Ángel de la Guarda

Parte I

 

Érase una vez una chica corriente que vivía en la ciudad de New York, sus padres eran de origen cubano, pero ella había nacido en el fabuloso país de los Estados Unidos. Sí, tuvo suerte, y decir esto es poco, la chica con el pasar de los años confirmaba cada vez más su fortuna. Su nombre era Raquel, cualquier cosa que hiciese terminaría en gloria, conseguía cualquier objetivo que se propusiese y cumplió cada uno de sus sueños.

Era una reconocida pintora, su firma estaba en valiosas obras en importantes galerías de arte, tenía el amor de su familia y una bondad inmensa en su corazón, una bondad mostrada en su noble sonrisa. Tímida, pero al mismo tiempo valiente, ingenua pero sabia, dulce pero fuerte, divertida pero sensata.

Raquel era el equilibrio perfecto de emociones y su personalidad era la ideal, al parecer lo tenía todo, y es cierto, no le faltaba nada, o al menos eso creía ella.

La chica se negó completamente al amor, a pesar de ser joven, con un cabello negro y largo hasta sus caderas, ser delgada y tener un rostro angelical, no utilizaba su belleza para atraer el romance, porque como dije antes, era sabia y sabía que el amor no dependía de la suerte que tanto le acompañaba, sino de la otra persona. Pero Raquel no le daba importancia a esto, ella ya tenía todo lo que necesitaba.

Antes dije que la chica tenía una gran suerte y fortuna, pero no, lo que en realidad tenía era un ángel de la guarda que nunca soltó su mano, un joven con una alta responsabilidad, hacer perfecta la vida de Raquel. Él la seguía a todos lados, a su centro de trabajo, a casa de sus padres, a las reuniones con sus amistades y hacía desaparecer cualquier mal que acechara a su alrededor, la acompañaba en las largas madrugadas que la chica dedicaba a pintar en su lienzo, y cuando dormía, él se acostaba a su lado vigilando sus sueños. El ángel la veía feliz, pero sabía que si quería hacer perfecta la vida de Raquel, debía hacer que se enamorara, que encontrara a su alma gemela.

Una mañana como cualquier otra, el despertador de Raquel sonó, ella lo apagó, somnolienta, se levantó y se dirigió a la cocina arrastrando sus pantuflas. Se preparó un chocolate caliente y lo bebió junto a su ventanal, el cielo estaba gris y el sol se ausentaba, eran señales de que en cualquier momento llovería.

La chica vistió ropas adecuadas para el exterior: grueso abrigo, pantalones, botas y bufanda. Era el cumpleaños de su madre y tenía que llegar a tiempo para la sorpresa que le harían, tomó el pastel que había comprado el día anterior de su refrigerador y salió casi corriendo de su apartamento.

Tomó el elevador y al llegar al primer piso casualmente había un chico con el cual tropezó y el pastel cayó al suelo, en el rostro de Raquel se vio el asombro, la sorpresa de su madre estaba ahora hecha pedazos

- ¡Oh, lo siento mucho! – exclamó el chico profundamente apenado –

- Está bien, no te preocupes, fue un accidente – Raquel suspiró profundamente –

- ¿Era importante?

- Se suponía que era una sorpresa para mi madre, pero ya no hay nada que hacer

- En ese caso, creo que tengo la solución – Raquel lo miró esperanzada ante sus palabras – Por favor espera aquí, vuelvo enseguida

El chico subió al elevador y le reiteró a Raquel que no se fuera a lo que esta asintió, se quedó esperando, aunque tenía curiosidad sobre lo que haría aquel joven, que luego de unos minutos volvió con un pastel idéntico al que había perdido la chica

- No puedo aceptarlo – Dijo Raquel – Debes necesitarlo

- No, lo compré para comerlo yo solo en mi apartamento, tú necesitas darle la sorpresa a tu madre

- ¿Está seguro?

- Sí, yo fui quien arruinó tu pastel, ahora lo estoy arreglando

- Muchas gracias – La chica sonrió tomando el pastel en sus manos – No sé cómo agradecerle

- No tiene que agradecerme

- ¿Eres nuevo en el edificio? No recuerdo haberte visto antes

- Sí, me mudé ayer en la madrugada

- Bienvenido entonces, espero que sea de su agrado su estancia aquí, ahora debo irme

- Sí, claro, yo llamaré a la encargada de la limpieza para que limpie este desastre ¿Pero antes podría decirme su nombre?

- Soy Raquel

- Mucho gusto Raquel, mi nombre es Ethan

Los jóvenes se despidieron, Ethan volvió a su departamento y Raquel se dirigió a casa de sus padres.

El ángel de la guarda de Raquel que presenció la escena de principio a fin y también quien había planeado todos los detalles, se sintió decepcionado, se suponía que Raquel debía sentirse atraída al apuesto joven de ojos verdes y cabello castaño que había puesto en su camino, dedicarle, aunque sea una mirada tímida y que su corazón se acelerara un poquito.

El ángel no se dio por vencido, se recordó a sí mismo que era la primera vez que Raquel veía a aquel chico y que ella era diferente a las demás jóvenes, tenía que darle algo de tiempo, por ahora lo único que podía hacer era idear otro plan de encuentro.

La joven llegó a casa de sus padres, con la compañía de su ángel, por supuesto. Fue recibida por su hermana mayor con un abrazo, felicitó a su madre y le entregó la sorpresa sana y salva, su padre estaba en la cocina haciendo un almuerzo al estilo cubano.

Raquel disfrutaba al máximo el tiempo con su familia, para ella sus padres y hermana lo significaban todo, pasó el día con ellos. Al mediodía su padre sirvió la mesa: un sabroso cerdo asado, tostones, congrí, tamales y ensalada de lechugas con tomate. Esta comida le hacía recordar a Raquel sus visitas a Cuba.

Aunque eran solo cuatro personas, la fiesta que hicieron fue memorable, bebieron vino hasta quedar ebrios y bailaron salsa hasta que sus pies dolieron.

Era poco más de las doce de la noche cuando todos quedaron rendidos menos Raquel, que, aunque estaba ebria, daba tropezones y se sujetaba de las paredes, tomó las llaves de su auto y se marchó sin que nadie se diese cuenta.



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En el texto hay: angel, romance, angel y humana

Editado: 27.12.2021

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