Habían pasado unos meses desde que Piccolo dejó de ser humano, Izbet seguía entrenando en el Templo Sagrado, ya hablaba fluido namek, a raíz de eso se le ocurrió una de sus locas ideas.
— ¿Qué les parece ir de vacaciones al Planeta Namek? — sugirió de repente la fémina.
Los tres la miraron como si no comprendieran lo que dijo.
— Me han hablado tanto de ese lugar ¿Por qué no ir? — insistió la mujer ciega.
— Queda muy lejos para viajar allí en una nave — le replicó Piccolo.
— Una vez me contaste que Goku los llevó ¿Hace cuánto que no van? Iremos todos ¿Verdad?
— Mr. Popó no ila — respondió el hombre de piel oscura.
— ¿Y tú, Dende? ¿Irás? Apóyame — le suplicó.
— No sería mala idea, por unos días — aceptó el joven dios.
— ¿Qué pasará con la Tierra? — se preocupó el guerrero namek nacido en la Tierra.
— Por unos días el planeta no correrá peligro, además, si pasa algo Goku puede ir a buscarnos. Anímate grandote.
No muy convencido Piccolo aceptó ir a Nuevo Namek, con la medio demonio y Kami Sama, el sayayin los llevó con su teletransportación, al llegar fueron rodeados por los habitantes del lugar, el nuevo Gran Patriarca los recibió con los brazos abiertos.
— Que alegría volver a verlos amigos.
— Gracias Gran Patriarca — respondió Kami Sama.
— ¿Pasa algo malo? ¿A qué se debe su visita? — preguntó preocupado el soberano del lugar.
— Gran Patriarca, le presento a nuestra amiga Izbet — dijo el dios de la Tierra.
— Un gusto conocerlo, Gran Patriarca — saludó hablando en el idioma namek.
— El gusto es mío, que agradable sorpresa, habla perfectamente nuestro idioma.
— Gracias, todo es mérito de Dende, él me enseño, quisiera conocer más de su cultura ¿Le importaría que nos quedáramos unos días con ustedes?
— Gran Patriarca, entendemos si nos dice que no — Piccolo quería que no los quisiera recibir, para volver inmediatamente a la Tierra.
— Será un honor para nosotros tenerlos por el tiempo que quieran — recordó cuando estuvieron en la Corporación Cápsula y lo que le explicó Bulma de las mujeres de la Tierra — a la Srta. Izbet tendremos que acomodarla en una casa para ella sola.
— No se preocupe, traje una para mí en esta cápsula — le explicó sonriendo.
— Ya que se van a quedar me voy ¿Cuándo debo volver a buscarlos? — preguntó Goku.
— En 15 días. Gracias, adiós — le respondió Izbet antes que cualquiera de los viajeros, el sayayin se despidió con la mano y se fue.
— Se suponía que eran sólo un par de días — replicó Piccolo molesto.
— Si pasa algo, él vendrá a buscarnos, tranquilo. Disculpe, Gran Patriarca, yo no puedo ver, uso varios equipos especiales que me permiten moverme sin chocar ¿No hay problema por eso? — espero que se hubiera ido el único que podía devolverlos, así aunque no quisieran, deberían quedarse.
— Por eso sus ojos son blancos — sonrió — no creo que sea ningún inconveniente, Dende ¿Puedes cuidar de ella este tiempo?
— Sí, pero cuando se ubique bien en la aldea verá que no necesitará ayuda de nadie.
— De nuevo gracias por dejar quedarme Gran Patriarca.
— La llevaré donde pueda instalarse, me imagino que quiere descansar un poco — propuso el líder.
— La verdad no estoy cansada, pero es una buena idea.
Se acomodó cerca de la orilla de un lago, puso un tubo que dejó en el líquido, así tendría agua fresca durante su estadía, luego paseo con Dende del brazo por la aldea, era la curiosidad de los más pequeños, que nacieron luego que se fueron de la Tierra, ya que era la primera vez que veían una mujer, a pesar de eso se mantenían alejados, sólo los adultos conversaron con ella.
Mientras en las afueras de la aldea estaban los namek pertenecientes a la casta guerrera, entrenando, Piccolo estaba cerca observándolos.
El líder del grupo era Tochat, un joven con expresión de suficiencia en su mirada hacía todos, él estaba entrenando con cada uno de los demás por turnos, orgulloso de ser el mejor de todos, a pesar de ser el más joven, deseaba lucirse al tener a este legendario guerrero cerca. Cuando llegó Izbet y Dende, el muchacho estaba expulsando del lugar de forma muy prepotente a un niño, que se fue llorando y por ir sin prestar atención a nada, chocó con Izbet.
— Se supone que quien no ve soy yo.
— Lo siento — la miró con sorpresa — usted debe es la humana que llegó esta mañana, mis amigos me avisaron, querían que los acompañara a verla, pero yo deseaba... — volteó hacia los luchadores y volvió a sollozar.
— Calmate pequeño ¿Cómo te llamas? — le preguntó Izbet, que se arrodilló a su lado para secarle las lágrimas.
Editado: 06.11.2019