— Que diablos... — dijo asombrado el aprendiz de Jedi.
— Soy hija de un ser que podría considerarse como ángel, y de un demonio de otro universo — le sonrió.
Lograron dar con uno de los fugados, no le costó a Piccolo detenerlo y llevarlo con su nave al Templo. Los demás detuvieron a los dos que faltaban.
— ¿Cuánto demorarás en preparar todo para que regresen a su universo? — le preguntó Izbet a Bulma.
— Como 15 días, poco más, poco menos.
— Luck ¿Quieres conocer mi mundo?
— Claro Iz.
— Te vengo a buscar temprano — se despidieron de beso en la mejilla.
— Gracias — el muchacho quedó muy contento.
— Hasta mañana — dijo la mujer ciega hacia los demás.
Al otro día bajaron en la nave que le prestó la científica, en tierra usaron el auto de la medio demonio, esa noche ambos volvieron al templo.
— ¿Cómo estuvo el paseo? — preguntó Han que trabajó en el motor de su nave ese día.
— Es un mundo increíble, me gustó mucho — le respondió el rubio.
— Han ¿Necesitarás a Luck estos días?
— No — sonrió malicioso — para nada.
— Te parece que mañana vamos a la montaña, hay unos lugares muy entretenidos que me gustaría mostrarte — preguntó al rubio.
— Bueno — se notó que le gustaba a Luck estar con ella.
— Nos vemos Piccolo — pero el aludido ni abrió los ojos para despedirse de su alumna.
Al otro día temprano se fue la pareja.
— Se llevan muy bien — Han estaba pensativo — ¿Ella está sola? ¿Es soltera?
— Sí... ¿Piensas qué...? — le respondió Bulma.
— Anoche el muchacho no dejó de suspirar cuando trataba de dormir — sonrió de lado el piloto.
— Ella es cariñosa y atenta con quien le cae bien, pero de allí a... — la científica recordó que hacía poco la mujer ciega le confesó que estaba enamorada de Piccolo, decidió que ayudaría en lo que pudiera al joven del otro universo, con algo de suerte su amiga olvidaría ese amor imposible.
El namek que estaba meditando cerca escuchó todo. Por dentro estaba muy molesto, Izbet era SU amiga, él le enseñó a usar sus poderes, estuvieron juntos durante el año que entrenó en el Templo Sagrado y cuando fue humano, y a pesar de todo eso ahora lo dejo botado por andar con ese simple humano... y que además algo así pase entre ellos... lo puso furioso.
— Voy a entrenar a la cascada, hay mucha gente para mi gusto — bajo a la Tierra.
Aparte de Luck y sus amigos estaba los pilotos imperiales, quienes luego de ver lo que eran capaces de hacer sus captores, no opusieron ninguna resistencia a su cautiverio.
Varios días después.
— Hola ¿Y Piccolo? — Izbet buscó su ki, pero no lo sintió — ¿Es sábado o no?
— Bajo hace unos días, debe haberse olvidado qué día es hoy — le respondió Dende.
— ¿Quieres que te muestre como entrenó para aprender a usar la fuerza? — sugirió Luck, quería mostrarle sus habilidades a la mujer ciega.
— Bueno — dijo la medio demonio tratando de ocultar su tristeza, pensó que su maestro quería estar solo, por eso no fue a buscarlo.
Mientras en algún punto del planeta, Piccolo trataba de meditar, pero sus pensamientos no lo dejaban.
"Pensé que había una... amistad fuerte con Izbet, que era importante para ella y ahora ni se acuerda de mí, debo olvidarme de tener amigos, tarde o temprano se alejan, solo estoy mejor — aunque no lo dijo en voz alta no había olvidado lo que escuchó en la fiesta cuando era humano, si ella lo ama como dijo porque actuaba así se preguntaba".
Más tarde fue al Templo a ver cómo iban las cosas, bajo su ki lo más que pudo, apenas puso un pie en el lugar se escondió atrás de unas habitaciones, vio a la mujer ciega y al joven con los ojos vendados, ella usaba su ki para lanzar esferas de energía suaves, que él desviaba con el sable de luz. Los demás se entretenían mirando.
— Ella es muy hábil — comentó Han.
— Aprendió del mejor, como yo — dijo orgulloso Gohan.
— De ese tip... — al ver la mirada del medio sayayin — ¿Se llama Piccolo, verdad?
— Sí, SEÑOR Piccolo.
— ¿Y si luchamos un poco? — le sugirió Izbet a Luck — prometo no volar ni usar toda mi fuerza.
— Entonces aceptó — pero en un descuido, ella lo golpeó accidentalmente en la entrepierna — uffff... Qué dolor... — el rubio cayó de rodillas.
— ¿Qué pasó? — la ciega no se dio cuenta de nada.
— Lo golpeaste en... una parte complicada para un hombre — dijo Han corriendo a ayudar a su amigo.
— Lo siento, no quise hacerlo — estaba sonrojada — estoy acostumbrada a luchar con personas muy altas, no calcule bien la distancia — dijo nerviosa.