"Ángel de la Guarda"

47: "El inicio de la oscuridad (parte III)"

* narración de Sofía *

Él y yo nos sentamos en la banca que estaba en el jardín, tenía muchas flores y la brisa era fresca que hacía que mi cabello se moviera lentamente al compás del viento, ninguno decía una palabra que iniciara la conversación para que el momento no sea incómodo, hasta que yo hablé.

¿Por qué Víctor? —pregunté seria, él no se atrevía a mirarme.

Sofía, déjame explicarte, no es lo que tú piensas —yo me levanté del asiento y me paré frente a él con lágrimas en mis ojos.

¿Por qué me ignoraste en la preparatoria? ¿por qué fingías no conocerme?

—¡Pensé que ya no me recordarías, y te vi tan cambiada, tan diferente, no eras tú mi "Yaku"! —respondió serio sin mirarme, yo me quite el maquillaje con un pañito húmedo y tire mi cartera al suelo y lo obligué a mirarme.

¡¿Diferente en qué?! ¡Si me quito la cartera y maquillaje, soy la misma Sofía! —él se paró y tocó mi rostro con suavidad y secó mis lágrimas —si piensas que te iba a menospreciar porque cambié de estatus, estás muy equivocado...

Perdóname Sofía, me dejé guiar por la apariencia y mis miedos de que me hagas a un lado y me ignoraras, eso hicieron algunos amigos míos del orfanato...—yo lo abracé muy fuerte y él hizo lo mismo. Ambos conversamos sobre lo que pasó con ambos, Víctor me contó que después de que su mamá se fuera del orfanato, decidió hacer una demanda a su padre por no hacerse cargo de él y ganó el juicio. Desde ese momento, su mamá decidió retirarse de cocinar para otros y optó por iniciar un negocio pequeño, y con eso pudo educarlo a Víctor en una buena escuela y él lo aprovechó. También me dijo que, por sus calificaciones, estaba postulando para una beca completa en la universidad de medicina.

Vaya, veo que a ti, la vida te sonríe —contesté suspirando mientras comíamos los panes dulces que le había traído.

¿Eh? ¿Qué estás diciendo? —preguntó preocupado, luego me observó más de cerca y notó mi tristeza — Si te lograron adoptar ¿verdad?

Eso no quiere decir que me haya tocado una buena familia —respondí afligida.

Oye, recuerdo que querías una familia amorosa, estabas empeñada a encontrarla —yo asentí— ¿Entonces qué pasó?

Pues... —le conté que me había hecho mucha falta en el orfanato, que había pasado años sin saber de él y por eso deje que me adoptara una familia rica, pero luego descubriría que lo que más añoraba en mis sueños perfectos, resultaron solo una fantasía.

Perdóname Sofía, si hubiera sabido, yo... —yo solo le sonreí y tomé sus manos y las puse sobre mis cachetes.

Ya está hecho, solo queda seguir adelante —ambos nos quedamos en el jardín conversando y riendo sobre las cosas que hacíamos de niños y así pasé toda la tarde con Víctor, todo eran risas y estaba alistándome para regresar a la mansión, hasta que de la casa se escucharon ruidos y gritos.

¡No puede entrar a mi casa! ¡Basta! —decía a gritos la señora Mérida.

¡Sofía Puka! ¡Sal de tu escondite! —ambos corrimos hacía la sala para ver lo que pasaba, en un abrir y cerrar de ojos, mi madrastra ya se encontraba a mi lado.

¿Señora Puka? —ella enojada me tomo de la muñeca y jaló mi brazo con mucha fuerza—¡aaaahhh!¡¿Qué está haciendo?!

¿¡Qué haces aquí!? ¡Estás castigada! —intenté soltarme de su agarre, pero era inútil.

¡Sofía!

¡Víctor!

●●●●

Yo no entendía nada de lo que sucedía, y cuando llegué a la mansión, Lolita ya estaba recogiendo los platos de la mesa y solo me observó asustada. Mi madrastra me arrastró con mucha fuerza y me empujó al suelo encerrarme en mi habitación y no salí en toda la noche. Al día siguiente, no tenía que ir a la preparatoria porque era sábado, pero igual estaba muy asustada por el comportamiento de la señora Jesica.

¿"Yaku"? ¿Estás despierta? —preguntó Lolita detrás de la puerta, yo me levanté del suelo y corrí hacía el cerrojo para escucharla mejor.

¡Lolita sácame de aquí! ¡¿Qué está pasando?! —en ese momento escuché que Lolita abría la puerta y la abracé cuando la vi, estaba muy asustada y no sabía que ese era solo el inicio de la oscuridad en mi vida. Luego de comer algo en la sala, Lolita me dijo que mis padrastros estaban en la sala esperándome, mi corazón empezó a latir muy fuerte y al verlos serios, entré en pánico.

Siéntate Sofía —en otras circunstancias, hubiera estado muy relajada y esperando otro discurso del señor Robin sobre el deber de futura heredera de los negocios y que debía estudiar ello para que pueda heredar la riqueza de los Puka. No obstante, yo me senté en el filo del sofá y los miré en tanto jugaba con mis manos en señal de ansiedad.




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