"Ángel de la Guarda"

4: "Primer día"

Para Lucía despertar sola en la cama y casi sin ruido es como estar en paz, desde que había salido del orfanato sentía que podría adaptarse al mundo y quizá superar de una vez por todas ese episodio trágico de su vida.

—Bueno, hoy es el primer día y no pienso llegar tarde a mis clases —decía Lucía arreglándose el cabello muy apurada —ahora, a alistar todo. 

Lucía desayunó solo leche caliente y salió rápidamente hacía la universidad, quedaba a tan solo 15 minutos de donde vivía, así que no tendría problemas de tardanza. Al llegar notó que todas las chicas iban bien arregladas y con maquillaje en el rostro, Lucía se sintió un poco incómoda pero igual no le importó.

—Buenos días estudiantes, soy su tutora y hoy les doy la bienvenida. Mi nombre es Sara Miller y espero que este año nos llevemos bien y que se puedan convertir en futuros médicos...— la tutora iba a empezar a realizar los protocolos respectivos de bienvenida, cuando un chico muy ajetreado interrumpió la presentación.

—¡Perdón por llegar tarde! —dijo el chico que estaba muy cansado, luego miró a la tutora que estaba parada frente a toda la clase, y proyectaba unas diapositivas en la pizarra —espero que no me haya perdido de nada.

—No te preocupes que aún no empezaba mi presentación, pero que no se vuelva a repetir o tendremos problemas a futuro ¿está claro?

—Como el agua maestra, ¡uy! ¿Dónde me sentaré? —preguntó preocupado mientras observaba algún asiento vacío. La tutora entendió la pregunta, y observó que al lado de Lucía había un asiento vacío.

—Siéntate junto a ella, hay un espacio vacío y no creo que tenga inconveniente ¿verdad?

—No tengo problema —dijo Lucía indiferente, mientras el joven se sentaba a su lado.

Él tenía el cabello corto y color caramelo, su piel era de raza europea, además era alto; algo que notó de sus ojos, era que mostraba mucha calma y simpatía, incluso eran del mismo color de su cabello. Tenía puesto una camisa blanca con jeans negros, y tenía pulsera donde mostraba un crucifijo, eso incomodó a Lucía.

—¡Genial! Seremos amigos, mi nombre es Samuel ¿y tú? —dijo muy emocionado, entonces Lucía mostró mucha ira y lo fulminó con la mirada.

—Me llamo Lucía, y te recomiendo que mantengas tu boca cerrada que vine aquí a estudiar, no ha perder mi tiempo con alguien como tú ¡¿está claro?! —respondió seria y siguió atenta a la clase. 

—Es..esta...bien—dijo triste Samuel.



 

●●●●

Las horas pasaban y Lucía seguía indiferente todo el tiempo, Samuel era muy participativo y alegre; no tardó en convertirse en el chico más popular de la clase y a Lucía empezó a incomodarle.

—Samuel, quiero que te cambies de sitio —le dijo Lucía una vez, pero Samuel la miró muy deprimido.

—¿Te molesta mi presencia? Yo nunca te hice nada malo y parece que me odias —contestó muy triste; esas palabras hizo que Lucía no pueda decir nada más, ya que le recordó a Sebastian cuando le gritó en el hospital hace once años atrás. Para Lucía todo marchaba de maravilla, hasta que un día fueron visitados por el decano de la facultad.

—Alumnos, les tengo que comunicar que el decano de la facultad de medicina tiene algo que comunicar, escuchemos —dijo la tutora Miller.

—Jóvenes, hoy a entrado en vigencia una nueva ley que consiste en que incluyamos la Teología como curso, para que pueda haber pensamientos libres sobre Dios en diferentes religiones —comunicó el decano muy serio —este curso es obligatorio aprobar para que puedan pasar en los próximos 3 ciclos de su carrera, por ende aquellos que se consideren ateos, lamentablemente tendrán que estudiar y aprobar este curso. Es una nueva ley que fue aprobada y hoy entra en vigor, sin más que decir hasta luego —nadie había cruzado más que solo miradas de confusión, Lucía era la más desconcertada del salón.

—¿Alguno de ustedes es ateo? —preguntó la maestra —tal vez podamos debatir ese pensamiento con la teología ¿no creen?

—Es una tontería, Dios no existe y punto —dijo Lucía seria —¿por qué lo hicieron un curso? Estudiamos medicina, no filosofía.

—Temo que son órdenes externas y no podemos hacer nada —respondió la maestra —bueno alumnos sigamos...

—Esto es estúpido, Dios es un ser maligno para mí...—decía Lucía en su mente...



 

●●●●

Pasaron dos semanas desde la noticia del decano, y el primer trabajo que iban a realizar sobre la teología, iba a ser grupal. Lucía era la más incómoda que estaba, ahora empezaba a creer en unirse en sectas del diablo para alejar las "malas fuertes" o lo que sea que este atormentando su vida.

—El primer proyecto que harán, será "La medicina y la Fe" —dijo la maestra —los grupos fueron asignados por sorteo, así que no habrá cambios ¿entendieron?

—Si maestra —respondieron.

La maestra fue nombrando a los integrantes de cada equipo, por coincidencias de la vida, a Lucía le tocó hacer equipo con Samuel y dos personas más. En el receso, hablaron sobre el proyecto.

—Hola a todos, empecemos presentándonos ¿no? —dijo Samuel emocionado —mi nombre es Samuel Samin.

—Pues mi nombre es Sofía Puka.

—Hola, yo soy Víctor Qhari.

—Yo soy Lucía Tamaya —después de las presentaciones, Lucía se apresuró a sacar apuntes para avanzar con el trabajo —ahora empecemos con el proyecto.

—Bueno chicos, ¿alguien de ustedes es ateo? —preguntó Sofía, Lucía suspiró.

—Yo, sin embargo, me tragaré mi orgullo para aprobar el ciclo —dijo lucía sarcásticamente —mientras más rápido avancemos, será mejor.

—Vaya, eres directa —contestó Víctor sorprendido —¿siempre eres así?

—¿Avanzaremos o seguirás cuestionando mi carácter?

—No, mejor avancemos porque puede que esto se salga de control —dijo Samuel tratando de calmar a Lucía —bueno lo primero que haremos es...




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