Ángel Ciego 3. Vacaciones en Namek

Parte 2

— Ten Dende — la terrestre le tiró el bastón — cuídamelo por favor. A ver si es más fácil para ti así.

Pero las cosas siguieron iguales, al rato ella se elevó en el aire, Tochat la siguió.

— Tal vez el aire es mejor para ti, "campeón" — dejó que tomará algo de aire un minuto — espero que estés listo.

Apenas terminó la frase, desapareció, el joven la buscó con la vista, pero no la pudo encontrar, tampoco su ki, hasta que la del mechón blanco carraspeó, estaba debajo de él, apenas Tochat bajo la vista ella subió y lo golpeó en la barbilla con su cabeza. Mientras el muchacho se recuperaba la medio demonio se quedó frente a él, quieta, de brazos cruzados, apenas se le pasó algo el mareo el joven guerrero le tiró varias bolas de energía, pero la terrestre las desviaba con sus manos. Rápidamente el namek se traslado a la espalda de su contrincante para tirarle más energía, ella está vez no se movió, solo hizo aparecer sus alas y bloqueo los ataques.

— Mejor volvamos al piso, siento que estás demasiado cansado para seguir en el aire — hizo desaparecer sus alas y lo esperó en el suelo.

El joven trató de golpearla con patadas y puñetazos, pero la mujer solo los esquivaba con los brazos cruzados, ya casi agotado Tochat concentró todas las fuerzas que le quedaban para darle un puñetazo en el rostro, ella esperó hasta el último momento, dobló la cadera, ladeó el tronco, tomó la mano del guerrero con la suya y lo empujo para adelante, con la energía del golpe que quería darle, más la fuerza con que le tiró el brazo, el líder de los guerreros cayó al suelo para no volver a levantarse, Izbet se sentó sobre él y lentamente contó hasta diez.

— Piccolo, no tendrás que luchar contra éste... como fue que dijiste Tochat... — se incorporó en medio de los murmullos de admiración por el enfrentamiento — ya me acuerdo, esté ser débil, inferior. Dende, por favor pasame mi bastón — se lo acomodó en la mano — Jattyta, voy a comer algo, nos vemos en una hora en mi casa, todos en la aldea saben donde es.

Kami Sama se fue con ella, en silencio, caminando despacio.

Piccolo se puso al lado del perdedor para hablarle.

— Luchó con menos del 5% de su poder, lo sé porque yo la entrene. Aprende esta lección, nunca subestimes a tu enemigo por las apariencias, o el aparente tamaño de su ki.

Luego siguió a los demás, dejando al joven sumido en su vergüenza.

— ¿Por qué hiciste eso? — preguntó cuando logró alcanzar al grupo — lo humillante demasiado, te ganaste su odio.

— ¿Me ves preocupada por eso? No me gustó como trató al pequeño, podría haberlo alejado de una manera más amable, fue muy prepotente, me molesta cuando alguien se cree mejor que los demás, y sólo es... un mocoso que tiene la suerte que sus compañeros son más débiles.

— ¿Qué te pasa en realidad? — sabía que había algo más.

La mujer empezó a hablar cuando Kami Sama los dejó solos para ir a saludar a un conocido.

— Fue en un monasterio que estuve luego que mi padre murió que conocí a alguien así, me puso una trampa, por eso tuve que huir de ese lugar, y pase por la peor parte de mi vida — pensó un rato — ¿Es verdad que quién es del Clan Dragón no debe aprender a luchar?

— Exactamente.

— Pero ¿Y tú?

— ¿Yo qué? — preguntó curioso por lo que le iba a decir, era demasiado impredecible cuando quería.

— El Rey Piccolo, tu padre, era un luchador, pero su otra mitad, Kami Sama era del Clan Dragón, ya que tú eres la reencarnación de tu padre, un luchador, pero su parte buena era del Clan Dragón y lo asimilaste, ahora ambos son uno en ti, por lo tanto si se puede ser de ambos clanes — habló de un tirón para que no la interrumpiera.

— No empieces con tu retorcida lógica, el pequeño no debe aprender a luchar y punto — dijo con su voz más firme.

— No puedes decir que no lo intente — volteó la cara para que no viera su expresión, se había propuesto ayudar al pequeño, y lo haría aunque tuviera que enfrentarse al namek terrestre — ¿Me acompañas mientras almuerzo?

— Bueno — se fue contento que ella se dio por vencida sin tanta discusión.

Luego de comer, la mujer se reunió con Jattyta, quien la llevó a conocer los lugares cercanos.

— De verdad quieres aprender a luchar ¿Tienes algún poder o no?

— Mis poderes no se comparan a la de los guerreros, no sirven para una pelea, he visto como entrenan y quisiera ser como ellos — suspiró triste.

— ¿Quieres que te enseñe? Son pocos días los que estaré ¿No te importa?

— Se lo agradecería Srta. Izbet — contestó sonriendo Jattyta.

— Dime sólo Iz. Llévame donde no puedan encontrarnos.

Fueron a un lugar entre unos cerros, como no se veía ni se sentía a nadie por esos lados, empezó a prepararlo, pero para su mala suerte Tochat los siguió, al ver que pasaba se fue corriendo a contarle al Gran Patriarca. Cuando volvió sola a la aldea el líder del planeta la estaba esperando.



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En el texto hay: aventura, luchas

Editado: 06.11.2019

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