— Esta foto la sacaron luego... — el namek se notaba angustiado.
— ¿De qué? — preguntó Izbet.
— Cuando te recuperaste del veneno.
RECUERDO
Hacía unos días atrás Jenny empezó a recibir llamadas a su celular, al principio nadie hablaba, luego sólo se escuchaba una risa de mujer, siempre eran números distintos, así que optó por mantenerlo apagado mientras hacían las averiguaciones, no quiso contarle a su amiga para no preocuparla.
— Te he preguntado tres veces a qué hora será la firma del Convenio de Cooperación con la Corporación Cápsula ¿Tienes problemas en tu casa? — le pareció extraño, porque su esposo era un amor.
— Estoy algo cansada nada más, he dormido poco.
— ¿Quieres unos días libres?
— ¿Cómo está Yun y el Sr. Piccolo? — trato de desviar la conversación para que no se diera cuenta que le mintió.
— Muy bien, el sábado iremos a la cascada, mañana viernes debo dejar todo el día para ver los últimos detalles de la alianza con Bulma.
— Me alegra verte tan feliz.
— ¿Y quieres el descanso o no?
— Déjame pensarlo, gracias, JEFA.
Al otro día mientras estaba con la científica, a Izbet la llamó su asistente y amiga.
— Dime Jenny.
— He pensado lo del permiso, estamos saliendo por un par de días con Marcos y los niños, iremos a las montañas.
— Qué bien, no te preocupes por la empresa, me haré cargo de todo, tómate los días que quieras.
— Tendré que cambiar mi ida con los niños a la playa Tranquila del Sr. Sam O'Connor Smith, a pesar del nombre igual me preocupaban mis hijos, recuerda que no saben nadar bien — Izbet se puso pálida, se despidió, colgó, se excusó con Bulma que se había olvidado de que debía encontrarse con Piccolo y se fue.
Rápidamente buscó el ki de su amiga, apenas lo logró sentir fue a su encuentro, el nombre que le dio es la señal que pactaron cuando una de las dos estuviera en peligro. Llegó a un acantilado a orillas del mar, había una entrada en un costado, sólo sintió la presencia de un humano, será fácil se dijo, fue a soltarle la mordaza a su amiga, cuando alguien apareció atrás de ella que le inyectó un líquido en el cuello, Izbet inmediatamente sintió un gran dolor y debilidad que se extendió por todo el cuerpo, su ki bajó hasta quedar casi inexistente. La energía del humano que había sentido era de una mujer estatura media, pelo ondulado negro melena y ojos oscuros, que se acercó de un galpón que había al fondo.
— Vaya, llegó la perra, sabía que, si le hacíamos creer que era un simple secuestro para obtener información de la empresa, ésta lograría que viniera.
— ¿Entonces qué quieres? — dijo desde el suelo la del mechón blanco.
— Venganza, soy Mitzi, hermana de Carlos Rapist.
— Pensé que no quedaba nadie de su malnacida familia.
— El veneno que tienes ahora en tu sangre te matará en dos horas, y los dolores que sentirás serán insoportables jajajaja.
Ella no quería darle la alegría de gritar, atrás de la mujer morena apareció el sujeto que la inyectó, había ocultado su ki por eso ella no lo sintió, era muy alto y grande, con orejas puntiagudas, piel rosada, pequeños cuernos, y ojos amarillos, se llamaba Braca, era el hijo de Dabura.
— ¿Y en qué nos entretenemos mientras esperamos? — sonrió lascivamente el hombre.
La organizadora de la trampa le soltó el pantalón al tipo, se arrodilló y comenzó a meter y sacar el miembro de él de su boca, mientras le acariciaba el trasero, ya cuando estaba por acabar lo ayudó metiendo un dedo en él, logrando que acabará inmediatamente.
— Vamos cariño, el saber que está muriendo me excita mucho — dijo la morena mientras se limpiaba la boca y se levantaba.
— Ojalá sea así, cariño.
Jenny sólo podía mover los ojos, le pusieron algo para tenerla quieta, por eso no pudo avisarle a su amiga de la trampa.
Casi a las 2 horas la pareja de malvados fue a revisarlas, el cuerpo de Izbet estaba luchando contra el tóxico.
— Todavía no está agonizando, tendremos que ponerle más, se supone que la cantidad que le dimos es mortal para los humanos ¿Segura que es terrestre? — Braca se asombró de su resistencia.
— Es una simple pordiosera, una rata callejera a la que mi hermano le dio trabajo, comida, un techo para cobijarse, y mira como le pagó.
— Trabajo le dices a obligarme a pelear... para luego encerrarme en una habitación inmunda... con otras 20 niñas... abusó de mí... agradece que no lo pude matar antes.
— Espera cariño, todavía no la mates, quiero escuchar que grite, tú sabes cómo lograrlo, amor.
Al rato.
— Es más fuerte de lo que creí, la he cortado, quemado con fierros, le quité uñas, le puse ácido en la mano, y nada — dijo el hombre.