Ángel de la Guarda

Parte IV

En la noche, cuando Raquel dormía, David se acostaba junto a ella y tomaba su mano mientras veía lo hermosa que era, el ángel esperaba la visita de su superior, sabía que vendría lo peor después de lo sucedido y entonces el ángel superior de David apareció en la habitación

- Lo estaba esperando – Dijo David –

- Has roto las leyes, joven…

- Lo siento mucho, enfrentaré mi castigo

- Sin embargo, tienes suerte, allá arriba hemos decidido que podrás permanecer en el cielo, pero debes dejar de interactuar con los humanos, especialmente con Raquel, de lo contrario, nos veremos obligados a expulsarte

- Señor, no sé cómo agradecerle por darme esta oportunidad, a pesar de mis crímenes…

- No me agradezcas a mí, ya sabes a quién debes agradecerle – Entonces el ángel superior se marchó –

- Gracias Dios – susurró David –

Raquel no volvió a ver a David luego de aquel beso que la había enamorado, volvió todos los días al banco de aquel parque esperando encontrarse con él, pero era en vano. Así pasaron los días y Raquel perdía cada vez más la esperanza, y la tristeza comenzaba a inundarla, parecía que en el amor la suerte le faltaba.

Los días de noche buena y en la víspera de año nuevo su familia notaba que algo la afectaba, mas ella intentaba ocultarlo.

Pasó un año y Raquel seguía visitando el parque donde solía estar David, pasaron dos años y aunque con menos frecuencia, seguía visitando el parque, lloraba en las noches y en su lienzo no dibujaba otra cosa que no fuera el rostro angelical del amor de su vida.

David seguía cuidándola, la tristeza de Raquel también le dolía, la acompañaba a todos los lugares que visitaba, incluso al parque donde solían encontrarse y la observaba esperarlo, así pasaron dos años más.

El ángel, que no soportaba más ver a Raquel y no poder hablar con ella, ni tocarla, ni besarla, habló con su superior y le pidió que lo expulsaran del cielo, esto desató el asombro en los demás ángeles, nunca hubo alguno que quisiera abandonar el cielo, pero se le concedió el deseo a David y este fue condenado a vivir en la tierra como un humano común.

Una mañana igual a cualquier otra, Raquel abrió sus ojos en su cómoda cama ante el sonido del despertador, somnolienta, se levantó y se dirigió a la cocina arrastrando sus pantuflas. Se preparó un chocolate caliente y lo bebió junto a su ventanal, el cielo estaba gris y el sol se ausentaba, eran señales de que en cualquier momento llovería.

La chica vistió ropas adecuadas para el exterior: grueso abrigo, pantalones, botas y bufanda.

Salió de su departamento y se dirigió al parque, se sentó en el banco donde solía verse con David y como siempre, sólo lo esperaba con la mirada en el suelo, pero en el fondo Raquel sabía que él no aparecería. Algo cambió esa desesperanza cuando vio dos piernas detenerse frente a ella y cuando escuchó una voz dándole los bueno días.

La joven alzó la mirada y se negó a creer lo que estaba viendo, después de cuatro años veía a David ahí parado y con una sonrisa. Los ojos de Raquel se nublaron y muchos sentimientos se encontraron en su interior – ¿Cómo te atreves después de todo este tiempo? – Dijo con algo de rabia, se levantó del asiento y se marchó.

David la veía alejarse y lo menos que quería era dejarla ir, así que corrió detrás de ella y la abrazó por la espalda, lo que tomó por sorpresa a Raquel.

La joven bajó la mirada y notó que la mano de David que estaba rodeando su abdomen sujetaba una rosa roja

- Sé que no es justo… – Dijo el joven – …Que después de cuatro años me aparezca así sin más, pero tuve razones para ausentarme

- No quiero escuchar ninguna de tus razones – Dijo Raquel zafándose del abrazo y la rosa cayó al suelo – Ni si quiera sé por qué te he estado esperando todos estos años, no sé por qué estoy enamorada de ti si apenas te conozco – Raquel se volteó a ver a David – No, esto no se puede llamar amor, es sólo un capricho

- No digas eso Raquel – La joven continuó con su camino de vuelta a casa – ¿¡Y si te dijera que soy tu ángel de la guarda!? – exclamó David y volvió a detener los pasos de Raquel, además de hacer que las personas alrededor lo miraran como si fuese un loco – ¿¡Y si te dijera que si me quedaba me expulsarían del cielo!?

- ¿Mi ángel de la guarda? – Carcajeó Raquel volteándose a verlo – ¿Pero qué clase de excusa es esa?

- Sí Raquel, he estado a tu lado toda tu vida – David se agachó para recoger la rosa del suelo – Yo nací exactamente el mismo día a la misma hora que tú y fui asignado a protegerte por el resto de tus días, para así guiarte en tu camino al cielo – Comenzó a caminar con pasos lentos hacia Raquel – Sé tanto sobre ti como tú misma, sé, por ejemplo, que no te gusta la manzana, pero sí cuando le untas chocolate, que te gusta tanto la comida que hace tu madre que siempre te comes dos platos, en ocasiones hasta tres, que te hace daño la mantequilla de maní, que cuando te lavas las manos tienes la costumbre de enjabonártelas dos veces, que te gusta tomar la soda con una pajita y absolver hasta la última gota, que tu familia es lo más importante para ti, que tus padres vinieron de Cuba arriesgando su vida por el mar, que a pesar de que tú naciste aquí compartes el dolor por el que ellos pasaron, que adoras a tu hermana y que ambas son como uña y carne, que finges no estar triste cuando pasas tus noches llorando, como cuando tu mejor amiga Ana tuvo ese accidente automovilístico y falleció, intenté salvarla para evitar que te afectara, pero no dependía de mí, aún así estuve ahí para ti en todo momento – David se detuvo a solo unos centímetros de Raquel – Sé que… – Raquel interrumpió sus palabras posando su dedo índice sobre sus labios

- ¿Por qué estás aquí si eres mi ángel de la guarda? ¿Acaso no te ausentaste porque te expulsarían del cielo?

- Porque te amo demasiado Raquel, renuncié al cielo porque quiero estar junto a ti



#8989 en Fantasía
#12018 en Otros
#3567 en Relatos cortos

En el texto hay: angel, romance, angel y humana

Editado: 27.12.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.