Bienvenida sea, Meredith.
—¡!!BYROOON!!! ¡Sé que has tomado mi laptop, regresa aquí gilipolla! -He gritado como loca por toda la casa, necesito irme a la facultad ante que mi primera clase quiera darme de baja.
—Meredith, deja de gritar y ponte a desayunar mientras Byron termina. -Expresa mamá pacientemente. —Deja que termine, ¿no podría ponerte algo de color? Parece una inadapta asocial.
—¡Pero es a mí a quien reprobarán si llega tarde! —Exclamé enojada. -Desayunaré allá y mi vestimenta nada que ver.
Me dirijo hacia la segunda planta a la habitación de mi fatal hermano, mi padre ha de estar esperando tomando su café, pero no puedo dejar la laptop, sería el fin de mi existencia completa en la facultad y peor, enterrara da por la misma maestra de inglés, Marión, que siempre busca algo para criticarme.
Ya dándome por vencida, tomo mi celular, coloco los audífonos y cargador en la mochila, dos libros de literatura y un cuaderno y marcho, pero antes.
—Si repruebo culpa de ustedes dos, fan de hacer las cosas a últimas horas. — —Grité y marché mientras mi padre va detrás de mí.
Tomo asiento en el copiloto colocando la mochila detrás, sé que mi padre quiere ayudarme y le agradezco que sea el sensato de esta familia, mi hermano mayor trabaja junto con él mientras que Byron es mi gemelo masculino, pero recibe clases particulares en casa porque sufre de ansiedad social y teme a ser rechazado y juzgado, no poder ser amigos suficientes como yo, como si yo tuviera un verdadero amigo.
Mis amigos de la facultad solo es un estatus más de la popularidad y no es algo grande, no te garantiza que sean leales y reales, solo compartimos salidas y algunas cosas más.
Para ser sensata no logro entender cómo es que me hice popular, solo llegué una vez y fui la que todos nombraban por doquier, de ahí las personas se iban acercado solos y acompañándome a la hora de comer y a las clases.
—Debes de entender a tu madre, tu hermano a veces es irresponsables con sus deberes. -Expresa mi padre mientras maneja.
—¿A mi quién me entiende? Yo soy la que tiene que sobrellevar todo en la escuela por ser popular, por ser inteligente y me tienen en un altar sin ni siquiera pedirlo, es estresante y deprimente.
—Te comprendo cariño, pero.
—Estoy cansada de todo, papá, es muy agotador llevar todo en tu mente y tener que ayudar a mestros con alumnos, de ser encargada casi de todo.
Papá no responde y agradezco mentalmente que hemos llegado, inmediatamente me despido y me dirijo hacia la entrada donde están mis amigos en mi dulce espera.
Por un momento dudé en entrar, la verdad es que si entraba a la primera clase y sin mi laptop porque justo hoy tocaba clase que correspondía a y través de ella.
Tenía mi mente llena de ideas sobre mí, mi mente todos los días trabajaba para torturarme y acabarme emocional y posiblemente física, me llamaban Ángel y no por ser simplemente ser buena y angelical, ni siquiera sé la razón por lo cual lo hacen, sin embargo, estaba ahí detenida con mi mente controlándome yo permitiéndoselo porque si puedo vencerla.
No soy lo que nadie ve, no soy esa chica de papi y mami que todo el mundo piensa, apenas me conozco yo y todos creen conocerme, si me conocen tanto, ¿sabrán de mis heridas? ¿Sabrán de la herida que me caigo y pesa en mi constantemente? Pero la repuesta en un rotundo no, nadie lo sabía, ni siquiera mis padres.
—¡Meredith, vámonos a clases! —Miré hacía el frente y ahí estaba Sandra tratando de llamar mi atención
Sandra era mi cuñada, hermana de mi novio, es la única que puedo confiar plenamente, Santiago es mi novio desde hace seis años aproximadamente, es lindo y también pertenece al renglón de los populares de acá.
La diferencia entre él y yo es que él es realmente feliz y una persona tranquila, yo no.
M e enamoré de él por la forma en la que captaba mi atención a pesar de rechazarlo miles de veces, su insistencia y su voluntad de ser, aunque sea mi amigo que por ahí empezamos y comenzó todo.
—¿Me estás escuchando? —Seguí caminando y asentí mientras contaba que Santiago se encontraba ya en el aula en nuestra espera.
—No sé si tome clases hoy, me siento fatal. —Mentí, sería capaz de cualquier cosa para no tomar clases en caso de emergencias, aunque no haya alguna emergencia en especifica. -Quiero vomitar.
—¿Estarás embarazada? —Expresa.
—¿¡Qué!? Obviamente no, nos cuidamos. —Respondí de inmediato.
—Entonces, ¿qué? ¿Qué pasa con…
De que al infierno me iré, sí.
He fingido un desmayo, me han llevado a la enfermería, trato de mantener la compostura y los ojos cerrados fingiendo estar mal, lo abro lentamente y el primero que veo es a Santiago junto a la enfermera, algo que si es real es una pequeña jaqueca.
—¡Al fin! -Besa mi frente preocupado. —No me vuelvas asustar así, Meredith.
Asentí.
Me preocupaba que la enfermera tenía cara de tragedia tratando de “averiguar lo que me pasaba” o sea, era un desmayo fingido, solo quiero irme a casa.