Sofía muy enfadada y llorando entre susurros entró a su casa, muchos creían que ella era feliz en su mansión con todos los lujos que tenía, podía comprar lo que quería, pasear a cualquier lado e incluso pedir comida a domicilio. Sin embargo, no todo lo que se muestra es la verdad de las cosas, a veces uno debe ser más observador y mirar más de cerca para darse cuenta de la realidad.
—¡Debí ponerte en una universidad de mayor status, pero por tu capricho estás rodeada de gente sin clase ni fortuna como nosotros! —decía la señora Jesica mientras hacía muecas de asco—ahora te rodeas de personas sucias, ¿Qué sigue? ¿Traerás a mendigos a la casa a desayunar?
—No debió tratar a Víctor de esa forma señora Jesica, ¡solo me acompañó hasta la puerta! ¡¿Es un delito hacer eso para usted?! —respondió Sofía furiosa y con sus ojos enrojecidos.
—Ya te he dicho Sofía que tú eres un Puka, y nosotros no nos juntamos con la servidumbre.
—¿Servidumbre? —en su mirada de Sofía se mostraba el odio que tenía por la señora Jesica, deseaba golpearla a puño limpio, pero se contenía respirando profundo —¡él es mi amigo ¿por qué no lo puedes aceptar?!
—¡Ese tipo no puede ser tu amigo Sofía! ¡Reacciona!
—¡Usted debe reaccionar! Es un ser humano como cualquier otro y merece respeto como todos aquí —ella se acercó a su madrastra y la desafió con la mirada en señal de rebeldía— respóndame algo señora, si tuviera dinero como nosotros ¿lo aceptaría?
—Por...supues...to que...¡no! —titubeó la señora Jesica, en algo que ella no podía hacer era mentir, no le salía como quisiera y por eso era fácil saber si la señora Jesica decía la verdad o mentía.
—¿Lo ve? ¡Usted lo único que quiere es el dinero! Me da asco estar a su lado, señora Jesica.
—¿Ahora me contestas así? —ella subió las escaleras y volteó a ver a Sofía sonriendo de manera maliciosa— ¡Desde ahora te prohíbo que te juntes con él fuera de la universidad señorita!
—¡No puedes prohibirme eso!
—De hecho, si jovencita, puedo hacerlo y lo haré, ya que tendrás desde la otra semana un guardaespaldas.
—¡¿Qué? Señora Jesica!
—¡Está decidido! —ella siguió subiendo y antes de desaparecer de la vista de Sofía, la observó de pies a cabeza con gesto de decepción—a veces pienso que traerte a esta casa fue un total error.
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Sofía fue a su habitación a sollozar, desde que había llegado a esa casa todo estaba prohibido, desde hablar con sus amigos de infancia hasta visitar albergues, gracias a su esfuerzo de tomar clases de finanzas es que pudo salir a conocer por sí misma lo que es la vida. Después de diez minutos, alguien tocó suavemente la puerta y entró con un plato de galletas de chocolate y leche caliente.
—¿Ocupada señorita Puka?
—Para ti no Lolita, entra —la ama de llaves era una señorita muy simpática y dulce, servía a la familia Puka desde muchos años, era la única persona que comprendía a Sofía y la trataba bien. Ella se sentó al filo de la cama suavemente para no derramar la leche en las frazadas.
—Le traje galletas con leche de almendras, tal como le gustan.
—Gracias... —Sofía comía las galletas lentamente y poco a poco sus lágrimas fueron cayendo de sus ojos color almendra.
—Escuché los gritos desde la cocina, ¿otra vez discutieron? —preguntó Lolita con mucha angustia, sabía que cuando había gritos en la casa, era símbolo de que algo malo había hecho Sofía para los ojos de sus patrones.
—Si, pero esta vez fue muy serio lo que pasó.
—Lo sé señorita, cuando las discusiones son serias puedo notarlo en sus ojos.
—¿Por qué les cuesta entender? —Sofía la abrazó muy fuerte y se acostó en sus piernas como una niña lo haría—Lolita, ¿está mal que quiera juntarme con personas que no tienen dinero ni status social?
—Señorita, creo no podría darle una respuesta...
—Por favor, conteste a mi pregunta ¿es malo o no?
—Pues...no, no lo es.
—Entonces ¿por qué no lo aceptan? ¿por qué quieren hacerme sufrir?
—Ya señorita, cálmese ¿si?
—¿Cómo quiere que me calme? —Sofía se levantó de golpe y la miró muy triste, Lolita sabía por lo que Sofía siempre pasaba en esa casa, por eso entendía sus tristezas y quizás la injusticia que ella vivía por culpa del pensamiento de sus padrastros—por su avaricia y deseos de tener status es que me alejaron de lo que más amaba, y ahora que tengo de nuevo esa felicidad, me la quieren arrebatar
—Pero, ¿Qué está diciendo? —Sofía asintió con la cabeza mientras limpiaba sus lágrimas con su manga polar.
—Sucedió Lolita, me pondrán un guardaespaldas para vigilarme —dijo intentando calmarse.
—¿Qué?
—Ya no podré estar con mis amigos ahora, ¿Qué haré ahora Lolita?
—Tal vez exista una solución señorita, no pierda la esperanza.
—¿Esperanza? —Sofía bajó la mirada y recordó lo feliz que fue en el pasado y lo infeliz que es ahora —la esperanza la perdí cuando pise esta casa Lolita, desde que me impusieron a la fuerza su ideología narcisistas y querer cambiarme por completo, perdí mi esperanza.
—Mi pequeña, no diga eso —pero en ese momento se escuchó la voz de la señora Jesica llamándola a gritos.
—Debes irte Lolita, no quiero que tengas problemas por mi culpa ¿si?
—¿Está segura señorita? —preguntó preocupada, Sofía sonrió y asintió.
—Si, ve tranquila...
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Al caer la noche, Sofía había terminado de leer y realizar los trabajos pendientes de la semana, respiró hondo y llamó al celular de Víctor para darle la noticia lo antes posible, de lo contrario, pensaría que lo estaría rechazando.
—¿Aló?
—Víctor, soy Sofía ¿estás...ocupado? —preguntó con un tono más relajado.
—No, de hecho iba a acostarme temprano ¿pasó algo? —Víctor no mentía, de hecho estaba acostado en su cama.