"Ángel de la Guarda"

50: "Una nueva amenaza"

El demonio “A” se desapareció casi a la velocidad de la luz y Martin malherido busco al niño para cerciorarse de que no le haya pasado nada en su ausencia, mientras tanto intentaba mandar señales a algún colega suyo para que lo socorriera.

Suplico en nombre de la fe, ayuden al siervo de Dios —dijo Martin casi sin voz, esa frase es usada por los ángeles para pedir ayuda a otros y pocas veces es usada, por ende, si un ángel pronunciaba esa oración tan corta pero significativa, es porque en verdad se encontraba en peligro —suplico..en nombre…de la fe, ayuden..al siervo…de Dios…

—¡Sr. Martín!—exclamó alterado un ángel casi joven que llegó al rescate del ángel en apuros, Martín no pudo seguir despierto y se desmayó en el lugar, lo cual era un indicio de que se encontraba malherido y no tenía mucho tiempo para ser socorrido, por eso el ángel tuvo que usar un conducto de teletransportación de emergencia para llegar rápido al mundo celestial —¡resiste que pronto llegaremos, resiste!

—El...demonio…—dijo Martin en un susurro, el pequeño ángel quedó confundido ante esa frase, y se asustó mucho más cuando se percató de la sangre plateada que salía de sus ojos.

—¿Demonio? —en un instante ya estaban en el sagrado de los cielos llamado “El Santuario”, lo cual era un lago transparente en donde los ángeles en estado crítico se sumergían y los cuidaban aquellas almas elegidas por Dios, el ángel dejó caer con mucho cuidado a Martín y este poco a poco comenzó a sumergirse —descanse y espero que mejore pronto…

—Quiere…venganza…—fueron sus últimas palabras que dijo Martin hasta quedar en un profundo sueño y estar sumergido de forma completa en el lago, el ángel más tranquilo comenzó a recordar las palabras sueltas que dijo Martín y simplemente lo dejaban muy confundido.

—-¿Venganza? ¿Qué quiso decir con eso? — él se disponía a irse a la biblioteca para averigüar el significado de las palabras de Martin, pero fue interrumpido por una de las guardianas del “Santuario”, él se asustó un poco por el aspecto de la guardiana, ya que ellos tenían siempre una venda en los ojos, su voz era casi como un eco profundo, sus colores eran un poco oscuros y su aura transmitía un poco de hostilidad, pero no era porque sean malos, sino porque ellos no permitían que otros ángeles se acercaran al lago, por ello solo entraban y salían quienes necesitaran sanarse.

—Gracias por traerlo a tiempo, por ahora se acaba de asignar un nuevo ángel de la guarda para cuidar al niño Daniel Carrie Madison, por el momento es recomendable que el ángel que cuidaba el sector “C” nombrado por Dios, “Martin”, se quede aquí para observar su avance, así que por ahora debe regresar a su labor como ángel guardián —él asintió y desistió de ir a la biblioteca, por el momento.

 

●●●●

Samuel y Lucía dejaron a Sofía cerca de la mansión y ellos retornaron a sus hogares, ambos cansados se fueron a dormir temprano. La noche transcurría tranquila y serena, las cortinas se movía con suavidad y la luna llena brillaba con intensidad, a Samuel le quedaba poco tiempo para darle su respuesta al demonio “A” para seguir siendo humano. De pronto, esa tranquilidad desapareció al correr mucho viento y Samuel empezó a sentir entre sueños a una conocida presencia maligna.

—Debo decir que te comportas como un humano casi a la perfección…—dijo una voz siniestra, Samuel abrió sus ojos y pudo observar una figura que lo miraba, mientras a éste le brillaban sus ojos amarillos y sonreía maliciosamente.

—¡”A”! ¡¿Qué haces aquí?! —gritó Samuel al ver al demonio, él se paró y se puso en un rincón mientras el demonio caminaba alrededor de la habitación.

—Vaya, quería un recibimiento más amigable de tu parte —dijo el demonio casi decepcionado, luego rebuscó los cajones y se reía a carcajadas con lo que veía —tienes muchos cachivaches de los humanos, hasta parece el cuarto de un infante humano.

—Son joyas para mí, y no las toques que son delicadas —respondió Samuel avergonzado y empujándolo con suavidad en tanto guardaba nuevamente sus cosas, el demonio dejó de reír y regresó su semblante imponente y serio.

—Solo diré que es muy tonto de tu parte conservar esto.

—No creo que estés aquí para criticar mis gustos —Samuel, o mejor dicho, Sebastian, respiró hondo y caminó hacia el demonio mostrando que no tenía miedo —¿cómo me encontraste?

—Hice un poco de trampa, tuve que quitarte un poco de la energía que te di y fuiste más perceptible para mí —contestó casi indiferente, de pronto se asomó a la ventana y miró a la oscura noche con mucha atención — ¿viste la luna? Es hermosa a pesar de no tener luz propia, me recuerda a mi hogar…siempre me sentía cautivado por su brillo y tal vez sea algo que comparto con los humanos…la admiración que tienen a este satélite natural como lo llaman ellos…

—¿De pronto te pusiste sentimental? —preguntó sin entender sus palabras del demonio — ¿Qué es lo que quieres esta vez?

—Ni con palabras sutiles puedes entender —el demonio casi con rapidez empezó a absorber toda su energía y él se convirtió en un ángel casi envejecido y a punto de morir—¿Tal vez entiendes ahora?

—¡¿Qué haces “A”?! ¡Suéltameee! —el demonio no lo soltaba y pronto Sebastian dejaba de respirar y sintió que su cuerpo ardía como el fuego y su cabeza a punto de explotar, él gritaba de dolor y el demonio reía sin parar de forma malvada. Pronto recordó la promesa que le hizo al demonio y entonces comprendió el mensaje, ahora ya era tarde y ya no podrá estar cerca de Lucía como quería…

—No cumpliste con el trato…ahora tomaré lo que me pertenece…

 

●●●●

En el restaurante transcurría todo con normalidad, Sonia Sol estaba atendiendo esta vez a los clientes y Lucía estaba en el almacén con Samuel, por alguna extraña razón que ella no comprendía estaba casi pálido como papel y distraído, desde que estaban recogiendo cajas y arreglando los ingredientes en la cocina. De pronto, Samuel no se percató que colocó mal las bebidas en el refrigerador y Lucía al colocar la última botella e intentar cerrar la puerta, estas cayeron causando un gran ruido.




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