Ángel Ciego 3. Vacaciones en Namek

Parte 5

Cuando los invasores embarcaron para irse, el Gran Patriarca, el "Supremo Demonio," todavía con el tono bronce en su piel, Dende e Izbet ya habían revisaron las naves, y se aseguraron que no quedó ningún namek prisionero.

Al despedirse Duma se arrodilló ante ellos.

— Fue un placer y un honor haber luchado con usted, dios. Nunca volveremos a su universo, avisaremos para que nadie lo vuelva a incomodar.

Piccolo se dio cuenta que el demonio miraba de reojo a la mujer, y en un gesto posesivo inconsciente la abrazó de la cintura y la apegó a él.

— Señora — Duma bajó la cabeza ante la pareja — debí suponer por su prestancia y poderes, que era la esposa del dios. Mis disculpas si mis palabras la ofendieron. Adiós para siempre.

Hasta que las naves se perdieron en el cielo, todos estuvieron quietos, en ese momento la medio demonio se afirmó en el brazo de Piccolo para no caer, estaba agotada, cuando él la tomó en sus brazos, se desmayó.

— Ocupó demasiada energía, sólo necesita descansar — Dende calmó a todos — por favor puede llevarla a su casa — le pidió al que se hizo pasar por el dios, y sujeto a Jattyta que ya iba atrás de la pareja — es mejor que la vayamos a ver más tarde — en realidad Kami Sama esperaba que ellos pudieran conversar y solucionar el problema que los había tenido separados esos días, por eso se alegró que nadie se haya acordado que él podía ayudarla.

Cuando el namek terrestre llegó a la casa de la mujer, la acostó y le devolvió parte del poder que le había pasado hasta que perdió el color bronce en su piel, unos minutos después Izbet despertó.

— ¿Todo salió bien Piccolo? — fue lo primero que preguntó.

— Sí, se fueron y nunca volverán.

— Sé que podías ganarle sólo con tu poder y la ayuda de los demás, pero al tener mi energía oscura sería fácil hacerte pasar por el Supremo Demonio y lograr que nunca más volvieran a buscar esclavos en este universo — por un rato se quedó callada — gracias por tomarme de la cintura ¿Tanto se notó que estaba débil?

— Sí... — respondió en un susurro — lamentó lo que te dije el otro día...

— No te preocupes — puso sus dedos en los labios verdes haciéndolo callar — tenías razón, me guste o no son las tradiciones y costumbres de tu pueblo, no tengo porque entrometerme, es que a veces soy muy obstinada.

— ¿A veces? — sonrió irónico.

— Casi siempre.

— Descansa, Jattyta y los demás deseaban estar contigo, pero es mejor que descanses un poco.

— ¿Podrías quedarte hasta que me duerma? — él no dijo nada, se sentó en el borde de la cama, le acomodó el cabello, y velo su sueño hasta que ya estaba recuperada.

Cuando despertó, ella se relajó un rato sintiendo al hombre a su lado, luego que comió fueron juntos a la aldea donde estaban sus amigos, que se contentaron al verla recuperada.

— ¿Ya te sientes bien? — le preguntó Jattyta preocupado.

— Sólo necesitaba descansar — le sonrió para que viera que estaba recuperada.

— ¿Por qué si tu poder es tan grande como el que vi, no los derrotaste tú?

— No creo que hubiera podido sola, no soy tan poderosa como crees — le acarició la cabeza — al pasarle parte de mi poder a Piccolo, y hacerlo pasar por su dios, usamos sus leyendas contra ellos. Yo era más útil protegiendo a los demás. Ahora este universo quedó para siempre fuera de su campo de caza de esclavos.

— Uso demasiado poder en el campo de protección — le dijo el Gran Patriarca.

— No podía dejar que les pasara algo, han sido tan buenos conmigo que no podía dejarlos a su suerte.

— Por eso queremos demostrarle nuestro agradecimiento. Acá tiene las Esferas del Dragón, puede pedir el deseo que quiera.

— Gracias, se los agradezco mucho.

Izbet invocó al Dragón, y pidió... un galón de helado de tres leches.

— Me siento confundido, pensé que pediría otra cosa — reconoció el líder del lugar.

— ¿Cómo recuperar mi vista?

— La verdad es que eso creí.

— Le agradezco de corazón este grandioso regalo que me dieron, pero ya me han ofrecido eso antes, fue la hija de una amiga en la Tierra, sé que algunos lo consideran un problema, pero por no tener vista logre todo lo que me decían que no podría, fue un aliciente en mi vida, si hubiera sido "normal", tal vez no hubiera logrado nada de lo que soy ahora — meditó un rato — lo considero una característica más de mí, así como hay personas altas, con pecas, de pelo negro, yo soy ciega, si no me acepto y me quiero a mí misma como soy quien lo hará.

— La verdad no lo había visto así — quedó pensativo con lo que escuchó.

— Bien niños, quien quiere ser el primero en comer helado — ofreció la mujer.



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En el texto hay: aventura, luchas

Editado: 06.11.2019

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