"Ángel de la Guarda"

40: "Una vida gris (II)"

*narración de Javier Atuq*

 

Al principio intenté ir como cliente al lugar y acercarme a Lucía, pero ella no se movía de recepción y era difícil hablar con ella. Había un joven que estaba cerca de ella y le intentaba levantar el ánimo mientras Lucía solo lo miraba seria, aunque él cuando se volteaba mostraba una tímida sonrisa. Así estuve solo seis días, hasta que tuve que pedir ayuda al demonio "A".

—¡ja,ja,ja, ja, ja, ja, ja! ¿acaso era fácil? —me molestaba escuchar su risa, era molesta y maléfica que a cualquiera daba escalofríos.

—Esta bien, lo admito...es difícil, sin contar con un tipo que está cerca a ella, es un idiota —él dejó de reír y mostró seriedad.

—¿No es un muchacho que siempre tiene un crucifijo como pulsera?

—Si, así es ¿lo conoces? —pregunté sorprendido, no era posible que estuviera adivinando, era imposible.

—Ese idi*ta como le dices, es mi socio —al escuchar eso me exalté y estallé de enojo.

—¡¿Entonces estás jugando conmigo?!

—¡Ey! cálmate, que aunque sea mi socio, no me limita a hacer maldades —respondió encogiéndose de hombros de manera irónica.

—¿Me ayudarás entonces? —el demonio asintió y solo hizo un chasquido para luego darme la espalda.

—Busca en la web un puesto de trabajo en un restaurante, yo después me encargo —de mala gana tomé mi iPad y navegue por internet, allí encontré un puesto disponible en el restaurante donde trabajaba Lucía.

—Oye encontré algo intere...¿"A"? —intenté buscarlo por la habitación, pero había desaparecido.

 

●●●●

Definitivamente no estaba listo para volver a verla, me sentía nervioso y un poco entusiasmado por verla. La dueña era muy amable, demasiado que me quería tratar como un niño, para la primera impresión supe que la iba a detestar como jefa.

—Espera aquí, hablaré con los muchachos —la dueña me hizo esperar unos minutos y luego me hizo pasar y vi a los tres chicos que estaban sorprendidos por mi llegada.

—Buenas tardes mi nombre es...

—Javier Atuq —dijo Lucía seria, me alegre tanto que me recordará que involuntariamente sonreí.

—Hola Lucía ¿Cómo has estado? —estaba nervioso y traté de ser muy cordial con ella, pero seguía mirándome seriamente.

—Estaba bien hasta tu llegada —esas palabras no me molestaron ni un poco, era normal que me tratara así y no le tomé importancia. Sin embargo, el chico que siempre estaba cerca de ella también habló seriamente.

—Digo lo mismo —de ella podía entender su seriedad, pero de él no podía entender su actitud. La dueña trató de calmarnos y me dijo que observara a los demás cómo atendían, después estábamos Lucía y yo solos atendiendo el lugar. Aproveché ese momento y me acerqué a ella para tratar de ser su amigo.

—Lucía yo...

—Atiende a la mesa seis que está esperando desde hace diez minutos —dijo indiferente, era algo lógico que ella no me hablara amablemente, pero seguía insistiendo.

—¿Me ignorarás? —pregunté un poco pícaro, pero ella paró de sacar cuentas y me observó sin expresión.

—¿Quieres tener este empleo? —obviamente no quería hablarme, entonces tomé el pedido y me retiré de a pocos.

—Esta bien, ya entendí —me detuve y volteé a verla en tanto seguía sacando cuentas —solo quiero que sepas que lo siento mucho ¿si? —al decir eso le dediqué una sonrisa, ella solo frunció el ceño y siguió haciendo su trabajo.

 

●●●●

Lucía cerró el restaurante y fui corriendo detrás de ella, quería decirle que lo sentía y ser su amigo, esa era la única forma de que ella sea solo mía. Intenté seguirla sigilosamente, pero se dio cuenta de mis intenciones y se asustó. No tuve otra opción que tomar su brazo con fuerza y suplicar que me escuche, al verla a los ojos supe que no había madurado. Estaba muy asustada como antes, me disponía a hablarle con más calma, pero sentí un fuerte golpe que me hizo soltarla.

—¡Te dijo que la sueltes! —ese idi*ta estaba de nuevo allí, definitivamente era un obstáculo para llegar a ella. Ambos se miraron y supe entonces que algo no era normal entre ellos, no había esa mirada que se tienen los amigos, era algo más...

—Lo que está pasando es entre ella y yo —respondí molesto mientras lo miraba amenazante, pero había algo en su mirada que causaba que le tenga respeto, era un aura..¿divina?

Lucía lo negó todo y se marchó con él a su lado, otra vez mi plan había fallado. Al día siguiente me revisé el brazo porque sentía un dolor inmenso, pero me di con la sorpresa que había una cicatriz de una cruz muy profunda ¿Cómo pudo pasar eso?

Llegué al restaurante y Samuel no dejaba de observarme e interponerse cuando quería hablar con Lucía ¿Qué le pasa?

●●●●

 

Me estaba empezando a desesperar, mi vida peligraba significativamente y no sabía cómo salir de esto. Hasta que un día Lucía llegó al lugar sola, y no vi al tipo por ningún lado, asimismo cerca del lugar habían inaugurado otro restaurante y los clientes empezaban a escasear. La dueña, Sol y Lucía se mostraban tristes, yo en cambio disimulaba mi alegría ¡Era perfecto! Se lo comenté al demonio "A" y él se mostró estupefacto.




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