"Ángel de la Guarda"

41: "Se acerca"

Ya todos estaban descansando en sus hogares, pensando que la paz volvería, sin embargo, Sebastian no estaba tan seguro de ello. Después de conversar con Javier y ya no sentir su presencia supo que el demonio “A” buscaba algo más que energía para seguir viviendo. Podemos agregar que durante todo un semestre no lo ha llamado o sabido algo de él y ello era simplemente extraño, todo ahora se había acumulado y entonces recordó las palabras del demonio en su último encuentro:

<< Hasta la luna llena. Si llegas a pasarte un solo segundo...te aseguro que soy capaz de matarte con tal de cumplir el pacto; ya sabes cómo es esto, así que estás advertido >> (ver capítulo 20)
 

Ahora si estaba en grandes aprietos, ya que al ver su calendario pudo observar que faltaban solo pocos meses para la próxima Luna llena, esto complicaba aún más las cosas y esto no pintaba bien para nadie. Si Sebastian no pensaba en algún plan, pronto podría perder a Lucía e incluso cabía la posibilidad de que sea castigado por los llamados querubines. Según sabía ellos podían incluso realizar actos un poco dudosos de ser “dignos” de aplicar como justicia divina, por eso es que en ese mundo los respetaban, por no decir que les temían. Sebastian solo suspiró y decidió recostarse en su cama e intentar dormir, tal vez en la mañana se le ocurría alguna idea para descubrir el plan del demonio “A” a tiempo…

●●●●

Sofía despertó entusiasmada por haber ayudado a Lucía con el problema del acoso y sentía que había sido muy productiva, aunque igual seguía preocupada con respecto a que de alguna manera ella había traicionado la confianza de Lucía.. Como se sabe, ella no le gustaba ser la única que supiera los hechos y quería consejos para seguir siendo una mejor persona, por ello decidió visitar a la maestra Lewis y hablar sobre el tema de la confidencialidad entre amigas. No obstante, al llegar a su casa se topó con George que estaba con ropa ligera y muy apresurado.

—¿Sofía? ¿Qué haces aquí?

—Oye, primero salúdame ¿no? —dijo fingiendo fastidio.

—Está bien, lo siento —ambos se abrazaron muy fuerte como si no se hubieran visto durante años  —estaba por ir a mi entrenamiento, retomé el basquetball.

—¿En serio? ¡Es fantástico! Oye, pero ¿por qué decidiste eso? 

—Digamos que mi hermana necesita ahora más tiempo a solas con su novio, por eso lo uso como excusa, odio decirlo pero me incomoda verlos tan amorosos…parecen dos caramelos con mucha azúcar—al oír ello, Sofía sonrió de manera pícara y captó lo que quiso George decir.

—Está bien, entiendo el punto y creéme que también hubiera hecho lo mismo, en fin ¿está la maestra ahora?

—Si, justo está horneando unas galletas para más tarde compartirlas en el orfanato, le gusta ayudar cada vez que puede.

—Es muy recurrente en ella, por eso es difícil que alguien no se enamore de ella.

—De eso ni lo dudes —luego miró su reloj y se fue corriendo a toda prisa —¡te dejo Sofía, se me hace tarde!

—¡Suerte!

Ya con el camino libre, Sofía fue al departamento número 256 y tocó la puerta suavemente. La maestra Lewis se emocionó mucho al ver que tenía visita y le ofreció refresco con un sándwiches recién hechos.

—Dime señorita Puka, ¿a qué debo el honor de esta visita tan repentina? —preguntó sorprendida, Sofia decidió dejar de comer para centrarse en el tema por el cual había ido a su casa. 

—Pues quería un consejo sobre…amistad. 

—¡Oh! ¿Acaso se trata de la señorita Tamaya? 

—¿Cómo lo supo? —la maestra Lewis sonrió ante la interrogante de Sofía. 

—No sé cómo lo lograste, pero desde la distancia pude notar que la señorita Tamaya empezó a confiar más en sí misma, y todo fue gracias a ti —la maestra tomó un sorbo de jugo y se sentó al costado de Sofía —por eso intuí que se trataría de ella, ¿Qué quieres saber

—Pues verá maestra…—Sofía le contó todo lo que había pasado con Lucía y Javier,  la maestra al principio se asustó y luego se calmó al saber que todo estaba bien y solo atinó a escuchar con atención e interrumpir solo cuando era necesario —ahora todo está bien, sin embargo siento que traicioné la confianza de Lucía al hablar con alguien más sobre sus problemas, no obstante lo hice para que dejaran de acosarla en el trabajo, y ella me dijo que no debí hacer eso porque se consideraba una deslealtad de mi parte.

—Y quieres saber si ella tiene la razón ¿no? 

—Así es, no negaré que si pudiera repetir las acciones que realicé, lo haría…pero al mismo tiempo sentí que mi amiga tenía razón. 

—Y la tiene —al escuchar ello, Sofía se puso triste.

—¿En serio? 

—Sin embargo, tu acción es justificable en cierto modo —respondió en tanto tomó su mano para calmarla.

—Eso también lo pensé.

—Es cierto que traicionaste la confianza de ella, pero al mismo tiempo tus intenciones eran buenas y el fin era que Lucía esté a salvo. 

—Así es, siempre lo pensé así y no al revés como ella lo piensa —Sonia sonrió al oír ello y le dio un abrazo amistoso.

—En todo caso como consejo debes primero consultarle a ella sobre tus acciones antes de realizarlas, así ella no se dará una amarga sorpresa. 

—Pero si lo hacía, Lucía se negaría a aceptar mi ayuda.

—No lo sabes Sofía, tal vez si hubiera aceptado tu ayuda —dijo en tono amable, parecía que una madre estaba aconsejando a su hija y eso hacía que la maestra se muestre todavía más encantadora —recuerda que un ser humano al sentir peligro, acepta ayuda a pesar de que no lo quiera, puede que se niegue al principio e incluso molestarse, no obstante al final si aceptaría tu apoyo.

—¿Ayuda de quién? —preguntó el decano que cerraba la puerta y que traía en su mano documentos en su maletín y en el brazo izquierdo una bolsa de compras. 

—¡Amor! Creí que irías a la reunión de las tres de la tarde —respondió Sonia mientras se paraba y ayudaba al señor White con el maletín.




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