahora? — preguntó Izbet.

— Ya no lo perderé de vista, sabe que lo que haga yo lo sabré y no se arriesgará a despertar mi ira de nuevo — miró serio a Adelphos y su hermana — ustedes acérquense, supe que ayudaron a mi yerno en todo esto.

— Señor, si me permite, ella fue obligada con amenazas hacia el niño — argumento en su favor Kaio Shin.

— Tú debes volver al Palacio de Hades — ordenó el Rey de los dioses a Briseida.

— ¿Y mi hermano?

— Se irá a Olimpo conmigo, tiene un gran poder, así que será mejor que quede a mi cuidado.

— Acepto mi destino — le sonrió feliz al niño — hermano, te salvarás.

— Pero tú... — tenía miedo del castigo que le daría el dios del inframundo.

— Si estás bien, lo demás no importa.

— Serás mi representante en el averno, si te pasa algo, Hades deberá responder ante mí, y está vez no seré tan suave — le explicó el hombre del pelo cano a la hermana del pequeño.

Ella pensaba que iría a recibir la furia de su dueño por lo que ocurrió, pero ahora irá como la vigilante de su antiguo amo.

— Gracias mi Señor — la joven del cabello largo se hincó ante el dios, y le besó la mano.

— Una vez al mes deberás venir a Olimpo a dar tu informe personalmente, y podrás quedarte en mi palacio donde vivirá tu hermano, como te dije será mi protegido de ahora en adelante — se acercó a la mujer del mechón blanco — lamento lo ocurrido, sé que quisieras que él fuera castigado más duramente, pero te pido que me entiendas.

Izbet recordó cuando fue la primera vez a Namek, aprendió que no debe poner en tela de juicio las costumbres de los demás, si ellos tienen dos esposas, ella no lo cuestionará.

— Está bien — le dijo a Zeus — si desde ahora se asegura que lo que pasó conmigo no vuelva a suceder, ni que entre en nuestro mundo de nuevo, perdono lo ocurrido, además, por eso ahora me casaré — parecía una niña de lo feliz que estaba.

— Felicidades, algo escuche cuando llegaba — hacia Lilith — ¿Dijiste que no tienes quien te entregue?

— Así es, Señor — respondió ella.

— Si no te molesta, para mí sería un honor llevarte al altar.

— Se lo agradecemos mucho, y claro que aceptamos — su novio rió contento porque al final todo se arregló para ellos.

Devolvieron las armaduras y fueron a preparar todo para el doble enlace.

El día de la ceremonia, en el infierno, se les permitió a Yun, Bet y su pequeño asistir al enlace, además de los padres de Izbet; por los otros novios estaban, además del Anciano Kaio Shin y Kibito, Eros y su esposa.

Preparado para unir a las parejas, avergonzado y nervioso, con un traje y corbata oscuras, y camisa blanca estaba Emma Daio.

Cuando empezó a sonar la marcha nupcial, aparecieron las novias en el pasillo con quienes las acompañarían al altar, a cada lado del camino estaban los ogros que en ese momento levantaron sus garrotes formando un arco. Lilith traía un vestido rojo, manga corta, cuya falda por delante le llegaba a la rodilla, y por atrás al tobillo; Izbet en cambio llevaba un vestido largo, mangas ajustadas, de color negro, la única concesión que ellas hicieron a lo tradicional fue el velo blanco.

Cuando las dejaron en el altar Kaio Shin le entregó a su novia un ramo de rosas rojas, en cambio el namek le dio a la medio demonio uno que se le hizo conocido, no de vista sino de tacto.

— Recuerdas — le susurró al oído el namek — "seguro que algo se nos ocurrirá".

— Es el del matrimonio de nuestras amigas del Sex Shop — dijo alegre la medio demonio.

— Lo guardé desde entonces, nunca perdí la esperanza que me aceptarías.

— Queri... — Emma Daio carraspeó para aclarar la voz — queridos hermanos, nos hemos reunido hoy para unir a estas parejas... — ya casi al terminar la ceremonia — tomen los anillos — se acercó el hijo de Yun con el almohadón con las argollas, incómodo porque lo obligaron a vestirse con traje y cada mujer que pasaba a su lado le pellizca las mejillas y le revolvía el pelo, al rato acabo todo con el consabido: ahora pueden besar a sus novias.



#6202 en Fanfic

En el texto hay: engano, amor, luchas

Editado: 01.04.2020

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