"Ángel de la Guarda"

53: "Descubrir la verdad”

 

Todas se alegraron al saber que Sofía iba a ayudar a la dueña y así fue. La madrastra empezó a preparar la boda y Lucía pudo respirar más aliviada, aunque empezó a notar que Sofía ya no hablaba con ella y sonreía poco. Solo se limitaba a decir que su madrastra la ayudó y espera que sea suficiente para que todos estén tranquilos. Samuel seguía con Victoria y su ropa cambió mucho y todas las chicas estaban envidiosas de ella y cada día que pasaba seguía insoportable. Nada era igual a lo de antes, sin embargo, Víctor era quien se encargó de encarar a Sofía para descubrir lo que le estaba pasando.

—”Yaku”, sé que algo te está pasando y esperaba que estos días me lo dijeras, pero ya no aguanto más, dime lo que tienes —dijo Víctor muy preocupado, pero ella decidió seguir caminando para alejarse de él rápidamente.

—Víctor, será mejor que nos alejemos —al oír eso, la tomó suavemente de su muñeca y la llevó a una zona en donde nadie pudiera oírlos y encontrarlos. 

—¿Acaso es por lo que te dije en la boda? Mira, yo sé que no tendré oportunidad contigo y por eso sigo siendo tu amigo, además estás actuando muy rara estos días —ella seguía sin mirarlo y él intentaba hallar alguna respuesta en su mirada, pero a cada minuto su preocupación aumentaba —ya no sonríes, siempre estás pensando y ni vas a ver a mi mamá. Dime que te pasa por favor.

—No es nada, Víctor, para mi eres una persona especial, estuviste conmigo en los peores momentos de mi vida y eso siempre te lo agradeceré, pero ahora te pido que estemos alejados por nuestro propio bien.

—”Yaku” me pides algo que no haré, sé que te han puesto un guardaespaldas y por eso es que me estoy arriesgando a que ese hombre de casi dos metros me de una paliza, por favor…dime lo que tienes…—Sofía no pudo evitar más su mirada y sintió que su garganta estaba a punto de traicionarla para derramar lágrimas de furia y melancolía.

—Víctor, me casaré dentro de poco —al decir eso Víctor soltó de forma suave la mano de Sofía y su rostro cambió de preocupación a tristeza profunda.

—-¿Qué? ¿Cuándo te casas?

—Me casaré el sábado que viene y ya sé que es algo impactante, pero estoy segura que seré feliz —dijo Sofía mientras lágrimas caían por sus mejillas, y Víctor pasó su mano suavemente por su mejilla de ella para intentar secar sus lágrimas.

—Tus ojos cristalinos me dicen otra cosa, tu mirada lo hace, “Yaku” tú no puedes ocultarme nada porque tarde o temprano lo descubriré.

—No debes preocuparte porque me caso por voluntad, además servirá para que el estatus de mi familia sea alto, les debo todo lo que soy a ellos y lo sabes.

—Puedes decirte eso mil veces y nunca te lo creerás Sofía —Víctor tomó ambas manos de Sofía y las besó como una despedida —al menos dime que lo amas y no voy a molestarte con el tema.

—Yo…—en ese momento sonó el celular de Sofía y quien llamaba era su madrastra para ir de compras a la tienda de vestido de novia, ella solo suspiró y se fue sin decirle algo a Víctor, y él con lágrimas en los ojos comprendió que había perdido a su mejor amiga y tal vez a su primer amor para siempre…

 

●●●●

Samuel buscó a Víctor para conversar sobre el proyecto de medicina y su relación con la química, buscó por todo el campus y no lo encontró. Samuel tuvo que salir de la universidad para ir a tomar un poco de aire fresco y decidió ir a su antiguo lugar de trabajo y fue cuando encontró a Víctor tomando café amargo en el restaurante “Gloriosa Sazón”, su semblante era de tristeza y su mirada era vacía y sin emociones. 

—De todos los lugares, escogiste el lugar más fácil para encontrarte —dijo Samuel intentando hacer una broma que había aprendido tiempo atrás, pero al ver a Víctor sin expresiones se preocupó —oye ¿qué tienes?

—Acabo de enterarme de los labios de Sofía que va a casarse, y yo no puedo hacer nada para evitarlo…acabo de perderla para siempre…

—¿Qué?! Eso es imposible, ella es muy joven para casarse y, ¿sabes con quién se casará?.

—No, pero me dijo que su compromiso era voluntario, sin embargo, vi en su mirada una inmensa tristeza y lo peor es que no puedo hacer algo para ayudarla porque no me lo permite.

—Amigo, primero debes dejar de tomar café amargo porque te va a doler mucho el estómago —dijo Samuel apartando la taza de su lado, y se sentó junto a él para tranquilizarlo —segundo, relájate y como dices, debe existir algún motivo por el cual se casa y ese chico tal vez la haga feliz, ¿no crees?

—Samuel, hay algo que ella mencionó y es algo sobre conservar el estatuto de su familia, sin embargo, conozco como es ella y jamás se casaría por eso —ambos se quedaron pensativos y Samuel intentó hallar alguna lógica basándose en las vivencias humanas que él vió por un siglo e intentó buscar algunas razones por las cuales los humanos acceden a casarse en tan poco tiempo. Pero, no se percató que Sol estaba parada junto a él desde hace diez minutos.

—¿Le sirvo algo al señorito? —preguntó Sol que miraba muy enojada a Samuel, ella pensaba que estaba allí para hacer algún problema y con ella espantar a los clientes; si no fuera por la clientela, era capaz de golpearlo allí mismo.

—Hola SoniSol, ¿cómo estás?

—Ya no me llames así, que todo lo que dice tu boca es basura —respondió con molestia y teniendo en su mano un vaso con limonada y estaba a punto de tirarselo en la cara, pero Samuel se mostró confundido ante sus palabras —no finjas que no sabes nada de lo que está pasando en este lugar, y lo peor es que traicionaste a la persona que te ofreció empleo.

—Primero, cálmate Sol y respira —al decir eso, ella por la furia rompió el vaso que tenía en la mano y derramó la limonada al suelo, no le importó si su mano sangraba porque tenía la adrenalina al límite y no sentía dolor, además de que no quería causar un alboroto —¡¿Estás bien?! ¡Déjame curar tu mano!




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