— ¿Has sentido a Piccolo? — insistió Izbet.
— A veces, en la cascada — le respondió Dende.
— No quiero ir a verlo, se puede molestar, si no viene es porque quiere estar solo — suspiró triste — Luck ¿Vamos a un cine? Dejaré que elijas la película.
— ¿No te aburrirás?
— Me las imagino. Y de allí pasaremos al Mall, quiero comprarte algunas cosas.
Luego del cine, pasaron a la tienda de ropa de la amiga de Izbet, Madeleine, donde le compró ropa y zapatillas.
— No tenías que molestarte.
— Quiero que te lleves un recuerdo mío, y si puedes lleva algunas cosas para Han, para Chewie no creo que tengan — sonrió.
— Sí, recuerdos... han pasado los días muy rápido.
— ¿Por qué tan triste? — sonrió comprensiva — entiendo, echarás de menos la tranquilidad que hay, pero sé que lograrán derrotar al Imperio, todo irá bien para ustedes.
— Sí, es por eso.
Al otro día fueron a un parque de diversiones.
— ¿Subamos a la montaña rusa? — propuso Izbet — ¿Qué te pareció? — preguntó cuando bajaron.
— Increíble la sensación en el estómago — el joven miró alrededor — ¿Te parece que subamos a esa rueda gigante?
— Sí, me encanta cómo se siente.
Pero cuando estaban en la mitad de las vueltas, donde iba una joven con su hermanito se soltó, estaban en peligro de caer de la parte más alta.
— ¿Por qué pararon el juego? — preguntó la mujer ciega.
— Un accidente — respondió preocupado al ver la cabina oscilando peligrosamente.
— ¿Adónde vas? — le dijo al rubio al sentir que se alejó.
El joven empezó a subir entre los hierros, cuando llegó arriba puso al pequeño afirmado en su pecho y cerró la chaqueta para que quedara seguro, la jovencita lo tomó del cuello, desde su espalda, cuando iba a mitad del camino, la cabina se termino de soltar y empezó a caer sobre ellos, él tomó un mango negro que tenía colgando del cinto, desplegó su espada láser y lo cortó por la mitad, que por suerte cayeron hacía ambos lados sin hacerle daño a nadie.
— Muchas gracias — le agradeció la muchacha con un beso en la mejilla cuando estuvieron en tierra, tomó en brazos a su hermanito — no sé cómo agradecerle que nos haya salvado.
— No es nada — respondió sonrojado el joven, mientras bajaban con cuidado a los demás.
— Oye superman, prepárate para los periodistas — le dijo riendo Izbet.
— Vayámonos, no quiero pasar por lo mismo del accidente en auto.
Huyeron rápido, de nuevo quien los espiaba siguió atrás de ellos, oculto.
Sobre Vegeta, varias veces había ido con excusas tontas al Templo, como que quedaron con Goku, o que sintió el ki de algún enemigo, se quedaba en un sector mirando gravemente a todos, cuando sentía que se había hecho notar lo suficiente se iba.
Habían pasado las dos semanas. Por fin todo estaba listo para que los visitantes volvieran a su universo.
— Hola — llamó Bulma por teléfono a Izbet.
— Hola ¿Cómo estás?
— Bien, quería avisarte que ya está todo listo para que nuestros amigos vuelvan a su hogar.
— Que bien por ellos, deben extrañar a su gente.
— ¿No te pone triste la noticia? — preguntó curiosa.
— ¿Por qué? Me alegro que pueden volver a su casa.
— Bueno, nos vemos en un rato más. Luck me pidió que te avisará que te pasará a buscar a tu casa.
"Creí que aunque fuera un poco le gustaba el jovencito... pero veo que no ha olvidado a Piccolo, al menos se hizo la lucha".
— Okis, nos vemos — se despidió la mujer ciega.
En el Templo Sagrado.
— ¿Vas a ir a despedirte de tu... amiga? — le preguntó Han a Luck.
— Iré a verla a su casa y nos vendremos juntos.
— ¿Por qué tan pensativo? — sonrió el pirata.
— Nada importante, ya venimos — estaba muy nervioso.
— Suerte chico — le deseo al verlo subir en el avión.
En el hogar de la mujer ciega, ésta lo esperaba en el patio.
— Hola, Bulma me aviso que hoy se van.
— Sí, por eso quería pedirte que vinier...
— Que pena que no pudimos practicar con Piccolo, supongo que siempre será así, no le gusta cuando hay mucha gente... espero que no se haya enojado conmigo por no haber entrenado este tiempo con él — dijo de verdad preocupada.
— Lo quieres mucho ¿Verdad?
— Sí, es la persona más importante para mí en todo el Universo... daría mi vida por salvarlo si fuese necesario — expresó con firmeza.
— Ya ve — dijo triste el rubio.
— Como era poco el tiempo que estarías en la Tierra quise ayudar a que olvidarás por estos días esa terrible guerra... lo que me contaste que has pasado es horrible... tus tíos, tus amigos... — le tomó una mano — solo puedo tratar de imaginar tu dolor, espero haber logrado distraerte, aunque fuera un poco... eres un jovencito simpático, con una gran fuerza interior, me alegra mucho haberte conocido.