"Ángel de la Guarda"

55: “Mal padre”

El reloj marcó exactamente las seis de la tarde y Lucía se asomó a la puerta del restaurante “Gloriosa Sazón” para hablar con Sol, pero al entrar allí seguía Samuel sacando cuentas de la ganancia del día. Lucía en principio no quería mirarle ni hablarle, pero al no ver a Sol, tuvo que preguntarle dónde estaba.

—Buenas noches, ¿sabes dónde estás Sol? —él levantó su mirada y al verla sonrió por solo unos instantes.

—Está en la cocina, está preparando té caliente.

—De acuerdo, iré a buscarla —de pronto, sintió que una mano sostenía de forma suave su muñeca y ella al voltear, ve a Samuel muy triste.

—Lucía, no me ignores así por favor —ella quitó la mano de Samuel de su muñeca y le dio la espalda.

—Si te estuviera ignorando, no te habría preguntado sobre Sol ¿no crees?

—Aquí estoy chicos, relájense un poco —dijo Sol sonriendo mientras sostenía una bandeja con dos tazas de té de limón, de la taza desprendía una aroma exquisito y con ello calmó el ambiente por unos instantes —Samuel, gracias por quedarte con nosotras, pero debes irte.

—De nuevo pido perdón por mi comportamiento, pero pronto arreglaré las cosas..lo prometo.

—Nunca debes decir promesas que jamás cumplirás —respondió Lucía tomando una taza y sentándose en una mesa que estaba cerca de la puerta, Sol siguió ese acto y Samuel solo tomó su saco para marcharse.

—Yo no digo solo palabras Lucía —contestó mientras abría la puerta y miraba de forma muy seria a ambas chicas —también llevó a cabo las acciones.

Samuel sin decir alguna palabra más, salió a toda prisa sin rumbo alguno, solo pensaba en todo lo que hasta ese momento había pasado. Nada de lo que hacía estaba afectando de forma alguna a Lucía, si seguían las cosas así, perdería a su pequeña amiga para siempre y todo esfuerzo habría sido en vano, y es cuando tomó una decisión que marcaría un antes y un después en esta situación. Mientras tanto, Sol y Lucía se habían quedado sentadas tomando una taza de té y conversaban sobre Samuel.

—Bueno, ¿ahora si me vas a decir que está pasando? —preguntó Lucía preocupada.

—Lucía, parece que Samuel no sabía nada sobre el asunto de Victoria…

—¿Hablas de aquel día en donde insultó a la dueña y a este lugar?

—Así es —Lucía tomó un sorbo de té, arqueó la ceja y negó con la cabeza.

—Y tú, ¿le creíste?

—Lucía, piensalo. Era tan extraño que él, con tanto esfuerzo hizo que este lugar sea mejor con su humor y atención y que ayudó de forma positiva a la dueña, pueda permitir que este restaurante sea demolido, simplemente no tiene sentido.

—Pues…viéndolo desde esa perspectiva, puede que tengas razón —Sol asintió mientras tomaba el té de limón.

—Samuel también me dijo que pensaba que la dueña lo había despedido y por eso ya no venía aquí, y dice que no está trabajando.

—Otra mentira de Victoria, ¿cómo es que no sospeché? —se cuestionó Lucía a si misma, ella sabía que Victoria puede decir mentiras con facilidad y cayó en cuenta que sus sentimientos de ira pudieron gobernar en ella más que la razón.

—Lo peor es que no le dimos el beneficio de la duda a Samuel y solo le creímos a ella.

—Exactamente, y eso me irrita más —dijo fastidiada.

—Por eso Samuel me dijo que quería quedarse hoy a ayudar a cambio de nada, por eso lo viste en la tarde —respondió Sol más animada.

—Pensé que había regresado a trabajar.

—Me dijo que lo hará, pero debe resolver algunos pendientes.

—¿Cuáles?

—No lo sé —contestó Sol intentando recordar lo que había pasado en la tarde —pero cuando lo dijo, noté por unos instantes que en sus ojos transmitía mucha rabia, algo que jamás había visto en él…

●●●●

Samuel sin parar de caminar fue rumbo a la mansión de Victoria Wellson, estaba decidido a arreglar las cosas a su manera, estaba cansado de que ella lo acosara y que se burlara de él siempre que podía. Por coincidencias del destino, Sofía caminaba cerca del lugar y al ver a Samuel caminando, lo siguió para saber qué estaba tramando, pero su curiosidad se esfumó al verlo entrar a la mansión de Victoria. No obstante, como cerca del lugar había una crepería llamada “Sweet Love”, decidió esperar un rato y luego se iría. Mientras tanto, Samuel estaba esperando en la biblioteca a Victoria sin mostrar ninguna expresión. Luego de diez minutos, ella con su cabello suelto, bata morada y pantuflas negras bajó corriendo y al encontrarlo lo abrazó muy fuerte, pero Samuel no correspondió al abrazo.

—Normalmente tú correspondes a mis abrazos —dijo ella un poco decepcionada, pero rápidamente cambió su semblante a coquetería y Samuel seguía sin mostrar alguna expresión  —¿puedo saber…la razón de tu visita a estas horas? acaso, ¿ya me extrañabas?

—Primero, suéltame —respondió Samuel de forma seria, Victoria jamás había escuchado que él emita alguna palabra en ese tono, aunque no le hizo caso y seguía aferrándose a él.

—¿Disculpa?

—No lo repetiré dos veces Victoria, suéltame —ella seguía sin soltarlo y él empezó a respirar profundamente para no exaltarse y no armar un escándalo.

—No me gusta tu actitud —Samuel no soportó más e hizo un movimiento brusco que hizo que Victoria cayera de forma abrupta al suelo, pero sin generarle daño alguno porque la alfombra gruesa amortiguó su caída.

—¡Y a mi no me gustas tú! —exclamó muy enfadado, Victoria ahora sí estaba muy asustada, nunca lo había visto molesto y ahora quien se sentía aterrada era ella —desde que acepte tu est*pido trato, hice todo lo que me pediste, desde estar contigo ayudándote en tus tareas e incluso haciéndolas por tí, hasta cambiar mi estilo de ropa y me aísle de todos por tí. Pero, ¿acaso fue suficiente para ti? ¡No! 

—No entiendo…¿por qué estás enfadado conmigo cariño? 

—Ya me enteré todo Victoria, ¡todo! 

—Pero, ¿de qué hablas?




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