"Ángel de la Guarda"

22: "El regreso de Javier"

"Samuel" abrió los ojos y se levantó feliz. Luego se sentó a mirar la ventana mientras bebía una taza de café caliente, pero al mirar el reloj tuvo que salir corriendo del edificio.

—¡¿Cómo es que no escuché la alarma?! —decía alterado mientras esquivaba los autos y a las personas.

—¡¡¡Oye imbécil, tenga cuidado!!! —decía un señor mientras recogía su bolsa de compras.

—¡¡¡Disculpe, pero llegaré tarde y..!!! —él siguió corriendo sin parar y al llegar a la universidad se encontró con Sofía.

—Oye, oye ¿Qué estás haciendo? Estás...sudando —ella lo miró e hizo una mueca de asco y se alejo.

—No exageres, no estoy tan...

—Hola chicos ¿Qué hacen? —Víctor se apareció detrás de Samuel y entonces al ver su sudor, se alejó—oye, ¿no llegaste a secarte el cabello?—Samuel estaba un poco molesto por esa pregunta.

—Me quede dormido ¿si? Estuve corriendo, por eso traigo el cabello mojado como si me hubiera dado una ducha.

—Pero ¿Dónde tienes metido la cabeza? Hoy no tenemos clase en la mañana ¿acaso lo olvidaste?—dijo Sofía confundida, Samuel retrocedió y se agarró su cabeza mientras gritaba.

—¡¿Qué?! ¡Pero ¿Qué día es hoy?! 

—Oye recuerda que es miércoles, solo tenemos que asistir al mediodía —respondió Víctor que también estaba confundido, ya que ayer habían hablado del tema. Luego ambos se acercaron a Samuel y se dieron cuenta de algo particular.

—Me sorprende que no emanes un olor desagradable por ese sudor —sentenció Sofía mientras entrecerraba sus ojos en señal de sospecha.

—Es...que...tengo descendencia...¿oriental? —esa fue la respuesta que dijo Samuel, recordemos que él es un ángel y ellos no emanan olores desagradables por naturaleza divina.

—¿En serio? —dijeron Sofía y Victor al mismo tiempo, Samuel entonces tuvo que buscar una escapatoria antes que siguieran con las preguntas.

—¡Uy! Miren la hora deberíamos estar en clase, vámonos —él se fue caminando a paso rápido y los demás le siguieron.

—No tenía ningún reloj en la mano ¿cierto?

—Así es, desde ayer que está raro —decía Sofía mientras caminaba pensativa.

—¿Desde ayer?

—En el camino te cuento, ahora me interesa que Lucía este bien. 

 

 ●●●●

En clase todos estaban en silencio y entre este pequeño grupo la situación era tensa. Samuel miraba a Lucía de vez en cuando, Sofía miraba a Samuel a cada rato y Víctor miraba a Sofía en un intervalo de diez minutos.

Luego de tres horas intensas sobre "procesos biológicos" y estar metidos en un laboratorio mientras hacían anotaciones, todos empezaron a retirarse de la universidad. Samuel y Lucía fueron por separado pero él no la perdió de vista, después del sueño que tuvo no dejaba de pensar en ella.

—Lucía ¿estas bien? —ella se había detenido y había puesto la yema de sus dedos en la cien, eso alarmó a Samuel.

—Si...o eso creo...

—Te llevaré al hospital, no puedo verte así —él quiso cargarla pero ella se alejó rápidamente.

—No, ya me pasará con una pastilla y además hoy tenemos que trabajar en el turno de noche.

—¿Turno de noche?—preguntó confundido, ella lo miró seria y se acercó un poco.

—Si ¿no lo recuerdas? La dueña te pidió que te quedarás dos turnos hoy...—ella entonces comprendió que él no estaba activo ese día y le dio un pequeño golpe en la frente—¿Dónde tienes metida la cabeza?

—¡Auch! Esta bien, lo olvide ¿si?—decía mientras se cogía su frente como señal de dolor.

—¡Aich! Ya bueno vámonos que se hace tarde —ella inconscientemente iba a cogerle de la mano, pero se detuvo a tiempo y habló en voz alta —mejor dicho, a mí se me hace tarde.

 

●●●●

Todo transcurre con normalidad si se puede decir así, Sonia Sol estaba atendiendo a los clientes en las mesas y Lucía estaba en caja. Samuel llegó casi alrededor de las cuatro de la tarde y no hubo nada raro entre ellos más que saludos. Pero todo cambio cuando dieron las cinco de la tarde y la dueña entró al lugar con un aura de felicidad (lo cual significaba en la mayoría de los casos, PELIGRO).

—Bueno mis muchachos ¿Cómo está yendo por aquí? —la dueña les había pedido hablar en la cocina para no ser interrumpidos ni escuchados por la clientela.

—Todo tranquilo señora, aunque cada día es más difícil atender a los clientes estas semanas —la dueña sonrió por esas palabras y eso alarmó a Sol e intentó justificarse con gestos—¡pero no me estoy quejando!

—Concuerdo con Sol, el negocio está creciendo y créame que nos vendría que haya un poco de...apoyo...—dijo Samuel un poco tímido, Lucía solo miraba a la dueña y ella sonrió.

—Bueno, creo que la mayoría desea apoyo ¿no? —Samuel y Sol asintieron —esta bien, acepto el pedido.

—¡¿En serio?! —exclamaron los tres al mismo tiempo.

—¿Lo dudan?

—Por supuesto que no, usted es una mujer de palabra —respondió Samuel firmemente —y ¿Cuándo llegará "la ayuda"? 

 —Oh no te preocupes, vendrá justo ahora —en ese momento entró un joven alto y piel blanca, sus ojos eran color verde y su expresión era tímida con un estilo sensual.

—Buenas tardes, mi nombre es... 

—Javier Atuq —dijo Lucía seria, él volteó y la miró de pies a cabeza.

—Hola Lucía ¿Cómo has estado? —preguntó cordialmente.

—Estaba bien hasta tu llegada —sentenció Lucía y Samuel se acercó un poco a ella.

—Digo lo mismo —ambos lo miraron serios y Javier se sintió intimidado, él era el mismo niño que le decía huérfana en la escuela. Ambos fueron al mismo orfanato y le hacía la vida difícil a ella, hasta que después de tres años se aburrió de Lucía y dos días después lo adoptaron. Esos años fueron muy difíciles para ella y al volver a verlo, renació esos sentimientos de furia y Samuel (Sebastian) había sido testigo de todo.

—¡Ey! Chicos no quiero peleas en horario laboral —dijo la dueña sonriendo y todo se convirtió en silencio incómodo, después de cinco minutos Javier habló.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.