"Ángel de la Guarda"

23: “Suéltame”

Lucía y Javier cerraron el restaurante y caminaron juntos una cuadra sin decir ni una palabra y sin cruzar miradas. Después de un rato, pararon en una esquina. 

 —Hasta aquí está bien, adiós —ella se disponía a irse pero sintió que la seguían, al voltear se dio cuenta que era Javier quien la seguía.

—¡Espera! Déjame acompañarte a tu casa —dijo él mostrándose amable.

—No es necesario gracias —respondió ella, pero entonces la tomó del brazo y siguió insistiendo.

—Por favor, déjame acompañarte.

—Suéltame por favor —Lucia empezó a forcejear y Javier no la soltaba.

—¿Por qué no puedo ir contigo?

—¡Te dije que me sueltes! 

—Dime el por qué —ella respiro hondo y lo miro a los ojos y mostró la peor cara de furia y valentía.

—¡Porque aún no confío en tu cambio! —él seguía sin soltarla y a cada minuto aumentaba el forcejeo—¡por favor suelta mi brazo!

—Eh cambiado, créeme por favor —él seguía lastimándola y Lucía empezaba a desesperarse, sentía que su brazo empezaba a dolerle mucho y eso causó que mire a todos lados en busca de ayuda. Pero al parecer solo estaban ellos dos solos, sin nadie quien pudiera ayudarla Lucía temía lo peor.

—¡Déjame que voy a gritar tan fuerte que hasta Dios me va a escuchar!

—Pero...—ella iba a gritar y entonces apareció Samuel, con un solo movimiento hizo que Javier la soltará y él retrocediera por el asombro.

—¡Te dijo que la sueltes! —dijo Samuel serio, era la primera vez que se mostraba molesto frente a Lucía y eso la sorprendió mucho.

—¿Tú qué haces aquí? —preguntó ella mientras lo miraba incómoda, él la miro y con la mirada pudo calmarla.

—Estaba caminando por aquí y te vi con este tipo, intuí que te quería hacer algo —ella iba a hablar pero entonces fue interrumpida.

—Este tipo tiene nombre —respondió Javier serio e intimidante entretanto se acercaba a Samuel para acobardarlo, pero él no se dejaba intimidar por cualquiera y más aún si se trataba de proteger a Lucía —además lo que está pasando es entre ella y yo.

—¿Es cierto Lucía? —interrogó Samuel para constatar que decía la verdad, pero ella tomo del brazo a Samuel y negó con la cabeza.

—Claro que no, ya dije lo que tenía que decir.

—¿Escuchaste no? Así que adiós —Samuel se retiró con Lucía y se aseguró de que Javier no los siguiera. 

 

 ●●●● 

Ya había pasado un buen rato y Lucía no soltaba del brazo a Samuel, en el momento a él no le incómodo pero ahora poco a poco él se ponía de todos los colores porque ella seguía sin soltarlo.

—Ey ¿estás bien? —preguntó Samuel preocupado, pero Lucía estaba ida cuando le formuló la pregunta.

—Eh ¿qué? —ella reaccionó y se dio cuenta de la situación —¿ya llegamos?

—Si, todo el tiempo no dejaste mi brazo y por eso pregunto si estas bien.

—Si, es solo qué estaba pensando —dijo Lucía en voz alta, eso puso serio a Samuel.

—Hablas de Javier ¿cierto?

—Si, no puedo quitármelo de la cabeza —decía ella mientras analizaba la situación —me cuesta admitir que su cambio es auténtico.

—¿En serio?

—Si y además...—entonces ella se quedó muda, supuestamente nadie sabía que había pasado entre Javier y ella, y estaba apunto de contarle a Samuel, pero creyó que lo mejor era que aún no le contara por el momento —¡ups! Mejor te suelto el brazo y me voy a dormir .

—Ah, si claro —él se apartó y la miro a los ojos—si necesitas algo, solo pídelo ¿si?

—Gracias Samuel.

—No fue nada la verdad —ella lo miro seria y tomo su mano.

—Hablo en serio, si no hubieras llegado tal vez... 

—Oye, oye no pienses en eso ¿si? Ahora estás a salvo y eso es lo importante—dijo Samuel tratando de calmarla. Pasaron cinco minutos y ninguno de ellos decía palabra, hasta que ella rompió el silencio.

—¿Y? ¿No vas a abrazarme? —decía ella confundida, ya que Samuel era de las personas que consolaba abrazando y era raro que no hiciera lo mismo con ella.

—Es que...la última vez que lo hice, me empujaste y casi sufres un accidente —dijo asustado mientras desviaba la mirada.

—Oh, en ese caso —entonces Lucía lo abrazó muy fuerte, eso hizo que Samuel se sonroje como un tomate, ¿Qué había pasado con Lucia? Esa no era su actitud ni comportamiento —¿ves? No pasó nada, ahora a dormir ¡hasta mañana!

—Descansa...

●●●●

—Pero ¡¿que le pasó?! Ella no es de abrazar a alguien a menos que esa persona sea muy importante en su vida, ahora estoy muy confundido —decía Sebastian en voz alta, estaba parado en el ático y miraba los hogares. En cada casa había una familia y veía a sus compañeros ángeles vigilando a sus niños, eso trajo a Sebastian viejos recuerdos y entró en nostalgia.

—Debería estar con ellos ahora ¿por qué me enterqué con Lucía? Era simple, dejarla y seguir con mi trabajo de cuidar a los niños designados...pero la seguí y ahora estoy en un lío que no sé si saldré vivo...a veces ni yo mismo me entiendo, si tan solo pudiera saber porque soy diferente a los demás ángeles—luego miró al cielo y las estrellas estaban brillando mucho esa noche, después se escuchó unos pasos que se iban acercando y eso alertó a Sebastian.

—Es preciosa la noche de hoy—él se asusto al oír la voz de Lucía y se escondió, mientras tanto ella seguía hablando sola y abrigándose con una manta blanca que tenía puesto para no sentir frío —creo que juzgue mal a Samuel, él es muy amable conmigo sin pedir nada a cambio más que mi amistad, recién lo acabo de entender...—luego miró las estrellas y sonrió —subí aquí solo para mirar el cielo, despejar mi mente y para recordar que alguna vez pude tocar el cielo con mis manos...tal vez ese sea el único recuerdo bueno que tengo de Sebastian...

Ella suspiró y se retiró de a pocos, Sebastian salió de su escondite y se sonrojó al oír esas palabras.




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